Carta a la Junta de Consejeros Profesionales y Terapeutas Licenciados de Oregón.

Desconocidos intentan que me revoquen la licencia. Estoy encantada de hablar con la junta sobre ello.

Después de que un montón de desconocidos en Twitter empezaran a amenazarme con denunciarme a mi junta reguladora, pensé que sería prudente comunicarse directamente con ellos. Esto es lo que dije.


Saludos a colegas y miembros de la junta directiva de la OBLPCT,

Escribo hoy como titular de licencia de Oregon (LMFT T1201) para abordar proactivamente un problema: es posible que estén recibiendo algunas quejas sobre mí. Estoy siendo acosada y amenazada por personas que no conozco en Twitter. Muchas de estas cuentas son anónimas. Su queja es sobre la ideología de género. Afirman que mi comportamiento es ilegal y que tienen motivos para denunciarme porque creen que estoy violando la prohibición de la terapia de conversión.

Primero, permítanme aclarar algunas cosas:

1. Entiendo que la terapia de conversión se ha redefinido a nivel nacional para incluir no solo la orientación sexual, sino también la identidad de género. Entiendo que es ilegal en varios estados de acuerdo con diferentes políticas. En Oregon, específicamente, es ilegal para menores.

2. No practico la terapia de conversión de acuerdo con ninguna definición.

3. He trabajado de manera solidaria con muchos jóvenes identificados trans y no binarios.

4. Hasta la fecha no conozco a un solo cliente mío, ni a nadie que me conozca en ningún aspecto, que haya presentado una queja ante la junta. Solo sé de desconocidos online, activistas de derechos trans, la mayoría de ellos con cuentas anónimas y cuyo propósito parece ser desautorizar a cualquiera que cuestione su agenda. Algunos, por ejemplo, tienen «#banconversiontherapy» en la parte superior de sus perfiles.

5. Apoyo plenamente los derechos de las lesbianas, gays y bisexuales. Me preocupa que algunos «derechos» por los que luchan los activistas trans amenacen los derechos basados en el sexo, por ejemplo, los espacios seguros solo para mujeres, los deportes para mujeres, las prisiones para mujeres, etc. Creo que tengo derecho a mis opiniones políticas y a la libertad de expresión cuando expreso estas preocupaciones a través de mis escritos.

6. Cumplo con todas las pautas legales y éticas de los psicoterapeutas en Oregon. Tengo la licencia desde 2016 sin problemas. Además de cumplir con los CEU (*unidades de educación continua) (actualmente estoy terminando los míos para poder renovar mi licencia en enero de 2022), dedico mucho tiempo a estudiar por mi cuenta. A veces también leo los REA y la lista de sanciones.

7. Creo que la redefinición de la terapia de conversión en 2015 fue un error, y voy a explicar por qué.

Por qué me opongo a la redefinición de la «terapia de conversión»

Tengo entendido que en 2015 la «terapia de conversión» a nivel nacional se redefinió de su significado clásico, prohibiendo los intentos de usar la terapia para «convertir» a los homosexuales en heterosexuales, para incluir ahora la «identidad de género».

Creo que esto es lamentable, por muchas razones. Me opongo a la discriminación basada en el sexo o la orientación sexual, y tengo una gran experiencia clínica trabajando de manera solidaria con clientes homosexuales y bisexuales. La orientación sexual es una realidad biológica que tiende a ser innata y es estable a lo largo de la vida. No hay nada inherentemente dañino en la orientación sexual de cualquier persona, siempre y cuando se trate de personas mayores de edad.

En contraste, la «identidad de género» es un concepto nuevo, uno que es fluido, sujeto a influencias del desarrollo y, especialmente, sujeto a la influencia social. Muchas personas consideran que la «identidad de género» es un concepto metafísico, en el sentido de que no tiene base en la realidad biológica. Por ejemplo, no hay base científica para frases como «nacido en el cuerpo equivocado» o «cerebro masculino en un cuerpo femenino». Estas son válidas y dignas de exploración como intentos de describir ciertos sentimientos, pero eso no las hace objetivamente reales, y muchos argumentarían que eso no significa que el sentido interno y subjetivo de identidad de alguien deba reemplazar los derechos basados en el sexo.

No tengo ningún problema con que alguien tenga la visión del mundo religiosa o espiritual que le plazca. He trabajado con personas con unas creencias muy diferentes. Sin embargo, como terapeuta, es mi trabajo (1) notar signos de participación en un culto, (2) explorar lo que las personas quieren decir por las cosas que dicen, y (3) ayudar a los clientes a examinar cómo sus creencias influyen en su comportamiento y emociones. Sin embargo, ese no es mi punto principal. Lo que me gustaría abordar es el punto en el que la creencia en una identidad de género se vuelve preocupante.

