Una pregunta aparentemente inocua esconde una exigencia de conformidad con una ideología regresiva.
«¿Cuáles son tus pronombres?» es una pregunta aparentemente inocua que se ha vuelto cada vez más frecuente. Los pronombres ocupan un lugar destacado en las biografías de las redes sociales, en las firmas de los correos electrónicos y en las insignias de las conferencias. La vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, incluye los pronombres «she/her» («ella») en su biografía de Twitter, y el ministro de Transporte Pete Buttigieg incluye «he/him» («él») en la suya. Luego están los pronombres singulares «they/them» (en realidad el plural «ellos», pero usado como «elle») utilizados por personas «no binarias» que no se identifican como hombres ni mujeres, así como una creciente lista de «neopronombres» a medida como «ze/zir» o «fae/faer», y los aún más extraños neopronombres «yo-sustantivo» como «bun/bunself» («conejito/yoconejito») que, según el New York Times, son identidades que pueden abarcar animales y personajes fantásticos.
Una encuesta reciente realizada a 40.000 «jóvenes lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, queer y cuestionadores (LGBTQ)» de Estados Unidos reveló que un 25% utiliza pronombres que no son she/her o he/him exclusivamente. La Campaña de Derechos Humanos, que afirma ser «la mayor organización de derechos civiles LGBTQ+ del país», tuiteó recientemente que todos deberíamos empezar las conversaciones con un «Hola, mis pronombres son _____. ¿Cuáles son los tuyos?». Se nos dice que preguntar, compartir y respetar los pronombres es «inclusivo» para las personas trans y no binarias, y que no hacerlo puede incluso constituir violencia y opresión.
Begin a conversation with, "Hi, my pronouns are ______. What are yours?" #HowToGetOffOnTheRightFoot pic.twitter.com/m8R2A731rz
— Human Rights Campaign (@HRC) December 18, 2021
Empieza una conversación con un «Hola, mis pronombres son _____. ¿Cuáles son los tuyos?».
Si todo esto te parece confuso y te hace sentir incómodo por razones difíciles de explicar, no eres el único. Aunque someterse a rituales constantes de intercambio de pronombres puede parecer tonto o engorroso en el mejor de los casos y agotador en el peor, en realidad participar en esta práctica aparentemente benigna contribuye a normalizar una ideología regresiva que está infligiendo un enorme daño a la sociedad. Para entender por qué, hay que familiarizarse con sus principios básicos.
Los defensores de la ideología de género han desvinculado por completo los términos «hombre», «mujer», «niño» y «niña» del sexo biológico. La ideología de género enseña que los términos «hombre/niño» y «mujer/niña» -y sus correspondientes pronombres «él» y «ella»- se refieren a la identidad de género de una persona, mientras que «varón» y «hembra» se refieren al sexo biológico. Aunque puede que definas a una mujer como una persona adulta de sexo femenino, la ideología de género sostiene que una «mujer» es una persona adulta de cualquier sexo que simplemente se «identifica» como mujer.
Pero, ¿qué significa «identificarse» como hombre o mujer?
Los activistas de género creen que ser hombre o mujer requiere abrazar los estereotipos de masculinidad o feminidad, respectivamente, o los diferentes roles sociales y las expectativas que la sociedad impone a las personas por razón de su sexo. Planned Parenthood afirma explícitamente que la identidad de género es «cómo te sientes por dentro», define el «género» como un «estatus social y legal, un conjunto de expectativas de la sociedad, sobre comportamientos, características y pensamientos», y afirma que «se trata más bien de cómo se espera que actúes, debido a tu sexo».
Un reciente artículo del New York Times habla de «hombres, mujeres y personas no conformes con el género», como si la no conformidad de género fuera incompatible con ser hombre o mujer. Según el Genderbread Person (Galleta del Género), una popular herramienta educativa para enseñar a los niños pequeños sobre la identidad de género, las propiedades de «masculinidad» y «feminidad» incluyen ciertos estereotipos de «rasgos de personalidad, trabajos, aficiones, gustos, aversiones, roles [y] expectativas».
El mensaje claro de la ideología de género es que, si eres una mujer que no se «identifica» con los roles sociales y los estereotipos de la feminidad, entonces no eres una mujer; si eres un hombre que rechaza de forma similar los roles sociales y los estereotipos de masculinidad, entonces no eres un hombre. Se te considera transgénero o no binario, y Planned Parenthood te asegura que «hay tratamientos médicos que puedes utilizar para ayudar a que tu cuerpo refleje mejor quién eres». Según esta línea de pensamiento, ciertas personalidades, comportamientos y preferencias son incompatibles con determinados tipos de anatomía.
Your gender identity is real, and there are medical treatments you can use to help your body better reflect who you are. https://t.co/EuGIJWmR51 pic.twitter.com/jJIUkclAQs
— Planned Parenthood (@PPFA) November 23, 2020
Tu identidad de género es real y hay tratamientos médicos que puedes usar para ayudar a que tu cuerpo refleje mejor quién eres.
Así, cuando alguien te pregunta por tus pronombres y respondes «ella», aunque estés comunicando el simple hecho de que eres una mujer, un ideólogo de género lo interpretaría como una admisión de que aceptas la feminidad y los roles y expectativas sociales asociados a ser mujer. Aunque los movimientos por los derechos de la mujer lucharon durante décadas para desvincular la feminidad de los rígidos estereotipos y roles sociales, la ideología de género moderna los ha vuelto a fusionar.
