Querida Kellie-Jay, hablé.

Querida Kellie-Jay @the posieparker @StandingforXX,

Me alivia muchísimo que estés de vuelta y a salvo en el Reino Unido con tu familia. Es vergonzoso que te hayan difamado de forma tan irresponsable estas últimas semanas. Sé lo que defiendes. Permíteme contarte cómo llegué a conocerte y lo importante que ha sido tu voz para mí.

La primera vez que oí tu voz fue en el tráiler de Detransition Diaries: Saving our Sisters (los Diarios de la Detransición: Salvando a nuestras Hermanas). Me encantó tu voz en cuanto la oí. Expresabas muchas de las palabras de nuestra lengua inglesa que necesitamos para nombrar a las mujeres: Mujer, Madre, Mamá, Hija. Vi que comprendías el peligro de esta ideología. Vi que comprendías esta amenaza a la que muchos de nosotros nos enfrentamos ahora dentro de nuestras familias. Por eso te busqué.

Luego me enseñaste una lección importante. No hay culpabilidad por asociación. Vivo en Estados Unidos y había asociaciones que evitaba. Tú me has aclarado las cosas. Fue liberador y esperanzador. Estaba realmente agotada por tanta división. Ahora estoy dispuesta a encontrarme con cualquiera en cualquier espacio donde podamos unirnos y resolver problemas importantes. No estoy de acuerdo con todo lo que haces o dices, pero eso no importa porque estamos de acuerdo en dos cosas: proteger los espacios exclusivos para mujeres y, lo más importante, proteger los cuerpos de los niños.

Luego me enseñaste otra lección importante. Durante un tiempo escuché en bucle tu discurso de apertura del acto Let Women Speak (Dejad Hablar a las Mujeres) en Glasgow. Mi marido me pilló viéndolo en mi teléfono en el baño mientras me preparaba para ir a trabajar. He memorizado una buena parte.

La razón por la que estáis aquí es porque en vuestras vidas no se os escucha. En vuestras propias vidas sentís que no podéis hablar. Hablo todo el tiempo con mujeres que sienten que el Estado les está haciendo luz de gas, que nos obliga a permanecer calladas. Y no vamos a callarnos más. Por fin ha llegado el momento. A partir de ahora, no tenemos miedo, no vamos a callarnos, vamos a DEJAR HABLAR A LAS MUJERES.

Unos meses antes, visité a una tía a la que tengo un gran cariño. La tía que veló por mí durante la temprana muerte de mi padre, su hermano. La tía que, en las fiestas importantes, se afanaba en la cocina año tras año para mantener unida a la progenie de su madre. Nos acercábamos al día de Acción de Gracias, y quería darle una idea de lo que estaba viviendo mi familia desde que mi hija había declarado una identidad trans. No quería anunciarlo en la reunión navideña. Quería que todos los miembros de mi familia se dirigieran a mi hija de la manera que les pareciera más honesta. Mi cariñosa tía me hizo una taza de té, me dio un plato de sopa caliente y me dijo que tenía que aceptar a mi hija como hombre trans. Mi tía conocía al pariente de una amiga que nunca había sido tan feliz. Sorbí la sopa caliente que me había preparado y asentí.

La siguiente vez no asentí. Tu encantadora voz me infundió valor.

Volvamos un poco atrás en el tiempo: cuando me enteré de que mi hija de 18 años había empezado la transición médica, me puse en contacto con la consulta de mi ginecólogo/obstetra. Pensé que podrían ayudarme. Pensé que estarían tan preocupados como yo por el impacto en la salud de estos tratamientos hormonales. Era la clínica que me había guiado a través de una intervención quirúrgica que podría haber afectado a mi fertilidad a la edad de 24 años. Era la clínica que había escuchado los latidos del corazón de mis dos hijos en el útero durante los nueve meses de su desarrollo. Los médicos de esta clínica fueron los primeros en poner sus manos sobre mis dos preciosos hijos. En un intercambio de correos electrónicos me dijeron que pensaban que mi hija estaba en buenas manos con Planned Parenthood (nota de la traductora: Planned Parenthood es una organización sin ánimo de lucro que proporciona atención sanitaria reproductiva y sexual, y educación sexual en Estados Unidos y en todo el mundo. Son pro queer). Me dijeron que el apoyo de los padres era uno de los factores más importantes para determinar un resultado positivo para los menores trans.

Y así llegamos a hoy. En mi última cita anual, vi al médico cara a cara. Había sido una semana difícil con mi hija. A veces crees ver un motivo para la esperanza y luego esa esperanza se desvanece rápidamente. Una simple pregunta del médico de «¿cómo va todo?» liberó mis emociones. No pude contener las lágrimas e intenté expresar mis preocupaciones. El médico me dijo que necesitaba un grupo de apoyo. Que me ayudaría hablar con otros padres que estuvieran más avanzados en el proceso de aceptar a sus hijos. Estaba sensible, casi desnuda y una persona con autoridad, con mi salud en sus manos, me estaba dando instrucciones. En cualquier circunstancia normal habría asentido. Pero no lo hice. No digo que fuera elocuente o bonito o que le hiciera cambiar de opinión, pero no asentí. Hablé.

Gracias Kellie-Jay. Esta es mi historia. Es sólo una historia, pero tiene que haber una infinidad de mujeres que hablan gracias a ti.

Y una última cosa. Estoy tan celosa de todas las mujeres que pueden llevar sus camisetas de Mujer Humana Adulta con fuerza y orgullo. Estoy deseando que mi hija vuelva a mí y que las dos nos las podamos poner y dar testimonio de la verdad.

Con gratitud,

Una mujer – hembra humana adulta

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2 respuestas

  1. Querida Nuria gracias por todo tu trabajo en las redes.Ha sido un privilegio conocerte y compartir activismo en Callao el sábado 11 de mayo

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