La semana pasada hablé sobre todo esto a una audiencia en el Consejo de Investigación Familiar en Washington. Puedes ver el vídeo haciendo clic en este enlace:
http://www.frc.org/events/bruce-or-caitlyn-why-everyone-should-care-about-the-transgender-movement
Mi objetivo no era discutir los detalles de la «identidad de género» y lo que significa ser transgénero para un individuo en particular. Me centré, en cambio, en el panorama más amplio de lo que la ideología transgénero significa para la sociedad en general. El transgenerismo es una ideología que se basa en la presunción de que todos los seres humanos tienen algo llamado «identidad de género que puede o no coincidir con el sexo que se les asignó al nacer». Observe cómo la palabra «asignado» se usa para ocultar la realidad de que su sexo biológico se basa en la realidad física. Esta premisa está escrita en cada ley de no discriminación por identidad de género. Básicamente, su objetivo es borrar legalmente las distinciones entre sexo masculino y femenino. Se aplica universalmente, a todos y cada uno de nosotros.
Las implicaciones son enormes: para nuestro lenguaje, para nuestras relaciones, para preservar una sociedad libre. No cabe ninguna duda de que todas las leyes contra la discriminación de identidad de género equivalen a poco más que leyes de censura, destinadas a modificar el comportamiento de todos y el lenguaje de todos so pena de sanciones.
Así que, en resumen, el movimiento transgénero está operando como un vehículo para la conformidad del pensamiento. Y al final, eso significa que es un vehículo para desmantelar la libertad, en nombre de la libertad, y para cimentar el poder del Estado. En definitiva, establece leyes que abolen el derecho a la libertad de expresión y suprimen el pensamiento independiente. El poder del Estado entra en ese vacío, como siempre lo hace en tales circunstancias.
He identificado cuatro características del movimiento transgénero que sirven como indicadores de su papel como vehículo para la centralización estatal del poder:
- El transgenerismo es una forma tan extrema de individualismo que acomodarlo en la ley solo creará un vacío para el poder del Estado. Por su propia naturaleza, exige que el sentido interno de la realidad de un individuo supere cualquier comprensión común de la realidad. Esto lo hace insostenible. Su individualismo extremo exige el colapso de las instituciones mediadoras de la sociedad, como la familia, la fe y las asociaciones privadas, que sirven como zonas de amortiguamiento que protegen al individuo de la intromisión del Estado.
- El transgenerismo siembra el caos en el lenguaje, requiriéndonos a todos, universalmente y sin excepción, que aceptemos un cambio sísmico en la definición de lo que significa ser humano y lo que significan las relaciones, particularmente las relaciones familiares. La libertad de expresión y de asociación son sus víctimas.
- Requiere un programa de censura muy agresivo para sostenerse y apuntalar sus ilusiones sobre cualquier realidad comúnmente entendida.
- Depende de una campaña muy agresiva de agitación y propaganda para condicionar a la gente a seguir con el programa.
Siembra así las condiciones para el totalitarismo. No tenemos más remedio que alzar la voz frente a su censura. Para más información, vea mi charla en el enlace de arriba. Y nunca olvidemos que la libertad de expresión es un asunto de «úsalo o piérdelo».