Andrea Robin Skinner afirma que su padrastro la agredió sexualmente cuando tenía nueve años, pero su madre le dijo que «lo quería demasiado» para dejarlo
La hija de la premio Nobel Alice Munro, Andrea Robin Skinner, ha alegado que su padrastro abusó sexualmente de ella cuando era niña, y que su madre se quedó con él incluso después de que él admitiera los abusos.
Skinner reveló las acusaciones en un ensayo y un artículo de prensa en el Toronto Star de Canadá este fin de semana, escribiendo acerca de cómo su padrastro, Gerald Fremlin, comenzó a agredirla sexualmente en 1976, cuando ella tenía nueve años y él estaba en la cincuentena.
Alegó que Fremlin se metió en la cama donde ella dormía en casa de su madre en Clinton, Ontario, y la agredió sexualmente. Skinner se lo contó a su padre, James Munro, quien, según ella, no se lo dijo a Munro.
Durante los años siguientes, Skinner afirma que Fremlin le hizo proposiciones, se exhibió ante ella y «me contó qué niñas del barrio le gustaban». Skinner cuenta que dejó de agredirla cuando llegó a la adolescencia, pero desarrolló bulimia, insomnio y migrañas, que atribuyó a los abusos.
En 2005, Skinner acudió a la policía. Fremlin, que entonces tenía 80 años, fue acusado de abusos deshonestos contra Skinner y se declaró culpable. Se le impuso una sentencia suspendida y dos años de libertad condicional. Munro se quedó con Fremlin hasta que éste murió en 2013.
Munro, considerada una de las mejores escritoras de relatos cortos de todos los tiempos y premio Nobel de Literatura en 2013, falleció el mes pasado a los 92 años.
Skinner escribió que le contó por primera vez a su madre sobre el abuso en 1992, cuando tenía 20 años, escribiéndole una carta después de que Munro mostrara compasión hacia un personaje de una historia que fue abusado sexualmente por su padrastro.
Sin embargo, Skinner afirmó que Munro «reaccionó exactamente como me temía que lo haría, como si se hubiera enterado de una infidelidad».
Munro dejó temporalmente a Fremlin, que admitió en cartas los abusos, pero culpó de ellos a Skinner. «En el peor de los casos pienso hacerlo público», escribió, según Skinner. «Pondré a disposición para su publicación una serie de fotografías, en particular algunas tomadas en mi cabaña cerca de Ottawa, que son extremadamente elocuentes… una de Andrea con mis calzoncillos puestos».
«Ella dijo que se lo había ‘dicho demasiado tarde’, … que lo amaba demasiado, y que nuestra cultura misógina tenía la culpa si yo esperaba que ella negara sus propias necesidades, se sacrificara por sus hijas y compensara los fallos de los hombres», escribió Skinner. «Insistió en que lo que había ocurrido era entre mi padrastro y yo. No tenía nada que ver con ella».
«Yo… estaba abrumada por su sentimiento de daño a ella misma. Creía que mi padre nos había obligado a guardar el secreto para humillarla. Luego me habló de otras niñas con las que Fremlin tenía ‘amistad’, enfatizando su propia sensación de que ella, personalmente, había sido traicionada. ¿Se daba cuenta de que estaba hablando con una víctima y de que yo era su hija? De ser así, yo no lo sentía».
Skinner se distanció de su familia en 2002, después de decirle a Munro que no permitiría que Fremlin se acercara a sus criaturas. Pero tras leer una entrevista en la que Munro hablaba positivamente de su matrimonio, Skinner llevó las cartas de Fremlin a la policía en 2005.
«Describía a mi yo de nueve años como una ‘rompehogares'», escribió, añadiendo que la acusaba de invadir su dormitorio «para aventuras sexuales».
«El silencio continuó» incluso después de la muerte de Fremlin, escribió Skinner, debido a la fama de su madre.
«También quería que esta historia, mi historia, formara parte de las historias que la gente cuenta sobre mi madre», escribió. «No quería volver a ver una entrevista, biografía o evento que no lidiara con la realidad de lo que me había sucedido, y con el hecho de que mi madre, enfrentada a la verdad de lo que había pasado, eligiera quedarse con mi agresor y protegerlo».
6 respuestas
Lo increíble también es que se lo dijo a su padre cuando pasó y él siguió enviándola igual a casa de la madre sabiendo que allí estaba el abusador de su hija. Terrible. Es tremendo cómo se minimizan los abusos a menores llegando incluso a acusarlos de ser los causantes.
Tener que vivir con el abusador y sus dos colaboradores, sus padres. No me cabe en la cabeza esa crueldad.
No hay límites para los abusadores, aún duele más la interiorización de la sumisión de las mujeres, contra sí mismas y sus propias hijas.
La denuncia es el camino, por duro que sea.
Gracias, Nuria.
Encima de los abusos, que te traicione tu madre de esa forma tiene que marcar de por vida. Pobre mujer.
Un abrazo, Sol.
lo leí ayer y me quedé muerta! me parece genial que lo haya hecho público, la obra de munro ya no se podrá leer de la misma manera, y es justo que sea así. no crees?
Totalmente de acuerdo, yo soy incapaz de separar el autor de su obra. A veces es mejor vivir en la ignorancia, pero, una vez lo ves, no lo puedes desver.