Una larga disputa sobre cómo definir a una mujer está a punto de estallar en el Tribunal Supremo del Reino Unido.
Hay mentirosos. Hay malditos mentirosos. Y luego está el Gobierno escocés. O al menos esa es la única conclusión a la que se puede llegar tras leer su propuesta ante el Tribunal Supremo, publicada hace dos días.
El próximo martes, la disputa sobre la teoría de la identidad de género, que lleva una década retumbando, acabará estallando. Cinco jueces, encabezados por Lord Reed, examinarán la cuestión planteada por el grupo de campaña For Women Scotland: «¿Es una persona con un certificado completo de reconocimiento de género [GRC] donde pone que su género es femenino, una ‘mujer’ a efectos de la Ley de Igualdad de 2010?»
En su argumentación escrita, sólo publicada después de que el colectivo político MBM (Murray Blackburn Mackenzie) amenazara con presentar un recurso ante el Tribunal Supremo solicitando la divulgación completa, el Gobierno escocés insiste en que el término mujer incluye a «una persona a la que se ha expedido un Certificado de Reconocimiento de Género completo en el que se reconoce que su género es femenino».
Se desestiman los temores por la Ley de Igualdad
A efectos prácticos, esto significa que las mujeres pierden la protección basada en su sexo establecida en la Ley de Igualdad de 2010, la misma ley diseñada para garantizarles seguridad y equidad. Y, lo que es más importante, contradice directamente las garantías dadas por el Gobierno escocés durante la aprobación del proyecto de ley de reforma del reconocimiento de género.
Los planes del gobierno para la autoidentificación establecidos en el proyecto de ley significaban que cualquier persona mayor de 16 años podría cambiar su sexo registral simplemente rellenando un formulario. Las activistas -y la mayoría de los diputados conservadores escoceses- argumentaron que esto tendría un impacto significativo en los derechos de las mujeres, protegidos por la Ley de Igualdad. El Gobierno escocés hizo caso omiso de sus temores.
De hecho, Shona Robison, entonces Secretaria de Justicia Social, fue tajante. El martes 22 de diciembre de 2022, cuando el proyecto de ley estaba a punto de aprobarse, declaró en el Parlamento: «Agradezco… la oportunidad de dejar constancia una vez más de que, como he dicho tantas veces, las excepciones de la Ley de Igualdad de 2010 se mantienen y las mujeres trans pueden ser excluidas de esos espacios [exclusivos para mujeres] si es proporcionado y en línea con la orientación y con las disposiciones que figuran en la Ley de 2010. No puedo ser más clara».
Durante la segunda fase del proyecto de ley, Robison incluso había aceptado la enmienda de los laboristas escoceses que decía: «Para evitar dudas, nada en esta Ley modifica la Ley de Igualdad de 2010». Sin embargo, ahora parece que la ministra se estaba cruzando los dedos a la espalda cada vez que insistía en que sus planes no afectarían a la Ley de Igualdad.
Cuestión lésbica
De hecho, la presentación de su gobierno ante el Tribunal Supremo describe, en términos muy claros, un impacto significativo en un grupo particular de mujeres: las lesbianas. Para probar su argumento de que una persona biológicamente masculina con un Certificado de Reconocimiento de Género es ahora legalmente femenina, el Gobierno escocés argumenta que si siente atracción sexual por las mujeres, ahora es lesbiana – y, por tanto, un grupo o asociación de lesbianas con más de 25 miembros no puede legalmente negarle la afiliación.
Una posición interesante de un gobierno que se enorgullece de su apoyo a la comunidad LGB, y refutada por grupos de campaña, incluyendo Sex Matters, LGB Alliance y Scottish Lesbians. En su presentación ante el Tribunal Supremo, escriben: «Es un hecho que un hombre nunca puede ser una lesbiana, esté o no en posesión de un Certificado de Reconocimiento de Género que registre su sexo adquirido como femenino. Esto se debe a que nunca será una mujer. No se puede cuestionar seriamente que los humanos no son una especie sexualmente dimórfica».
La última frase llega al corazón del debate sobre la teoría de la identidad de género, una discusión muy pública que ha costado la carrera de al menos una primera ministra -Nicola Sturgeon-, ha dividido familias e incluso puede haber contribuido a la elección de Donald Trump a principios de este mes.
Socavar los derechos de la mujer basados en el sexo
La mayoría de la gente cree que los seres humanos no pueden cambiar de sexo. Del mismo modo, a la mayoría de la gente le da igual cómo se vista una persona, a quién ame -siempre que no haya abusos de por medio- o incluso cómo se describa a sí misma. Pero como escribió la escritora y defensora de los derechos de la mujer JK Rowling en las redes sociales esta semana, «si un hombre es una mujer, ser mujer no es nada».
Si se permite que los hombres, con un certificado de reconocimiento, se unan a la categoría legal de mujeres establecida en la Ley de Igualdad, se anula la base misma de los derechos de las mujeres: su sexo. Esta es la sencilla propuesta que las defensoras de los derechos de la mujer llevan años defendiendo. No es una postura anti-transgénero, es una postura pro-mujer, la esencia misma del feminismo.
Es imposible predecir en qué sentido se pronunciará el Tribunal Supremo sobre si la definición legal de mujer incluye a los hombres que tengan un Certificado de Reconocimiento de Género. Si For Women Scotland gana, la Ley de Igualdad quedará clara: las mujeres se definen por su sexo, no por un certificado. Si los jueces dan la razón al Gobierno escocés, la batalla continuará.
«Una situación totalmente insatisfactoria»
La Comisión de Igualdad y Derechos Humanos, en su alegato ante el tribunal, coincide con el Gobierno escocés en que, cuando el Parlamento británico aprobó la Ley de Igualdad en 2010, «pretendía que quienes hubieran obtenido un certificado de reconocimiento de género fueran tratados según su sexo certificado».
Pero su presidenta, la baronesa Falkner, afirma a continuación que esta interpretación crea incoherencias significativas que «perjudican el buen funcionamiento de la Ley de Igualdad y ponen en peligro los derechos e intereses de las mujeres y de las personas atraídas por el mismo sexo». En un claro llamamiento a la reforma, afirma: «Como organismo regulador de la igualdad, consideramos que se trata de una situación totalmente insatisfactoria, que el Parlamento debería abordar con urgencia.»
Pero decidan lo que decidan Lord Reed y sus doctos colegas, una activista cansada, pero aún muy decidida, resume el estado de ánimo de las mujeres de todo el país. «Lo único que esperamos es que vuelva la cordura a nuestros legisladores y que el significado ordinario y biológico del sexo sea sólo eso, ordinario».
2 respuestas
Muy interesante. Esperemos que gane la cordura. Muchísimas gracias por tu trabajo, Nuria. Impagable.
Esperemos que sí, porque seguro que va a afectar a las leyes de otros países. Un abrazo cariñoso, Montserrat.