La humanidad en venta.

Ya no soy John. Desde ahora, llámame «Janet», por favor.

La industria del género es el grooming corporativo para el transhumanismo.

«Si comprendemos el mecanismo y los motivos de la mente de grupo, ahora es posible controlar y regimentar a las masas según nuestra voluntad sin que lo sepan». – Edward L. Bernays

Transgénero no es un tipo de persona. Es el nombre conglomerado de una serie de presiones corporativas que hacen grooming a niños y adultos para la disociación corporal industrial, abriendo así la humanidad a nuevas invasiones corporativas de nuestros cuerpos. Es la colonización de los humanos, dirigida directamente a la siguiente generación. Es, como afirma el renombrado transhumanista Martine Rothblatt, «la vía de acceso al transhumanismo».

La palabra transgenerismo no es apta para la comunicación. No define nada con claridad, sino que oculta la industria que se manifiesta en su nombre. Es un término paraguas sin límites, bajo el que se esconden demasiadas ideas contradictorias, lo que permite cambiar sus definiciones cada vez que alguien critica su ideología y los mercados que se forman a su alrededor. Instituir la identidad de género como concepto legal deconstruye lo que significa ser humano, ya que somos una especie biológica y sexualmente dimórfica. Lo que está ocurriendo es que el Estado corporativo está deconstruyendo el sexo como un paso hacia alienarnos de nuestra humanidad. Las interminables discusiones sobre la «identidad de género» ocultan este hecho.

Durante una década, un lenguaje codificado progresista de disociación corporal ha tomado forma simultáneamente en el paisaje de múltiples civilizaciones occidentales. Términos como «identidad de género», «transición», «disforia corporal», «hombre embarazado», «personas con cuello uterino», » género binario» y «espectros» sexuales de diversos tipos se han repetido sin cesar en los principales medios de comunicación. Estos términos, utilizados repetidamente, disocian a las personas de sus realidades sexuadas. Ahora están integrados en nuestras estructuras jurídicas en el marco de los derechos humanos.

Cuando consideramos la humanidad y nuestras realidades sexuadas como otra frontera para abrir mercados a la especulación empresarial, lo que se denomina «movimiento por los derechos humanos» de las personas que reniegan de su sexo empieza a tomar otra forma.

                                                                        Lo trans da dinero

«La inclusividad es más que una causa social. Es una oportunidad de negocio. Es el momento de maximizar el crecimiento de tu negocio». – DMI Consulting

Organizaciones activistas, corporaciones, Hollywood, las industrias de la música, la moda y la belleza, el establecimiento médico, todos ellos venden a los niños la disociación corporal como una identidad progresista y liberadora en las redes sociales y en las escuelas. El poder del mensaje de que disociarse del propio cuerpo sexuado es progresista viene de esta incesante saturación en los principales medios de comunicación, un oligopolio que construye una narrativa hegemónica y muchos de cuyos medios cuentan con el apoyo de BlackRock y Vanguard, dos empresas de inversión multinacionales estadounidenses con billones de dólares en activos y un interés concertado en esta narrativa.

Authentic Brands Group recibió una inversión de 875 millones de dólares de BlackRock en 2019. Authentic Brands Group posee 50 marcas, incluida Sports Illustrated, que ha sacado a dos hombres posando como mujeres en sus portadas. Su marca Aeropostale dona dinero de su colección «de género neutro» a causas LGBT.

Vanguard es el mayor accionista de Marqeta Inc, una plataforma mundial de emisión de tarjetas de crédito. Visa, junto con Marqeta Inc., apoya Daylight, la nueva «tarjeta de crédito queer» y plataforma bancaria digital. Daylight comercializa su tarjeta para vender procedimientos de fertilidad con tecnología médica asistida a la comunidad de lesbianas y gays y a esos niños a los que ahora se les invita a comprar sexos sintéticos (la T y la Q de LGBTQ+) a costa de su futura fertilidad. Es la primera plataforma bancaria de tecnología financiera, o fintech, LGBTQ+.

Global Market Insights proyecta una tasa de crecimiento anual compuesta del 11,5% entre 2023 y 2032 para las cirugías para crear características sexuales sintéticas. Esta tasa de crecimiento no considera las tendencias crecientes en cirugías de acortamiento de clavícula, operaciones de pies de hombres para que parezcan más pequeños, o las complicaciones creadas por estas operaciones innecesarias para atacar y reorganizar el sexo y otras características de cuerpos jóvenes y sanos para ayudar a los hombres a parecer como del sexo opuesto, como eunucos o como ambos sexos. Este análisis de mercado no incluye los peligrosos fármacos utilizados en los jóvenes, como los bloqueadores de la pubertad y las hormonas sexuales cruzadas. El aumento de las ventas de anestésicos, antibióticos y medicamentos antirrechazo para crear partes del cuerpo sexuales sintéticas utilizadas para oscurecer socialmente el sexo tampoco se contabilizan en el mercado de crecimiento previsto. Los suministros médicos, la investigación, las clínicas y la formación especial para cirugías nuevas y complejas no se contabilizan en los beneficios previstos.

