Preguntasteis. Respondí.
Entiendo que mi cuenta de Twitter, blog y página web están recibiendo un montón de atención de los activistas de derechos trans (TRA) que creen que su trabajo es evitar que terapeutas como yo hagamos el nuestro. Así que he decidido escribir esto y fijarlo en la parte superior de mi cuenta de Twitter para la comodidad de cualquier TRA que desee presentar una queja.
Dejadme ponéroslo fácil. Aquí está el sitio web donde puede presentar una queja sobre mí. Aunque puede que vuestra pase desapercibida entre todas las demás quejas de otras personas que tampoco me conocen. Esto puede convertirse en un dolor de cabeza administrativo para mis colegas de la OBLPCT. Ya les he extendido mis condolencias por el estrés de lidiar con vuestras quejas.
Espera, ¿que hice qué?
Sí, ya me puse en contacto con la junta sobre esto. Si queréis leer lo que les he escrito, aquí está.
Tres cosas más que tal vez quieras tener en cuenta antes de denunciarme:
Uno:
Presentar una acusación falsa a la OBLPCT es en sí mismo un delito punible. Si fingís saber algo sobre mí que no sabéis, podríais terminar sufriendo consecuencias legales. Por lo tanto, cualquier cosa que podéis denunciar legalmente será lo mismo que otras personas han denunciado: tengo un sitio web y presencia en las redes sociales que no os gusta.
Dos:
Como terapeuta privada, influyo en varias docenas de personas al año.
Como escritora y conferenciante, influyo en un mayor número de personas, que crece exponencialmente. Tengo el potencial de llegar a millones.
En el mejor y en el peor de los casos, si ganáis y pierdo la licencia (o me la suspenden temporalmente), y no puedo ver a mis clientes, mi plan B es concentrarme a tiempo completo en escribir y en hacer podcasts.
Cuando los «activistas» tuvieron éxito en su misión de expulsar a Bret Weinstein y Heather Heying de la Universidad Evergreen en 2017, el alcance de los ex profesores aumentó exponencialmente. Pasaron de ayudar a unos pocos cientos de estudiantes, a llegar a cientos de miles de personas a través de su canal de YouTube, podcast, blogs y, ahora, su libro.
Así que así están las cosas. No creo que queráis que pierda la licencia. Eso significaría que tendría todo el día, todos los días, para expresarme de manera que llegue exponencialmente a más personas que la terapia individual o familiar.
Tres:
He estado practicando conversaciones difíciles docenas de horas por semana durante los últimos 8 años. He dejado sectas y relaciones abusivas. Tengo un coeficiente intelectual de 165. Soy muy buena con las palabras, bien documentada y persuasiva. Y estoy conectada con todos los expertos adecuados en campos dispares.
Si buscáis conmigo una pelea que nos lleve a los juzgados, estaría dispuesta y sería capaz de escalar el problema, y nuestro lado podría ganar. La batalla judicial en la que me meterías podría resultar en revertir las leyes que redefinieron la «terapia de conversión» para incluir cuestionar la identidad de género de alguien. Esto sería una victoria para mi bando, y permitiría a los terapeutas practicar de una forma ética otra vez.
Básicamente, no soy el tipo de persona con la que te quieres meter. Solo un poco de materia de reflexión antes de continuar. Toma la decisión que más te convenga.
De nada, y mucha suerte. Esto va por vosotros, chavales.
3 respuestas
Pero qué grande.
Su fortaleza mental descansa en la seguridad de que su labor ayuda a quienes acuden a su consulta,de forma profesional y sin necesidad de afirmar
por decreto queer. Enhorabuena.
Brutal. De mayor yo quiero ser como esa mujer. Vivan sus ovarios!!!