Algunos se dan martillazos en la cara para parecer más atractivos. Otros creen que no pueden estar en una habitación con una mujer. Los hombres radicalizados que conocí para mi nuevo documental me dejaron sin palabras.
Estoy sentado en un bar en Southampton con un «incel», que significa célibe involuntario, que nunca ha tenido una conversación verdadera con una mujer adulta que no sea su madre. «¿Qué piensas acerca de la idea de hablar con una señora?» Le pregunto. «Creo que me preocuparía un poco por mi seguridad», dice, «en el sentido de acusaciones falsas de violación. Por lo que leí en Internet, no es seguro estar en la misma habitación que una mujer sin un tercero presente». Me dice que si se acerca a una mujer, ella puede empezar a darse golpes a sí misma para acusarlo falsamente de «agresión o abuso doméstico».
He pasado un año dentro de la comunidad incel en el Reino Unido y en el extranjero, un mundo de soledad, aislamiento y misoginia extrema, para un programa de televisión. Podría ser el documental más deprimente que he hecho y hay unos cuantos candidatos.
Como cangrejos en un barril, hombres enfadados, jóvenes y vírgenes se lavan el cerebro unos a otros con una ideología que les dice que solo los hombres extremadamente guapos tienen éxito con las mujeres y en la vida, y que si no encajas en ese criterio, las mujeres no solo te van a ignorar, sino que te van a destruir. Anima a los que no tengan la forma correcta de mandíbula, que no sean lo suficientemente altos o que no sean un «Cayetano» (un macho muy atractivo) a darse por vencido. También les señala el enemigo supremo: las mujeres.
Los adolescentes solitarios que no son sociables por naturaleza, o que no son buenos en los deportes o populares, usan Internet para encontrar su comunidad. Ya lo sabes, los has visto. Probablemente hayas reemplazado la interacción de la vida real con una interacción digital más veces de las que te gustaría admitir. Pero el mundo incel lo lleva más allá… y radicaliza a los jóvenes.
Es un mundo en donde la separación entre lo físico y lo virtual es inexistente. Donde todo el círculo social de la gente son usuarios anónimos al otro lado del mundo y donde esos usuarios se ven a sí mismos como personas topo, demasiado feas para ser amadas, demasiado extrañas para ser cuidadas. Los une la idea de que son biológicamente diferentes de los «normies» (personas normales). Se vuelven adictos a la desesperanza.
La ideología se llama «la píldora negra». Es una teoría de conspiración nihilista que hace referencia al dilema de la píldora azul y roja de las películas de Matrix. Una vez que has tomado la píldora, nunca podrás regresar. La conspiración convence a sus seguidores de que las apariencias lo son todo y que las mujeres se sienten incontrolablemente atraídas por hombres guapos y asqueadas por todos los demás. Si no eres atractivo, tus opciones son la violencia o el suicidio.
Esto ha llevado a masacres y asesinatos en todo el mundo. Elliot Rodger mató a seis personas en Santa Bárbara, California, en mayo de 2014. Grabó un video antes del ataque, detallando su inspiración: las mujeres que lo habían ignorado. En el Reino Unido, Jake Davison, un joven de Plymouth que era conocido por pasar todo su tiempo libre en foros incel, mató a cinco personas en 12 minutos en agosto de 2021, incluida su propia madre.
La Verdad acerca de Looksmaxxing. Foto: pr
«Si nos fijamos en muchos asesinos en masa y asesinos en serie, en su mayoría eran hombres solitarios que estaban al margen de la sociedad», me dice un incel llamado Tuna, sentado junto a un canal en Camden, Londres. «Te voy a ser honesto, he considerado la idea de disparar a la gente», dice.
Durante la realización de este documental, me he encontrado constantemente sin palabras. Como cuando descubrí que los incels se daban martillazos en la cara para intentar modificar sus mandíbulas en un proceso llamado «looksmaxxing» (potenciar al máximo su aspecto). O cuando conocí a una mujer incel, una «femcel», que me dijo que se pasaba los días viendo videos «gore» (que mostraban a personas siendo horriblemente asesinadas y torturadas). Ella me dijo que hacer esto la hacía «más empática». Su historia representa el crecimiento del problema. Atraía a las mismas personas que más sufrían por ello: las mujeres.
Todos y cada uno de los que conocí en este viaje inusual empatizaba con los que habían pasado a la violencia. Dijeron que entendían lo que se sentía al ser rechazados y excluidos una y otra vez, y algunos parecían sentirse atraídos por la atención que viene con la violencia. En el mundo violento de los incels, no hay mucha esperanza. La ideología en sí misma es anti-esperanza; empuja a sus cientos de miles de jóvenes seguidores a un estado de desesperación. Muchas de las personas que encontré mientras hacía esta película habían decidido que su única opción era el suicidio. Los creadores de uno de los sitios incel más populares habían incluso creado un sitio web pro-suicidio para esa misma causa.
Pero también conocí a alguien que demostró que hay alguna esperanza de que los incels puedan ser rescatados del borde del abismo. Filmamos con un hombre llamado D en numerosas ocasiones y lo vimos hacer un giro radical. Después de pasar tiempo con nosotros y hablar con una mujer por primera vez, concluyó que «Internet no tiene todas las respuestas. Internet no lo puede predecir todo … Tienes que salir y ver la vida por ti mismo».
D describió el movimiento incel como «más una crisis de esperanza que otra cosa. La gente quiere gente. Quiere sentirse conectada; Quiere sentirse parte de algo más grande que ella misma». Kaitlyn Regehr, profesora adjunta de humanidades digitales en el University College de Londres, nos dijo que «la terminología y la cultura incel» se están volviendo «mucho más populares», y están creando una «misoginia más generalizada». Habla de una normalización que significa que el contenido extremo de los foros se está moviendo «fuera de las pantallas y llegando a las calles».
Al acabar el documental sentí una verdadera sensación de tristeza. Muchos de nuestros entrevistados estaban claramente deprimidos y se sentían profundamente solos. Pero también sentí miedo por dónde terminarían si no obtenían la ayuda que necesitaban. Ayuda que no vendría de los foros de Internet, sino a través de profesionales capacitados en el mundo real.
El Mundo Secreto de los Incels está en All 4.