Autolesión con piel de cordero.

En vez de pensar en Phyllis Schlafly (Mrs América) cuando piensas en mujeres antifeministas, piensa en aquellas mujeres que dicen ser feministas cuando en realidad están en contra de todo lo que defendemos. Por lo menos Schlafly no nos siguió insultando al fingir ser una de nosotras. Hoy en día, muchas mujeres antifeministas afirman ser feministas para hablar con autoridad fingida contra el movimiento.

La razón por la que el feminismo es tan difícil es porque la mayoría de las mujeres se ponen del lado de sus agresores, no porque sean estúpidas, sino porque el patriarcado está organizado para negarnos conciencia de clase, historia y solidaridad.

Tomemos como ejemplo la reciente denuncia de Billie Eilish de la pornografía, que calificó de «violenta y abusiva». Eilish reveló durante una entrevista con Howard Stern, un entusiasta «fanático del porno», cómo comenzó a consumirla cuando tenía solo once años y cómo le dio pesadillas y distorsionó sus respuestas sexuales. Durante su adolescencia, dijo Eilish, ver pornografía la ayudó a sentirse como si fuera «uno de los chicos».

Eilish dice estar enojada consigo misma por pensar que estaba bien ver tanta pornografía y explicó que, cuando comenzó a salir con hombres, le resultaba difícil decir «no» a ciertas prácticas sexuales dañinas porque estos actos se habían normalizado como resultado del consumo generalizado de pornografía entre niños y hombres jóvenes. Sus comentarios hicieron que todas las antifeministas salieran de debajo de las piedras, y algunas acusaron a Eilish de ser anti-mujer, con el argumento de que algunas mujeres encuentran «empoderamiento» a través de la pornografía. «¿Eso incluye a las mujeres involucradas en ella, que lo disfrutan y no sienten la necesidad de culpar de sus propios problemas con el medio a toda la industria? Porque su declaración parece muy anti-mujer y muy anti-elección», dice un comentario, usando el doble discurso orwelliano.

Nunca debemos asumir que los miembros de un particular grupo oprimido quieren ser liberados. Muchas mujeres ayudan en su propia opresión porque hemos aprendido que puede ser más seguro a corto plazo. Somos el único grupo oprimido del planeta que se espera que ame, proteja y defienda ferozmente a nuestros opresores.

Para las mujeres heterosexuales, su pesadilla personal podría ser la sospecha de que el hombre que aman y que está al otro lado de la mesa del desayuno,  disfrute de pornografía violenta de mujeres. No es raro que las madres se preocupen de que sus hijos sean acusados de violación. Se nos dice que los hombres nos protegerán si nos portamos bien, pero es una mentira y lo intuimos.

Aquellas que han elegido casarse con hombres y quedarse en casa para cuidar a los niños, pueden creer que las feministas las desprecian. Esto suele ser un mecanismo de defensa porque nunca he escuchado a una feminista de verdad hablar de las mujeres de esa manera.

Algunas mujeres dicen que no necesitan el feminismo porque refuerza el patriarcado y ayuda a los hombres a sentirse como si fueran todopoderosos (tener todo un movimiento en tu contra pude resultar intoxicante).

Las antifeministas menos imaginativas dirán que no les gusta el movimiento porque demoniza a los hombres, etiquetándolos a todos como violadores y, por lo tanto, convirtiendo a las mujeres en eternas víctimas.

Algunas simplemente negarán que exista violencia contra las mujeres, o dirán que exponer el abuso de los hombres promueve esa violencia al normalizar el abuso doméstico y la agresión sexual.

Para otras, se trata de quedar bien y de resultar atractivas a los hombres. Es instintivo para las feministas oponerse a la prostitución, la pornografía y el pole-dance, por ejemplo, pero algunas mujeres sienten que necesitan defender tales prácticas para evitar ser etiquetadas de mojigatas o anti-sexo. Estas mujeres denunciarán el feminismo en vez de cuestionar la explotación sexual global.

Las de extrema izquierda pueden criticar el feminismo desde una posición de relativismo cultural. Debido a que tenemos la molesta costumbre de hacer campaña no solo contra la violación y la violencia doméstica, sino también contra las prácticas justificadas como «culturales», como la mutilación genital femenina (MGF) y los matrimonios forzosos o infantiles, a menudo se nos acusa de racistas, «islamófobas» o incluso se nos etiqueta con el práctico insulto de «feministas blancas».

El término «feminista blanca» es un arma relativamente nueva en el arsenal utilizado para desacreditar a las feministas de base. Las críticas usan «feminista blanca» como un insulto en lugar de un descriptor (de lo contrario, ¿por qué no simplemente decir «feminista racista»?) para cerrar un debate. Si alguien quiere debatir una política, como criminalizar a los hombres que pagan por sexo, o si las mujeres trans deberían tener acceso a espacios solo para mujeres, el debate debería ser sobre los méritos de la política. Las acusaciones de feminismo blanco descarrilan y cierran la discusión, menospreciando a las feministas en nombre del progresismo.

La solución feminista para las mujeres antifeministas es preguntarles, repetida e inequívocamente, por qué están yendo en contra de sus propios intereses. Solo hay una respuesta, y es evitar ofender o molestar a los hombres. ¿Qué otra razón hay para denunciar y oponerse a un movimiento que exige la liberación de la mujer? Debemos ser firmes en nuestro desafío a las mujeres antifeministas, recordando que todas empezamos así. Reconocer que hablar en contra del abuso y la dominación de los hombres es aterrador: corremos el riesgo de enfadar a nuestros hijos, padres y otros hombres en nuestras vidas. Las mujeres que odian el feminismo están practicando una forma de autolesión, disfrazada de protección a corto plazo. El trabajo de las feministas es dar la bienvenida a esas mujeres al grupo.


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Un comentario

  1. Yo suelo perder la paciencia con las alienadas, aunque cuando era adolescente no sabía que era ser feminista me caían muy mal las mujeres que se ponían de parte de los hombres, desde entonces siempre he tenido mi espinita con ellas, ahora que soy feminista entiendo de que va todo, pero las sigo viendo como traidoras y siento que las odio. Sé que está mal pero estoy tan harta de soportar misóginos que me parece el colmo de tener que aguantar el machismo de las mujeres. Pero bueno, yo lo intentaré. Lo que si veo difícil es algunas feministas que le tiran mierda a otras feministas por la más mínima cosa, ¿cómo invitas a una antifeminista a un sitio con tanta hostilidad? Actitudes que por cierto dan la razón a lo que dicen los machistas de nosotras, es bastante difícil recordando que vienen desde una zona de confort.

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