                                                                        El gran cambio de imagen

La palabra transgenerismo es un rebranding de la palabra transexualismo, que tiene sus raíces en el fetichismo travesti. Transexualismo es el término coloquial para la parafilia autoginéfila, por la que los hombres, excitados por la fantasía de verse como mujeres, llevan ropa estereotipada de mujer, concretamente ropa interior, para satisfacer una compulsión sexual. Esto solía ocurrir en privado. Cuando la farmacología y la tecnología hicieron posible que el pequeño número de hombres con este fetiche intensificaran su comportamiento para apropiarse de facsímiles quirúrgicamente construidos de biología femenina, o características sexuales sintéticas, el transexualismo arraigó en la industria médica.

A medida que avanzan la tecnología y los productos farmacéuticos para realizar cirugías de sexo sintético más realistas, la sociedad se ve obligada por el crecimiento del mercado a aceptar públicamente esta parafilia y la ideología desarrollada en torno a ella, que niega nuestra realidad biológica, superándonos y desarraigándonos del mundo real. Una parafilia de hombres adultos es difícil de vender, pero envuelta en derechos humanos y aprovechándose de la rebeldía natural de la juventud, da en el clavo con el marketing 

Según Global Market Insights, «el aumento de los casos de disforia de género y los grandes avances en los procedimientos de reasignación de sexo impulsarán las perspectivas del mercado». Además, afirman que «la introducción de nuevas políticas gubernamentales que apoyan la cirugía de reasignación de sexo debería motivar a un amplio sector de la población a optar por estos procedimientos». Ampliar la humanidad de este modo está en alza porque es posible. La promoción positiva de estas cirugías -para las que nuestras sociedades están siendo reacondicionadas- está impulsando la demanda. Los avances en la inteligencia artificial, la genética, la recopilación de datos, la biotecnología, la tecnología reproductiva y los implantes neurológicos, que se producen al mismo tiempo que la comercialización de la disociación corporal entre los jóvenes, harán que el complejo tecno-médico obtenga mayores beneficios y que se produzcan intrusiones más íntimas en nuestra biología en el futuro.

Cuando hace una década se lanzó la nueva imagen del transexualismo dirigido a los niños, se presentó como un tratamiento para la disforia corporal, un problema de salud que antes afectaba a una minúscula parte de la población. Cuanto más se promocionaba en los principales medios de comunicación, más rápido aumentaba el número de niños que reclamaban una identidad sexual alternativa. En seguida se presentó como un estilo de vida progresista, deseable y vanguardista para los jóvenes. Mujeres jóvenes que se han sometido a mastectomías de sus pechos sanos posan para anuncios corporativos de ropa interior, cremas de afeitar, zapatillas de deporte y líneas de productos femeninos, además de desfilar en pasarelas de moda y aparecer en la portada de Vogue. Se ha instaurado un ambiente de amenaza para cualquiera que no acepte la narrativa de que se trata de un derecho humano.

¿Por qué los gobiernos están modificando rápidamente las sociedades basadas en el reconocimiento de la realidad del dimorfismo sexual de nuestra especie para dar cabida a lo que antes era una pequeña fracción de hombres con una parafilia? La autoginefilia -o más coloquialmente, el transexualismo- reduce la humanidad de la mujer, totalmente sexuada, a partes que se pueden comprar para satisfacer las obsesiones de los hombres. Se ha rebautizado como «transgenerismo» para preparar a los jóvenes para la disociación corporal, abriéndolos a la comercialización y la experimentación para la ingeniería de la evolución de nuestra especie.

Nunca ha habido un supuesto movimiento de derechos humanos que haya obtenido el apoyo del mundo empresarial, los gobiernos y la industria financiera como el que ahora se denomina «nuevos sexos». Durante una década, las estructuras filantrópicas, políticas, jurídicas y de derechos humanos, la industria tecnológica y las mayores casas financieras del mundo han apoyado derechos especiales para las personas que reivindican una identidad sexual sintética, una identidad hecha posible por el complejo tecno-médico que tanto se beneficia de ellos como utiliza el marco de los derechos humanos de lesbianas, gays y bisexuales para impulsar una narrativa de progresismo.

