La batalla de Cable Street: contra el fascismo, el islamismo y la pseudoizquierda

Mural de Cable Street, Blog de Salagre

En 1936, la comunidad del East End impidió que la Unión Británica de Fascistas (UBF) desfilara por el barrio. Socialistas, sindicalistas, estibadores irlandeses, refugiados judíos… juntos, frenaron el avance de Mosley y sus Blackshirts, y ganaron la batalla de Cable Street.

Hacía pocos meses que había empezado la guerra civil española y la movilización original no era en el este de Londres, sino en Trafalgar Square, donde iba a celebrarse una manifestación para condenar a Franco y recaudar fondos para la República. Pero, al saber que Mosley había convocado una marcha por el este de la ciudad, donde había una gran concentración de población judía, cambiaron el plan y pidieron a la gente que acudiera a Aldgate, en el este, para impedir el desfile de la UBF.

Hitler llevaba casi cuatro años en el poder y Mussolini más de 14. La gente sabía lo que estaba pasando, y entendían que legitimar la marcha de los Blackshirts era abrir la puerta al fascismo en Reino Unido también. Los fascistas eran unos 4.000, los antifascistas más de 100.000. El choque se produjo en Cable street, donde la comunidad entera plantó cara a los fascistas: hombres y mujeres, jóvenes y mayores, con religión o sin ella. La batalla de Cable Street es un ejemplo de internacionalismo y solidaridad obrera.

Casi 90 años después, parece que la gente ha olvidado todas las lecciones de la historia. Partidos como UKIP y Reform no son la mayor amenaza para la democracia, a pesar de la xenofobia y el neoliberalismo que defienden. Incluso teniendo eso en cuenta, hay una ideología que debería preocuparnos mucho más: el islamismo. El fascismo de los años 30 y el islamismo de hoy tienen mucho en común y, sin embargo, la izquierda se opuso al primero y coquetea con el segundo. ¿Por qué? ¿Qué impide a la gente ver las similitudes? Aquí tenéis 18 ejemplos:

Fascistas e islamistas quieren:

– Eliminar la pluralidad política

– Coartar la libertad de expresión

– Subordinar a las mujeres

– Imponer políticas pronatalistas y penalizar el aborto

– Utilizar la identidad como arma: nación, fe o raza se usan para deshumanizar al rival

– Adoctrinar a la población, sobre todo a la infancia (ritos, símbolos, manipulación)

– Controlar el sistema educativo

– Controlar los medios (propaganda, censura)

– Establecer jerarquías marcadas y exigir lealtad incondicional e incuestionable (dictadores, emires, califas)

– Persecución del diferente

– Represión sexual

– Eliminar la homosexualidad

– Eliminar la autonomía del individuo, especialmente de la mujer

– Uniformidad estética

– Manipulación de la historia y confusión entre historia y mito

– Militarismo y glorificación de la guerra…

– Uso de las estructuras del Estado para ejercer violencia y terrorismo

– Las dos ideologías defienden un nacionalismo expansionista. No les basta con establecerse en una comunidad o país y buscan la creación de un nuevo orden internacional.

La “izquierda” anda perdida con políticas identitarias, desprecia a la clase trabajadora, odia a las mujeres, niega la ciencia, justifica la censura, apoya el neoliberalismo, la prostitución, la explotación sexual y reproductiva, la ideología de género, esconde o elige ignorar la pedofilia y ahora no sólo no condena a los islamistas y sus acciones en Afganistán, Irán o Pakistán. No, esos pseudoizquierdistas que durante años han criticado, y con razón, a la iglesia católica y anglicana, se envuelven ahora en una kufiya y le abren la puerta al islamismo haciendo reverencias patéticas ante unos hombres que lo han dejado claro desde el primer momento, porque actúan con la impunidad que les han regalado los partidos democráticos: «utilizaremos las leyes de Occidente para destruir Occidente».

En este vídeo podéis ver a los islamistas tomando las calles del este de Londres al grito de Allahu akbar. Los mequetrefes de la pseudoizquierda exclaman «¡Tío, que estamos en el mismo bando!», mientras el islamista exclama que no.

Escuchadlos: nos dicen cada día lo que quieren, y no es paz, ni libertad, ni democracia. Hoy han tomado el East End. Y la pseudoizquierda los ha aplaudido, haciendo el paripé de protegerlos de la ultraderecha de pacotilla, que quería desfilar por el este de Londres.

Todos han recordado la batalla de Cable Street, sin un ápice de vergüenza ante la burda manipulación. “¡No pasarán!”, gritaba el East End en 1936. En 2025, han pasado, y los “antifascistas” son quienes han abierto la puerta.

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