Cuando los jóvenes adoptan una «identidad de género» que es diferente de su sexo biológico, muchos lo hacen por la presión de sus compañeros, o en respuesta al desarrollo normal de la identidad adolescente. En contraste con la orientación sexual, adoptar una cierta «identidad de género» puede conducir a un daño significativo cuando se combina con el entorno sociopolítico y médico actual, que busca medicalizar el género mediante la asignación de bloqueadores de la pubertad, hormonas sexuales cruzadas y operaciones, todo lo cual representa un gran riesgo de daño, por innumerables razones. Sería irresponsable no familiarizarse con el creciente número de datos sobre este tema.

Siempre he aconsejado a las mujeres que sean conscientes de cómo sus hormonas afectan sus estados de ánimo. He animado a las mujeres a que hagan un seguimiento de sus ciclos y a que tengan especial cuidado durante los períodos premenstruales para aquellas que tienen cambios de humor mensuales. He ayudado a las adolescentes a adaptarse a la incomodidad de sus períodos y a conocer sus cuerpos. También he sido siempre una defensora de la salud, alentando a mis clientes a reducir en lo posible los mecanismos de defensa dañinos y reemplazarlos por métodos  más saludables. También he sido siempre partidaria de ayudar a las personas a sentirse más cómodas con sus cuerpos, a sanar de la disociación y practicar el autocuidado. He ayudado a muchos clientes a obtener estas herramientas. No voy a ignorar de repente todo lo que sé sobre las hormonas, la salud y el cuerpo humano, y pretender que las interrupciones masivas y sin precedentes en el sistema endocrino, que tienen innumerables efectos secundarios, son perfectamente inofensivas. Eso sería imprudente, irresponsable y falso.

También siempre he abordado la psicoterapia con profundidad y matices. Hago muchas preguntas, ofrezco muchas reflexiones, guío a las personas a desentrañar el significado que las cosas tienen para ellos. Si algo está fuera de los límites, no lo fuerzo. A menudo normalizo, replanteo positivamente, valido y / o aliento a las personas a poner límites con respecto a lo que discuten en terapia. Por ejemplo, si alguien tiene antecedentes de trauma sexual, a menudo espero a que lo mencionen, y cuando hablamos de ello, compruebo con frecuencia que todavía se siente bien hablando de ello, o si es demasiado vulnerable y abrumador. También normalizo los problemas de confianza en la terapia. Les digo a los clientes, especialmente al principio de nuestra relación, que ser una profesional no significa que sea natural contármelo todo. Es normal ser cauteloso. La confianza y la relación deben desarrollarse con el tiempo y la experiencia, y estoy aquí para participar en ese proceso con ellos de una manera segura. Sin embargo, aparte de estas situaciones en las que una debería actuar con delicadeza, cuando se haya establecido la confianza y la relación adecuadas y el cliente esté listo para compartir, mi trabajo es ayudar a abrir la situación para explorarla. Incluso la cosa más pequeña puede tener una gran importancia para ellos. Nunca subestimes la importancia de algo tan ordinario como [un pequeño objeto que tiene un significado personal para alguien].] Así que, dicho todo esto, pueden imaginar mi incredulidad, escepticismo e indecisión con respecto a la noción de que hay algunas cosas que no se pueden cuestionar en terapia. No quiero tomar la «identidad de género» escogida de una persona al pie de la letra, y afirmarla sin un examen. Eso va en contra de todo lo que sé.

Además, la prohibición de la «terapia de conversión» para menores en Oregón es especialmente preocupante porque el desarrollo de la identidad es un proceso tierno y fluido durante la adolescencia. Los jóvenes necesitan apoyo más que cualquier otro grupo demográfico cuando se trata de explorar lo que significa la identidad para ellos y cómo evoluciona con el tiempo.

