¿Se avecina una guerra feminista por culpa del género?
Un número creciente de mujeres feministas se están empezando a sentir frustradas, incluso enfadadas, al ver que el movimiento feminista está siendo reivindicado, renombrado y reempaquetado como simplemente «el movimiento» por cualquiera y por todo el mundo, bajo el paraguas de «GC» o «crítico de género». Se avecina una batalla y las mujeres feministas saben que será salvaje. Nos dividirá y algunas de nosotras pensamos que debería hacerlo.
Para las feministas, definirte como «feminista crítica de género» es exactamente lo mismo que decir «feminista feminista». Es decirlo dos veces y eso no tiene sentido. Ser crítica con el género y con los estereotipos de género que lo acompañan es una pequeña parte del análisis de tu posición como mujer en un mundo donde las mujeres son oprimidas por los hombres. Ser «crítica de género» pero no preocuparte de otros aspectos de la opresión femenina no te convierte en feminista y nadie dice que tenga que hacerlo. Sin embargo, tampoco las personas «GC» deberían asumir que todas las feministas están encantadas de estar bajo su nueva y brillante etiqueta simplemente porque también critican el género.
Alrededor de 2018, aquellos fuera de los círculos feministas comenzaron a despertar al debate sobre si el género debería reemplazar al sexo, permitiendo así que los hombres se identifiquen como mujeres. De repente, el feminismo se lanzó al aire como si fuera una pelota brillante y sexy para que la cogiera cualquiera que quisiera jugar con ella. Algunas de esas personas comenzaron a llamarse a sí mismas «críticas de género» (o «GC») al adoptar argumentos feministas sobre el tema. Al principio, las feministas se alegraron del apoyo a algo sobre lo que habían estado intentando llamar la atención durante muchos años. Sin embargo, lo que ha quedado claro desde entonces es que «GC» también lo utiliza un número cada vez mayor de hombres, un puñado de racistas, uno o dos homófobos, algunos partidarios de la extrema derecha y otros grupos de personas con los que las mujeres feministas no tienen una causa común. Por supuesto, no TODAS las personas «GC» son de este tipo, pero algunas de ellas lo son, y eso es un problema para las mujeres feministas.
Estamos bastante cabreadas porque nos meten a todos en un «movimiento» del que nunca pedimos ser parte. Ya tenemos un movimiento feminista. Tiene objetivos específicos y algunos de ellos están en desacuerdo con el movimiento «GC» y su enfoque monotemático.
Las feministas se han opuesto durante mucho tiempo a que personas con cuerpo masculino se identifiquen como mujeres y entren en espacios femeninos, como refugios para mujeres maltratadas y cárceles de mujeres. Hemos hecho una fuerte campaña contra las demandas de la ideología trans, que amenazan los derechos de las mujeres. Pero esto fue solo un elemento de nuestro trabajo como mujeres feministas. Junto a esto está el compromiso con la eliminación de la violencia masculina contra las mujeres y las niñas en todas sus formas, incluida la prostitución, el feminicidio, la pornografía, la violación, el abuso doméstico, etc. También nos oponemos a la opresión estructural, política y económica de las mujeres por parte del Estado, incluidos los tribunales, la policía, el gobierno y los medios de comunicación. Observamos las opresiones que se cruzan entre la raza, la discapacidad, la sexualidad y la clase. No todo va del tema transgénero. Convertirlo en el asunto más importante nos impide centrar a las mujeres. Nos estamos centrando en los hombres y en sus demandas.
El feminismo es una tarea interminable, desesperada y en constante expansión. Es como intentar calcetar gachas de avena y la mayoría de nosotras veremos pocos cambios en nuestras vidas. Sí, a veces los hombres oprimen a las mujeres poniéndose un vestido, metiéndose a codazos en los servicios de un solo sexo, y exigiendo que las mujeres que están allí los llamen «ella» y «Sandra», y sí, debemos preservar nuestro lenguaje y los derechos que tenemos por nuestro sexo. Es vital para todas esas otras áreas. Pero, si ese fuera nuestro único enfoque, entonces nunca haríamos nada sobre, por ejemplo, el 80% de las mujeres en prisión por delitos menores no violentos. Eso también importa. Hay muchas cosas que importan a las mujeres feministas que parecen no importar mucho a algunos del grupo «GC», especialmente a los hombres. Les importa poco o nada Samira, que está durmiendo en el coche con sus cuatro hijos después de escapar de un hombre violento porque no puede recurrir a fondos públicos o Sarah, violada repetidamente por hombres que la compran en una «zona segura para las prostituidas». ¿Les pedimos a estas mujeres desesperadamente vulnerables que esperen mientras nos pasamos otro día discutiendo online con Owen Jones? No. Las mujeres feministas siguen ayudando a esas mujeres como lo han hecho durante décadas, y además denuncian los problemas trans que amenazan sus derechos.
