‘Los jóvenes no pueden imponerme su ideología’: la coreógrafa cancelada Rosie Kay contraataca.

Kay se vio obligada a abandonar su propia compañía de danza porque algunos miembros no estaban de acuerdo con sus puntos de vista sobre el género, así que fundó una compañía nueva y diferente.

«Estamos acostumbrados a que la intolerancia se imponga desde arriba hacia abajo», dice Rosie Kay, la coreógrafa «cancelada» que el pasado mes de diciembre se vio obligada a renunciar a su propia compañía de danza luego de que sus bailarines la acusaran formalmente de transfobia. “Pero lo que ha tomado a la gente por sorpresa es que hoy la intolerancia viene desde abajo hacia arriba. En particular, de sectores tradicionalmente vistos como liberales y de mente abierta, como el mundo académico y las artes”.

Kay, de 46 años, más conocida por su obra que explora las demandas psicológicas de la guerra moderna, 5 Soldiers, y por haber hecho la coreografía de la ceremonia de clausura de los Juegos de la Commonwealth de 2018, se ha encontrado desde entonces al frente de las guerras culturales que envuelven las artes. Se ha unido a las filas de los muchos artistas silenciados no por gobiernos autoritarios, sino por una industria que se convulsiona bajo el peso de las políticas de identidad, en particular el caso de Old Vic, que canceló el año pasado su propia producción de Into the Woods tras las quejas presentadas por miembros del personal contra su director, Terry Gilliam, por haber respaldado al polémico cómico Dave Chappelle.

“No hay creatividad en una atmósfera de miedo o censura”, dice Kay. “Muchos artistas están furiosos por verse en esta situación. No es lo que queremos, ni esperamos, del mundo de las artes”.

Pero ahora Kay está contraatacando. Ha lanzado una nueva compañía de danza, K2C0, y alentará a aquellos que hagan una audición con éxito a firmar un Estatuto de Creación, acordando que el lugar de trabajo será “un espacio seguro donde seamos libres para expresar nuestros pensamientos y sentimientos sin temor a ser silenciados, callados o cancelados”.

“No me gusta la definición reciente de ‘espacio seguro’”, dice, medio sonriendo cuando nos encontramos en un café cerca de St John’s Wood. “Pero por espacio seguro me refiero a que lleguemos a él abiertos al diálogo. Que venimos a explorar y ser imaginativos y a jugar, todas las formas que mi arte puede tomar para explorar el mundo en el que vivimos”.

El mundo de Kay se vino abajo una noche el verano pasado en su propia casa. Decidió organizar una cena a mitad de los ensayos de su nueva producción de Romeo y Julieta para el Birmingham Hippodrome porque le parecía que algunos de los bailarines, con quienes no había trabajado antes, lo estaban pasando mal al tener que regresar al lugar de trabajo después del confinamiento. A última hora de la noche, con unas copas de vino, explicó su plan para la próxima puesta en escena de una versión de danza de Orlando, y se sorprendió cuando se sugirió que solo un artista trans podía desempeñar el papel protagonista.

Dos de los bailarines eran no binarios y la atmósfera rápidamente se volvió en su contra. Cuando se la cuestionó, Kay defendió su creencia feminista en el sexo biológico y su derecho a darle el papel a quien quisiera. Las cosas se calentaron tanto que se tuvo que esconder en el baño de arriba. “Básicamente dije que había dos sexos y que eso no se puede cambiar. Se podía palpar el rechazo”.

El lunes volvió al trabajo pensando que todo se iba a resolver. En cambio, un bailarín se marchó y su propia junta directiva inició una investigación sobre los comentarios de Kay. Las acusaciones incluían el uso de las palabras «pene y vagina» de una forma que se consideró ofensiva y el describir ser no binario como un «escaqueo», lo que ella niega. “Lo que sí dije es que no creía que «no binario» fuera un sexo específico”.