Otra preocupación con esta prohibición es que pone a los terapeutas en riesgo de ser atacados por clientes con trastornos de la personalidad. (O, en el caso de aquellos con presencia pública como yo, desconocidos online con trastornos de personalidad que no son clientes, pero eso es para otro momento). Todos estamos familiarizados con estos patrones. Cualquier terapeuta que trabaje con personas con trastorno límite de la personalidad sabe anticipar que el cliente puede pasar rápidamente de idealizar al terapeuta a demonizarlo, en respuesta al más mínimo abandono percibido. Los rasgos narcisistas, histriónicos y antisociales también plantean riesgos similares. Cuando un terapeuta decide tratar a personas con TLP grave, sabe que puede necesitar lidiar continuamente con violaciones de límites, amenazas o intentos de suicidio y ataques de ira abusivos. Ahora agreguemos a la mezcla que un sentido de identidad inestable también es parte del TLP, y combinemos esto con el hecho de que las personas que cuestionan su género tienen ese rasgo. Entonces, ¿cómo lidiamos con el hecho de que las personas con estos rasgos y comportamientos pueden pasar de adorar a su terapeuta a querer sabotear su carrera? Una terapeuta que trabaja con, digamos, una joven de 17 años que cuestiona su género y que muestra rasgos TLP, podría estar haciendo un excelente trabajo, pero si hace algo que desencadene la ira por abandono, termina siendo objeto de una queja de la junta, acusada de hacer «terapia de conversión» por intentar explorar lo que la adolescente quería decir cuando decía «sentirse trans».

Al prohibir la «terapia de conversión», también hacemos que sea mucho más difícil para los terapeutas realizar un diagnóstico diferencial adecuado, identificar y tratar las comorbilidades. Como ejemplo, muchas personas han comparado la disforia de género con la anorexia en el sentido de que ambas implican odiar el cuerpo e intentar alterarlo. Entonces, ¿qué hacemos si un paciente presenta disforia de género y anorexia, y los dos están relacionados? Qué hablar de otras comorbilidades. Me gustaría dar un ejemplo.

Digamos, por ejemplo, que tenemos una chica que se identifica como un chico. Esta joven odia su cuerpo y su distribución femenina de grasa, y adopta una dieta muy pobre en calorías en un intento de parecer más masculina. A partir de ahí, la salud mental y física de la joven entra en una peligrosa espiral descendente con la que cualquiera que haya trabajado con trastornos alimentarios está dolorosamente familiarizado. El cerebro desnutrido no puede funcionar correctamente y carece de la energía para poder abordar cualquier problema psicológico de manera adecuada en la terapia.

Ahora agreguemos a esa mezcla que esta misma joven fue abusada por una niñera a la edad de cuatro años, lo que ella (o sus padres) pueden o no decirte (o incluso recordar). Y desarrolla los pechos temprano, y fue acosada sexualmente con frecuencia por hombres adultos a partir de los 12 años. Estos traumas contribuyeron a una sensación de inseguridad en un cuerpo femenino.

Agreguemos también que esta niña fue acosada en la escuela y nunca encajó del todo. Esta niña aprendió sobre ser transgénero online, donde le prometieron que, al ser trans, sería aceptada y pertenecería a una «familia arco iris» fiel. O bien, los compañeros de clase de la niña empiezan a identificarse como «trans» y a burlarse de las personas «cis». Esta niña quiere desesperadamente encajar, ser querida y ser protegida. Estos factores sociales pueden haber dado forma a su deseo de identificarse de esta manera.

Hay muchas otras comorbilidades que podríamos agregar al cuadro clínico. Autismo, TDAH, dificultades de aprendizaje, depresión, ansiedad, TOC, TEPT, lo que sea. Cada uno de estos podría estar interconectado con la «identidad de género» de la niña de muchas maneras.

Tal vez la niña fue expuesta a la pornografía que representaba a las mujeres de manera cosificadora, humillante, degradante o aterradora, y esto dio forma a su sentido de lo que es una mujer y cómo es tratada.

También podría haber dinámicas familiares en juego. Tal vez la familia cumple con estrictos roles de género en los que las mujeres están subordinadas a los hombres, o puede ser que se hayan reído del interés de la niña por el fútbol y los coches de carreras por no ser cosas de chicas.

La prohibición de la «terapia de conversión» inhibe al terapeuta de esta niña de intentar comprender y explorar la miríada de factores psicosociales, así como las comorbilidades psiquiátricas que componen el complejo cuadro clínico en el que «sentirse trans» es el «problema que se presenta» y lo que se desea son operaciones y hormonas de sexo cruzado.

Como terapeutas, tenemos la responsabilidad de llevar a cabo un proceso exhaustivo de evaluación y planificación del tratamiento. El plan de tratamiento debe ser apropiado para las afecciones que se abordan. De acuerdo con el modelo médico, debe haber «necesidad médica» para el tratamiento, y el tratamiento siempre debe ser el tratamiento mínimo necesario que aborde el problema. Por lo tanto, no hay justificación ética para apresurar a los jóvenes a que se sometan a procedimientos médicos costosos, invasivos, de por vida y plagados de efectos secundarios, cuando la simple terapia de conversación podría ayudarlos a crecer para sentirse más cómodos aceptando su sexo de nacimiento sin necesidad de buscar una modificación corporal.