Coaccionar a la gente para que haga públicos sus pronombres en nombre de la «inclusión» es un caballo de Troya que potencia la ideología de género y amplía su alcance. Es la punta del iceberg de los activistas de género para normalizar su visión del mundo. Participar en los rituales de los pronombres te hace cómplice del sistema de creencias regresivo que es la ideología de género, legitimándolo. Lejos de ser un acto inocuo de apoyo a la inclusión, supone un respaldo implícito a la ideología de género y a todos sus principios radicales.
Permíteme una analogía. Piensa en la Campaña de Derechos Humanos, que insta a la gente a empezar las conversaciones con «Hola, mis pronombres son _____. ¿Cuáles son los tuyos?». Ahora imagina una petición similar de la Federación Americana de Astrólogos animando a todo el mundo a empezar las conversaciones con «Hola, soy Sagitario. ¿Cuál es tu signo?». Responder con tu propio signo zodiacal significaría operar desde dentro y señalar tu acuerdo tácito con el sistema de creencias de la astrología. Si rechazas la astrología y respondes a la pregunta «No tengo signo», la respuesta podría ser «¡Claro que lo tienes! ¿Qué día naciste? Pero ésa es una pregunta completamente diferente.
Del mismo modo, si rechazas la afirmación de la ideología de género de que los hombres y las mujeres se definen por su adhesión voluntaria a los roles y estereotipos masculinos y femeninos, y por tanto te niegas a dar pronombres, tu interlocutor podría decir: «¡Todos tenemos pronombres! ¿Te identificas como hombre o como mujer?». Pero como ese concepto de hombre y mujer no se parece en nada al tuyo, declarar los pronombres no hará sino normalizar aún más el ritual y validar una visión radical del mundo.
La redefinición de «hombre», «mujer», «niño» y «niña» en torno a estereotipos relacionados con el sexo tiene graves implicaciones en el mundo real. El rechazo de estos estereotipos se considera ahora por lo generalff una afección médica (disforia de género) que debe tratarse con bloqueadores de la pubertad (para menores), hormonas de sexo cruzado y cirugías que provocan esterilidad permanente y condenan a los pacientes a toda una vida de facturas médicas. La redefinición también está amenazando la seguridad de las mujeres en las cárceles, así como comprometiendo la seguridad, el juego limpio y la dignidad de las mujeres y las niñas en el deporte, ya que a los varones que simplemente se «identifican» como niñas o mujeres se les permite el acceso a estos espacios protegidos.
El esfuerzo por resistirse a la ideología de género es la batalla final de la realidad. Sencillamente, no podemos ignorar las realidades fundamentales de nuestra biología y esperar resultados positivos para la sociedad. Los rituales de los pronombres son extremadamente eficaces para normalizar e institucionalizar la abolición del sexo biológico en favor de la identidad de género. Estos rituales se aprovechan de la confusión y la compasión de la gente para lograr su conformidad. Pero hace mucho que pasó el momento de los buenos modales. La única respuesta adecuada a la pregunta «¿Cuáles son tus pronombres?» es rechazar la premisa y negarse a contestar.
12 respuestas
Muy interesante, Nuria, como todo lo que explicas. Verdderamente nos enfrentamos a una distopía digna de una novela de ficción. Están inventando una sociedad tan absurda que nos va a costar aceptarla y seguir sus dogmáticas normas sin traicionar a nuestras certezas. Un saludo
Saldremos de esto, Sara. Nos va a costar años de esfuerzo y de derrotas, pero saldremos, porque la realidad es la que es. Un abrazo.
Gracias Nuria !
De nada! Ya contarás qué te pareció si lo lees. Un abrazo.
Muchas gracias, Nuria.
De nada! Un abrazo.
Un excelente artículo. Muchas gracias, Nuria.
Un placer, Marisa.
Primero muchas gracias por traducir todos los artículos y por compartir tanta información. El libro recomiendas de Laura Lecuona dónde lo has comprado? [Soy de Barcelona]
Hola María, es un placer. El libro de Laura Lecuona se lo compré a ella directamente aquí: disentirnoesodio@gmail.com. Viene de México y el porte sale más caro que el libro, te recomiendo que os juntéis unas cuantas y hagáis un pedido colectivo. No os arrepentiréis, aún no lo acabé, pero lo estoy disfrutando muchísimo.
Buenísimo artículo, como siempre, Nuria. Ahondando en tu análisis, la paradoja quiere que, si bien la ideología de género desliga la biología de la «identidad de género», y como dices, perpetúa los roles de género, promueve los tratamientos hormonales y quirúrgicos para hacer que el cuerpo «coincida», aceptando implícitamente que cada género viene en realidad con su sexo. Del mismo modo paradójico, la ideología de género acepta que cualquiera se identifique del sexo opuesto sin alterar su aspecto. Esta ambigüedad y falta de concreción en lo que son y no son el género y el sexo constituyen un parapeto pues cuanto menos concreta es una premisa más difícil resulta rebatirla.
Tienen un argumento para cada ocasión, e irán cambiando según sople el viento. Estoy leyendo el último libro de Laura Lecuona, «Cuando lo Trans no es Transgresor» y te lo recomiendo muchísimo, me fascina lo bien documentada que está y la forma tan precisa que tiene de exponer sus ideas.