                                                                          El fin de la humanidad

Cuando el sexo desaparece como categoría significativa, también desaparece la humanidad tal y como la conocemos. Este es el objetivo de la floreciente industria del género. Además de generar ganancias -que son enormes, con identidades recién construidas que requieren toda una vida de atención médica y reproducción tecnológicamente asistida una vez que se esteriliza a los pacientes infantiles- hace grooming al público. Evalúa su aceptación de las intrusiones biomédicas que cambian la forma en que nos vemos a nosotros mismos. ¿Aceptará la gente que se abuse del sexo de los niños si cree que es de buena fe? ¿Hasta dónde podemos llegar con nuestras intrusiones tecno-médicas en los seres humanos y el ataque a la humanidad de las mujeres como seres totalmente sexuados y diferentes de los hombres?

En un paisaje en el que reina la reproducción tecnológica, tener relaciones sexuales con fines recreativos será el único objetivo del acto sexual, mientras sigamos siendo humanos. Este paisaje está siendo cultivado por hombres con fetiches promovidos por los más altos niveles del gobierno y cuyo objetivo es cambiar las leyes sobre lo que constituye ser un hombre o una mujer. Hombres como Rachel Levine, Sam Brinton, Danica Roem y Petra De Sutter son las cabezas visibles que ayudan a hacernos grooming como ciudadanos para abolir la frontera sexual entre hombres y mujeres.

Creer que todas nuestras instituciones y leyes están cambiando rápidamente porque poderosas entidades corporativas se preocupan por las personas que tienen dismorfia corporal es un absurdo tan grande que, al creerlo, bien podríamos vivir dentro de una secta global. Estamos tan acomodados en una realidad virtual construida corporativamente, donde algunas personas viven fuera de los parámetros de nuestra especie sexualmente dimórfica, que no podemos ver que hemos sido adoctrinados.

Martine Rothblatt, empresario estadounidense y autodeclarado  transhumanista transexual que cree que el transgenerismo es la rampa de acceso al transhumanismo, es un hombre con un plan para deconstruir el dimorfismo sexual con el objetivo final de sacar a los humanos de su biología y crear a Dios con la tecnología. Se relaciona con las altas esferas de la política, la tecnología, la biofarmacéutica, Hollywood y la red de empresas LGBT. En 2016 dio una conferencia en Canadá sobre la necesidad de que los «transhumanistas tecnológicos» «crearan un aparato político comparable a la WPATH» (Asociación Profesional Mundial de Salud Transgénero). Sugirió que esto establecería la validez social para los «transhumanistas tecnológicos» de la misma manera que WPATH lo ha hecho para los «transgénero tecnológicos».»Rothblatt, que también es abogado, creó el primer marco legal para aprobar proyectos de ley de género en todo el mundo. Trabajó para la NASA y colaboró en el Proyecto Genoma Humano de la ONU. Es propietario de una empresa biofarmacéutica, una granja de xenotrasplantes y una empresa de impresión de órganos en 3D, y ha creado una religión de descorporización con su mentor William Sims Bainbridge. Ha construido un robot de su mujer y da conferencias sobre la fusión de la humanidad con la inteligencia artificial y de la sintiencia de esta inteligencia artificial.

Rothblatt lleva desde 1995 escribiendo sobre los cambios en la humanidad que deconstruirán el dimorfismo sexual. Compara el dimorfismo sexual con el apartheid sudafricano (pdf pág. 8). Ha escrito sobre el futuro tecnológico de la reproducción, en el que los humanos, fusionados con la tecnología, no necesitarán copular.

La Dra. Heather Brunskell-Evans, filósofa académica del Reino Unido, denunció en 2021 una cita de Gendered Intelligence (GI), un grupo de presión mundial «transgénero» que defiende que los niños deben ser liberados para manipular sus características sexuales. GI afirma que la libertad de los niños y los jóvenes radica en «desmantelar el poder culturalmente atribuido a lo biológico«. Se trata de una afirmación fascinante. El mensaje de GI parece claro: la realidad biológica del sexo es una construcción social que se percibe con demasiado poder.

Un informe publicado recientemente por el Ministerio de Defensa británico detalla los avances en la ampliación humana, no sólo en lo que respecta al Ministerio de Defensa, sino a nuestras vidas como seres humanos. «La ampliación humana tiene el potencial de influir en todas las facetas de nuestras vidas e incluso cambiar el significado de lo que significa ser humano. Podría cuestionar conceptos filosóficos, nuestros sistemas de creencias y los marcos éticos y jurídicos de formas que no hemos previsto», afirma.