El cada vez más numeroso grupo de personas que se llaman a sí mismas «GC» hablan muy a menudo con las mujeres feministas sobre «la causa común», «nuestro bando» y explican cómo esto debería borrar o difuminar los límites políticos y, a veces, también personales entre las personas. Sin embargo, a veces podemos no estar de acuerdo con ciertas acciones supuestamente emprendidas en nuestro nombre como parte del «movimiento». Se nos pide que incluyamos entre nuestros «aliados» a aquellos cuya política es muy diferente a la nuestra, particularmente en lo que respecta a los derechos de las mujeres. Se nos pide que incluyamos a hombres que se preocupan poco por los derechos de las mujeres en cualquier otra área, con personas que a menudo son racistas e intolerantes. Se nos dice que esto no es un tema de políticas o de partido y que debemos taparnos la nariz y trabajar con la extrema derecha, sobre todo porque algunos grupos de derecha son muy activos en este tema en los Estados Unidos. Se nos dice que es esencial ganar la guerra trans y que nada más importa.
Las mujeres feministas pensamos que hay más cosas que importan.
La semana pasada, en una entrevista de podcast, me dijeron, no me preguntaron: «Jordan Peterson es uno de tus aliados, ¿no?» y dije: «No es un aliado mío». Esto sorprendió al entrevistador. No sé por qué porque Peterson ha dicho que la izquierda no quiere admitir que el patriarcado está «basado en la capacidad». Peterson sugiere que las mujeres son menos competentes y es por eso que los hombres están en la cima de la jerarquía social. No necesito saber lo que Peterson piensa acerca de otros asuntos.
Los hombres han empezado recientemente a otorgarse el término «aliado» de las mujeres, pero las feministas no tienen que aceptar esto o estar de acuerdo en que los hombres son aliados solo porque dicen que lo son. Un aliado no es un hombre que piensa que las mujeres son inferiores porque son mujeres. No estamos «en el mismo bando» porque para las feministas «nuestro bando» son las mujeres; centrar a las mujeres es nuestra fuerza motivadora. Los hombres no son feministas. Sentimos exactamente lo mismo acerca de los grupos que limitan los derechos reproductivos de las mujeres, ellos tampoco están «en el mismo bando» que las mujeres feministas. El hombre que me obliga a parir después de haber sido violada no es desde luego el hombre que quiero a mi lado cuando lucho por el derecho a servicios segregados por sexo.
Hay algunas mujeres feministas que no quieren para nada incluir a hombres en sus filas y, sin embargo, han aparecido varios «Reyes del Feminismo» y se están aprovechando del trabajo y de las palabras de esas mismas mujeres feministas; simplemente cogen lo que les apetece, como si se tratara de la fruta que cuelga de las ramas bajas de un árbol inteligente. Si las mujeres feministas se oponen a esta apropiación por parte de los hombres, se las llama «divisivas» o «problemáticas». A menudo otras mujeres. Las feministas se turnan entre poner los ojos en blanco y clavarse las uñas en la mano para evitar gritar. Unas mujeres no ven El Patriarcado y otras están hartas de ver las muchas formas que adopta.
La cuestión clave no es que haya un movimiento «GC». Es genial ver a tanta gente empezar a despertar a la amenaza del activismo trans. El problema es que la gente que está en ese «movimiento» sigue asumiendo que las mujeres feministas están contentas de ser parte de él. Muchas no lo estamos. No puedes incluirnos en un grupo al que no pedimos entrar o al que no queremos unirnos. No podemos ser responsables de los errores cometidos por un movimiento en el que no estamos. Y desde luego, no podemos ser responsables de lo que los hombres dicen o hacen, ya sea un autodeclarado «aliado», o no. Tampoco necesitamos que los hombres nos controlen, nos dicten lo que hagamos o nos usen a las mujeres para hacer el trabajo que les da una plataforma. Eso me huele mucho a patriarcado. Las mujeres feministas están trabajando muy duro y lo han estado haciendo durante muchos años. Cuando algunas personas GC, incluidas mujeres, esperan ayuda con proyectos sobre el único tema que tienen en común, a menudo sin siquiera dar las gracias, esas mujeres no deberían sorprenderse cuando las mujeres feministas se cabrean un poco y dicen que no.
Esto va a pasar. No todos podemos «portarnos bien y ser amables». Hay que hablar de estas cosas. Es posible que sea necesario establecer límites. Algunas de nosotras no somos GC. Somos feministas. Muchas feministas se llaman a sí mismas «GC» cuando no se necesita. Es una definición superflua.
Algunos hombres necesitan apartarse, porque están dividiendo a las mujeres.
Necesitamos hablar de raza y clase y cómo encajan en todo esto. Necesitamos hablar de las diferencias políticas y por qué pueden impedir la unión automática a algunos grupos. No somos una gran mente colectiva y feliz, y no queremos seguir fingiendo que lo somos. Necesitamos iniciar la conversación para evitar la guerra. Sí, tenemos que trabajar juntos. A veces por separado y a veces de manera diferente.
Algunos de nosotras incluso nos preguntamos ¿qué viene después? Cuando se gane o se pierda la «Guerra de Género» , qué le va a pasar al movimiento «GC». ¿Se quedarán algunas mujeres y ayudarán con el trabajo que inevitablemente van a tener que llevar a cabo las mujeres feministas? Espero que una vez que las cintas se destiñan en las barandillas y las camisetas se hayan encogido en la lavadora, muchas de las mujeres que he visto tomar las calles por el tema trans, que es admirable, tal vez comiencen en qué más pueden hacer por las mujeres.
¿Dónde estarán las feministas durante todo esto? Ayudando a Samira a salir del auto y lanzando fango al gobierno que la dejó allí. Como siempre.