Estas son mis razones para oponerme a la redefinición de la «terapia de conversión» para incluir la «identidad de género». No creo que sea preferible ser homosexual a heterosexual. Sin embargo, creo que es preferible sentirse cómodo en el sexo de nacimiento, y libre de cualquier deseo de alterar médicamente el cuerpo, que sentirse tan incómodo con su sexo que sienta la necesidad de alterar permanentemente su cuerpo de manera arriesgada y de la que posiblemente se arrepienta.

Me gustaría añadir que, fuera de mi trabajo clínico, investigo las experiencias de los detransicionadores. Mi investigación viene en forma de innumerables horas de cuentas personales en YouTube; estudiando el trabajo de la Dra. Lisa Littman, con quien tengo una entrevista en breve; así como conversaciones personales con detransicionadores, los que desisten de la idea y personas trans que se cuestionan sus decisiones. Algunas de estas entrevistas han sido grabadas y estarán disponibles a través de mi podcast el próximo año. He encontrado a estos conocidos online fuera de terapia. Aprecio enormemente su franqueza conmigo, ya que me está ayudando a aprender cosas que serán invaluables en los próximos años a medida que veamos venir una ola de detransicionadores. Espero poder proporcionar una educación continua a los terapeutas sobre cómo trabajar con esta nueva población. Puedo compartir que, por mis experiencias hasta ahora, muchas de estas personas no buscan terapia porque no confían en los terapeutas. Esto a menudo se debe a que sus terapeutas anteriores simplemente «afirmaron» su «identidad de género» sin cuestionar y no los ayudaron a desentrañar factores como el trauma sexual infantil que jugó un papel en su incomodidad con su sexo de nacimiento. Desearían, en retrospectiva, que sus terapeutas hubieran abordado el tema de la manera en que me gustaría a mí poder abordarlo. Nuestro campo necesita desesperadamente escuchar a esta gente, que es una razón por la que amplifico sus voces a través de mi blog, redes sociales y próximo podcast.

También investigo las experiencias de padres de jóvenes con disforia de género acelerada, un término que describe un fenómeno observable que aún no está en el DSM (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) pero que aún es digno de estudio, aunque los fervientes activistas de los derechos trans dirán enfadados que el DGIR «no existe». Los activistas de los derechos trans se apresuran a declarar que los padres de jóvenes que cuestionan el género son intolerantes. Desafortunadamente, muchos terapeutas se han subido a este tren. Sin embargo, todos los padres con los que he hablado, y cuyos relatos personales he leído, son personas cariñosas, reflexivas, que están preocupadas y quieren lo mejor para sus hijos. Necesitan ser escuchados y apoyados. Observaron un cambio muy rápido de no tener evidencia de disforia de género a declarar repentinamente una identidad trans después de un período de uso intenso de las redes sociales, a menudo incluyendo el grooming de adultos. Necesitamos aprender de estos padres.

Estas son mis razones para oponerme a la prohibición de la «terapia de conversión» para menores, cuando la «terapia de conversión» se ha redefinido como una terapia que incluye cuestionar la «identidad de género». Creo que necesitamos una terapia mejor pensada para los jóvenes que cuestionan el género. Pero estoy aquí para quedarme, así que no tengo ningún deseo de sacrificar mi licencia. Esa es la razón…

Todo lo que hago es legal, y estoy aquí para aclararlo con ustedes directamente.

Estoy siempre dentro del margen legar en mi trabajo y, por supuesto, protejo la privacidad del paciente. Reviso periódicamente los REA que rigen la psicoterapia y la lista de sanciones. Me dirijo a ustedes para verificar que estoy cumpliendo con todas las leyes en mi campo.

No practico la terapia de conversión de acuerdo con ninguna definición. He trabajado con muchos adolescentes y adultos que cuestionan el género y que se identifican como trans o no binarios. Fui entrenada para practicar el modelo «afirmativo», y lo he hecho aunque, con el paso del tiempo, cada vez me preocupaba más. En mi experiencia, la salud mental no ha mejorado después de la transición en las personas con las que he trabajado. Muchos de ellos se encontraron con que su angustia no había hecho más que empeorar, pero sentí que mis manos estaban atadas y no pude explorar cómo se sentían acerca de su cuerpo e identidad trans.