¿No estamos siendo testigos de esos cambios ya, en la nueva industria del género, enmarcada como un movimiento de derechos humanos? Al hablar de los bloqueadores de la pubertad -medicamentos que han demostrado causar daños irreversibles-, Gendered Intelligence afirma: «Es importante que los niños y los jóvenes… puedan experimentar, cambiar de opinión, probar nuevos estilos, expresarse«. Defienden que los niños tengan vía libre para elegir ampliar sus características sexuales y utilizar drogas peligrosas para ello. Las leyes se están modificando rápidamente en muchos países al mismo tiempo, con la ayuda de ONGs LGBT, multimillonarios y organizaciones «transgénero», para realizar cambios legales que permitan la despatologización de la descorporización.

                                                                          Sigue el rastro

El presidente Biden acaba de aprobar un proyecto de ley en el que la «identidad de género» anulará los derechos basados en el sexo de las mujeres. Se está manipulando el lenguaje para ocultar la realidad sexuada de hombres y mujeres. ¿Es plausible que Biden no entienda lo que está haciendo? Biden fue vicepresidente con Obama, aupado al cargo gracias a la ayuda financiera de los Pritzker, una de las familias más ricas del mundo. Jennifer Pritzker, uno de los Pritzkers de élite, es un hombre que se hace pasar por mujer.

Junto con su familia, se ha gastado millones de dólares en reformar nuestras instituciones y estructuras sociales para redefinir el sexo como un sentimiento. Obama fue el primer presidente que utilizó la palabra transgénero en un discurso sobre el Estado de la Unión. También convocó una reunión especial para estudiantes «transgénero» en la Casa Blanca en 2015, lo que le valió el título de «Presidente trans.»

La abolición corporativa de nuestra realidad sexuada allana el camino a una humanidad desvinculada de las leyes físicas del universo. Nos proyecta hacia una realidad virtual que nos ha llevado al borde del abismo, en el que no somos una especie sexualmente dimórfica. Zoltan Istvan, ex candidato presidencial y transhumanista, afirmó que «se producirá una gran guerra transhumanista entre los que abracen la tecnología radical en sus cuerpos y los que no….. Ganarán los que se pongan del lado de la tecnología y la IA (Inteligencia Artificial)». En 2015, se puso filosófico y asoció falsamente la orientación sexual con la descorporización transhumanista.

Dijo:

Francamente, puedo ver a muchos humanos en el futuro dejando por completo el sexo físico a medida que la tecnología de implantes craneales encuentre precisamente los medios adecuados para estimular las zonas erógenas del cerebro, algo en lo que los investigadores ya están trabajando. El sexo real probablemente no podrá igualar la estimulación directa y científicamente dirigida de nuestras mentes. Estos actos pueden llevar a una sociedad en la que las características masculinas y femeninas desaparezcan cuando el placer se pueda obtener «a la carta», y la terapia genética sea capaz de combinar las partes más funcionales de ambos géneros en una sola entidad. No es de extrañar que algunas instituciones, como el matrimonio, acaben desapareciendo.

Bainbridge, Rothblatt, De Sutter, Pritzker e Istvan forman parte de una tendencia creciente de transexuales poderosos y tecnófilos que nos hacen grooming para que aceptemos una realidad virtual más allá de nuestra actual evolución en la biosfera. Mark Zuckerberg, Ray Kurzweil, Yuval Harari, Joe Rogan y Peter Thiel son un puñado de hombres de alto perfil que han predicho -algunos con alarma, otros con satisfacción- que nos veremos empujados a evolucionar hacia un estado descorporizado en fusión con la IA. Con sociedades y leyes que cambian rápidamente para borrar el sexo y niños utilizados por la medicina como carne de cañón para borrar la frontera de los sexos, es hora de que nos los tomemos en serio.

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10 respuestas

    1. Yo lo veo muy negro. Mejorará, porque la biología es la que es, pero va a haber una o dos generaciones de gente mutilada y con problemas mentales. Y a mí me molesta mucho que los culpables no paguen por ello.

  1. Maravillosa Salagre y demoledor y terrorífico el mundo al que nos están llevando. El Becerro de Oro se adueña de la humanidad y la deshumaniza. Y mientras, sólo el feminismo radical se enfrenta al transhumanismo

    1. Jennifer Bilek es la que creo que más ha investigado el tema. Si tienes ganas, hay bastantes artículos traducidos, algunos te ponen los pelos de punta.

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