La hija de 3 años de un hombre con confusión de género sufrió «un caso de pubertad precoz periférica» tras estar expuesta al gel de estradiol a través del contacto piel con piel con él.
La Sociedad Europea de Endocrinología Pediátrica ha publicado lo que podría ser uno de los casos que ver con el transgenerismo más horribles que he visto hasta ahora. Bajo el título «Pubertad precoz periférica debida al estradiol exógeno en una niña de 3 años: un caso clínico», el estudio describe cómo el padre que se dice trans de la niña le causó efectos físicos devastadores al exponerla a sus «tratamientos» transgénero.
Una vez que este hombre decidió que era una mujer, comenzó a usar gel de estradiol, al que el estudio se refiere como «terapia hormonal de afirmación de género» (o GAHT, por sus siglas en inglés). Los autores del estudio señalan que «el estrógeno transdérmico en niñas con hipogonadismo es bien conocido por inducir la pubertad» y que «el desarrollo sexual debido a la exposición exógena a esteroides sexuales en los alimentos, el medio ambiente o los medicamentos es conocido, pero poco documentado».
Cuando el padre comenzó a tomar tratamientos hormonales, su hija se vio expuesta a la GAHT a través del contacto piel con piel. Esto provocó «un caso de pubertad precoz periférica» en la niña de 3 años, lo que tuvo consecuencias físicas catastróficas.
«Una niña de 3 años fue derivada a nuestra clínica pediátrica ambulatoria con desarrollo mamario… durante un período de 6 meses», afirma el estudio. «La GAHT de su padre transgénero consistía en 6,12 mg de estradiol en spray aplicados diariamente en ambos antebrazos. Después de 6 meses, se cambió a 3,75 mg de estradiol en gel al día durante 7 meses. El gel se aplicaba manualmente en el pecho, el abdomen, los hombros y los muslos. El padre informó de que había contacto piel con piel a diario».
«El examen físico de la niña reveló una etapa III de Tanner para el desarrollo mamario y una etapa I de Tanner para el desarrollo «reproductivo», continúa el estudio. «La estatura era de 108,1 cm (+3,2 DE), el peso de 19,7 kg (+0,54 DE) y la edad ósea avanzada a 6,9 años (Greulich y Pyle). La ecografía pélvica mostró un aumento del tamaño del útero y el endometrio para su edad, correspondiente a la etapa III-IV de Tanner. El estradiol era de 0,04 nmol/l y la prueba de estimulación con GnRH reveló un pico de LH de 2,0 UI/l con una relación LH/FSH de 0,77».
El estudio concluyó que estos cambios eran consecuencia directa de la exposición a los tratamientos transgénero de su padre: «Estos resultados clínicos, radiológicos y de laboratorio eran compatibles con un diagnóstico de pubertad precoz periférica debida al estradiol exógeno. La terapia hormonal del padre se cambió de un gel a un parche transdérmico, y la niña experimentó una regresión del desarrollo mamario, la normalización de la velocidad de crecimiento, la ecografía pélvica y la prueba de estimulación con GnRH (hormona liberadora de gonadotropina, artículo adicional en español».
En consecuencia, los autores del estudio advierten que quienes se someten a «tratamientos» transgénero deben ser conscientes de que «la exposición al estradiol exógeno puede provocar pubertad precoz en niñas prepúberes» y que «se debe informar exhaustivamente a las personas transgénero del riesgo de transmisión de las hormonas transdérmicas y se les debe aconsejar que se laven las manos, utilicen guantes y eviten el contacto con la piel poco después de la aplicación de las hormonas. Se debe advertir a los pacientes con criaturas del riesgo y las clínicas de género deben considerar la posibilidad de prescribir vías de administración alternativas, como comprimidos o parches, en pacientes de alto riesgo».
Este padre no solo obligaba a su familia a soportar el trauma de afirmar —y, presumiblemente, esperar que aceptaran— que ya no era un hombre, y por consiguiente que tampoco era un padre, sino que su decisión de alterar físicamente su cuerpo tuvo consecuencias tanto físicas como psicológicas, especialmente para su hija pequeña. La niña era obviamente demasiado pequeña para comprender lo que estaba sucediendo. Entonces, también le empezó a afectar a ella.
Como resumió la defensora de la infancia Katy Faust los resultados del estudio: «El padre decidió que era trans y el «tratamiento» incluía estrógenos tópicos. El contacto piel con piel provocó la pubertad precoz en su hija de 3 años, que desarrolló pechos… La ficción de que podía cambiar de sexo dañó el cuerpo de su hija».