A medida que he ido aprendiendo más sobre este tema, me han empezado a surgir dudas, así que he dejado de aceptar clientes adolescentes que buscan ser «afirmados» en su género debido a las preocupaciones que he descrito en esta carta. Entiendo que si trabajo con clientes adolescentes y cuestiono su género, me arriesgaría a una investigación de la junta. Ojalá este no fuera el caso, porque los jóvenes necesitan ayuda para explorar estos temas con delicadeza. Lo que estoy haciendo en este momento es lo siguiente:

Me estoy poniendo a disposición de los detransicionados y desistidores que necesitan terapia. Ninguno se ha contactado conmigo hasta ahora, pero estoy aprendiendo todo lo que puedo sobre ellos, en preparación para aquellos que van a necesitar apoyo en el futuro.

Me estoy poniendo a disposición de los padres de jóvenes que cuestionan su género.

También he aceptado un número limitado de casos de terapia familiar en los que hay conflicto sobre el género del menor y las intervenciones que están buscando. No doy consejos médicos. Trabajo en torno al tema del género examinando todo lo que está sucediendo alrededor, incluidas las comorbilidades como la depresión y el TDAH, el conflicto familiar, la pérdida y el dolor. Estoy ayudando a las familias a descubrir los factores que contribuyen a la falta de comunicación y otros problemas adyacentes a sus batallas sobre el género. Hasta ahora va bien. Lo más cerca que hemos llegado al género es explorar lo que significan los roles de género, cómo los factores familiares y culturales han dado forma a las percepciones de los roles de género, y la idea apropiada en el desarrollo de aliviar la presión para participar en la «exclusión de la identidad». Ayudo a los jóvenes y a los padres a llegar a un acuerdo sobre la idea de que nadie quiere que se sientan obligados a decidir prematuramente quiénes son o qué les interesa, tenga esto que ver con el género o no.

Si tengo que dejar de trabajar con adolescentes como parte de la terapia familiar para cumplir con la ley, lo haré. Sin embargo, creo que esto sería poco acertado. Estas familias no están teniendo ninguna suerte con los terapeutas «afirmadores», que a menudo lo único que hacen es abrir una brecha entre padres e hijos.

No me puedo imaginar ningún caso legal o ético por el que tenga que dejar de ayudar a aliviar la angustia de los padres de jóvenes que cuestionan el género, o por qué debería abstenerme de ayudar a los detransicionadores y desistidores.

Agradecería comentarios por si no he entendido algo en lo referente al cumplimiento de la ley.

Es posible que reciba un aluvión de quejas sobre mí, probablemente por mucho tiempo.

Estos temas se están volviendo cada vez más candentes en la cultura social más amplia, y mi presencia como escritora y podcaster se está volviendo más conocida públicamente. Los activistas de derechos trans creen que están haciendo lo correcto al denunciarme porque piensas que lo que estoy haciendo está mal, aunque no están familiarizados con mi trabajo. Parecen tener mentalidades muy rígidas y adoctrinadas que les impiden percibir los matices en mi escritura. Sospecho que algunos de ellos pueden ser bastante disfuncionales o con trastornos de la personalidad, pero ese no es mi problema y no son mis clientes. En cualquier caso, me van a acosar y a denunciar porque eso es lo que se han propuesto hacer en nombre de su causa. Pido disculpas de antemano por el estrés administrativo que debe causar tratar estas quejas, y me gustaría saber cómo van a ser tratadas.

Me encantaría hablar con ustedes, aclarar estos temas y compartir sus directrices con otros.

Este es un tema muy polémico. La confusión, la sobrecarga y el miedo a la reprimenda de los terapeutas dejan a muchos pacientes sin recibir la atención adecuada. Creo que sería muy útil si otros terapeutas y yo pudiéramos escuchar de ustedes exactamente lo que la «terapia de conversión» y su prohibición significan o no para los terapeutas y pacientes en Oregon. Me gustaría que me dieran su permiso para compartir cualquier cosa que estén dispuestos a proporcionar por escrito para la vista del público. Me gustaría aún más tener la oportunidad de entrevistar a un miembro de la junta para mi podcast.

Gracias de antemano por su tiempo y consideración.

Saludos cordiales,

Stephanie Winn, LMFT


Después de enviar esta carta y publicarla aquí, escribí esto dirigiéndome directamente a cualquier activista de derechos trans que desee denunciarme a la junta. Para su conveniencia, fijé esta información en la parte superior de mi biografía de Twitter.


Sigue bailando.

Carta original

Segunda carta

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