En la primera década del siglo XXI, los padres estaban preocupados con razón por los sitios «pro-ana» (abreviación de pro-anorexia), donde adolescentes descontentas (en su mayoría chicas) y con problemas de identidad se animaban mutuamente a participar en conductas autolesivas bajo la apariencia de valentía y comunidad. Lo sé porque yo era uno de ellas.
Compartíamos fotos de «thinspo» (thin e inspiration, ayuda a inspirar a la gente con anorexia para seguir delgada o para perder peso), y usábamos nuestras venas perfeccionistas y competitivas ya de por sí, para competir entre nosotras , siempre persiguiendo una meta de peso perfecto, una meta que cambiaría cada vez que la alcanzábamos.
Algunas de nosotras están muertas, cayeron en una espiral que las llevó a una enfermedad mental de la que nadie pudieron salir. La mayoría de nosotras mejoramos, encontramos nuestra tribu, nuestro propósito y empezamos a comer de nuevo. Todavía soy propensa a la depresión y a tener problemas de alimentación, pero estoy mejor. Viva. Contenta.
¿Pero y si esas chicas fueran adolescentes hoy? Puedo garantizar que al menos la mitad de ellas habrían descubierto los grupos Trans y estarían utilizando binders y pidiendo a gritos terapia hormonal.
Ya propensas a una mentalidad de víctima, necesitando desesperadamente una comunidad y encontrando en sus propios cuerpos una fuente constante de furia y dolor, correría a coger ese tren que las llevaría al mundo trans. Con sus personalidades fuertes y decididas, escogerían EL TODO O NADA.
Pero la diferencia es que en el mundo Pro-Ana siempre se aplaudió la recuperación. En silencio, educadamente, pero aún así se respetaba. En el Mundo Trans eres un traidor si, después de algunos años de confusión adolescente, decides que ya no quieres que toda tu personalidad se centre en la victimización y en tu cuerpo.
Estás en un callejón sin salida, como en una secta. Cuestionar tus creencias equivale a herejía. Tu lugar en la comunidad depende de ser trans: las amistades no sobreviven a la detransición. Si cambias, estás FUERA. Eso no es saludable. Eso no es amistad, eso es abuso.
Los padres sabían de “pro-ana” en los 00. Las escuelas avisaron. ¿Pero ahora? Los padres son vilipendiados si NO apoyan que sus hijos adolescentes se autolesionan. Las escuelas lo fomentan. Mi hija conoce a CINCO adolescentes que dijeron que no son binarios. Eso es contagio social.
Y estos niños no pueden decidir un día volver a comer. Apagar los ordenadores y hacer amigos de verdad. Toda su identidad está envuelta en el culto. La vergüenza de decir “Cambié de opinión” es demasiado. Así que unas cuantas inseguridades y una búsqueda de aceptación en la adolescencia ahora es su ruta para el resto de sus vidas. Y los profesores, médicos, padres, lo están permitiendo. ¿Algunos necesitan hacer la transición para vivir una vida feliz? Si. Absolutamente. Y debemos apoyar a los que lo hacen. Pero permitir que los adolescentes vulnerables se operen o tomen hormonas que tienen consecuencias para la salud de por vida, es negligente. Sabemos que los adolescentes toman decisiones precipitadas, por eso es ilegal tener sexo con ellos. Fomentar esta locura de género es falso y asombrosamente irresponsable.
Llamadme lo que queráis, tránsfoba, terf – No me importa. Esas palabras han sido usadas tanto que ya no significan nada. Pero estoy harta de que todo el mundo pretenda que el Emperador está vestido. No es cierto. Está desnudo. Tú lo ves, yo lo veo, solo tienes que tener el valor de DECIRLO.