Tras ser exonerada, se disculpó por cualquier molestia que pudiera haber causado y enfatizó la importancia de respetar los diferentes puntos de vista, pero se negó a disculparse por sus palabras. “No iba a disculparme por mis creencias”. Sin embargo, le advirtieron que algunos bailarines podrían apelar y tres semanas después se inició una segunda investigación por parte de una empresa externa de recursos humanos. Presentó su dimisión porque ya no estaba convencida de que iba a poder ser ella misma si se quedaba. “Quiero ser libre para hablar sobre los derechos de las mujeres y eso no debería ser motivo para arruinar la carrera de nadie”.

Kay no parece alguien particularmente insensible o fácil de intimidar. Es reflexiva, está bien informada y parece bastante fuerte. También es encantadoramente sociable y se ríe a carcajadas; una se imagina que la cena, antes de que todo se estropeara, tuvo que haber sido muy divertida. Sin embargo, los estragos de la investigación fueron tales que buscó ayuda psiquiátrica. “Sentí que había tocado fondo. La vida no me parecía digna de ser vivida. Fue aterrador. Tuve mucha, mucha suerte de tener un excelente médico de cabecera que entendió de inmediato el peligro de la situación y se tomó mucho tiempo para hablar conmigo y ayudarme a superar las consecuencias inmediatas. Porque estaba dejando atrás el trabajo de toda mi vida. Eso me rompió el corazón”.

No siente animosidad hacia los bailarines. Un par de ellos se quedaron con ella, incluido uno que, según ella, «me defendió en aquel momento, y pagó el precio por ello, ya que los demás lo condenaron al ostracismo durante las actuaciones». (Romeo y Julieta siguió adelante y recibió buenas críticas.) Su furia la reserva para la junta directiva, que canceló la gira planeada de Orlando sin consultarla y para algunos de sus miembros, que habían sido amigos tan cercanos que incluso asistieron a su boda (su marido es el diseñador de teatro Louis Price) y al bautizo de su hijo. No ha hablado con ninguno de ellos desde entonces.

“Está claro que hay miembros de una generación más joven que tienen cierta ideología cuando se trata de sexo y género. Y eso está bien, pueden tenerla, pero no pueden forzarme a mí a creer lo mismo. Pero ahora hay una situación en la que las personas mayores en las juntas directivas o en las instituciones artísticas no están necesariamente de acuerdo pero no dicen nada porque tienen personal subalterno al que temen. Entonces ¿por qué tienen un puesto ejecutivo y un salario de ejecutivo si no tienen integridad?». Cree que el problema es endémico. “Hay mucho de eso ahora dentro de las artes. Pueden incluso investigar a las mujeres que levanta un poco la cabeza para decir ‘oh, te apoyo'».

La ironía es que Kay siempre ha explorado las percepciones de género en su danza, motivada en gran parte por la relación con su propio cuerpo: creció en lo que ella llama un “ambiente sexista” en Escocia, ha sufrido graves agresiones sexuales y casi se muere dando a luz a su hijo. Su espectáculo de cinco estrellas de 2010 5 Soldiers desafiaba los estereotipos de género dentro del ejército; La igualmente aclamada Adult Female Dancer (Bailarina Hembra Humana) de 2021 fue en gran parte autobiográfica. “Cualquiera que entienda un poco mi trabajo sabe que los cuerpos no son solo parte de la realidad del estudio, son la base de mi material. Pero ahora existe esta noción de que no se puede hablar de ser mujer. Sin embargo, soy una mujer artista y voy a trabajar desde una perspectiva femenina. No voy a cambiar eso”.

Esta es, en parte, la razón por la que K2CO tiene una junta directiva mayoritariamente femenina, que incluye a la artista textil Jess de Wahls, a quien se le retiró temporalmente su trabajo de la tienda de regalos de la Royal Academy después de que los activistas trans se quejaran de sus puntos de vista críticos con el género. Kay ya ha anunciado un programa de trabajo completo, que incluye una nueva producción de 5 Soldiers para una gira a partir de abril del próximo año (y para la cual realizará audiciones en asociación con el MOD en diciembre); una trilogía de nuevos trabajos feministas, que incluye Deep Fake, que explorará el impacto de la tecnología deep fake y la pornografía en los cuerpos de las mujeres; Orlando, que está prevista para la primavera de 2025, y una producción de 100 Days of Sodom.

¿Confía en que la gente va a querer unirse a ella? Después de todo, me dice, una importante institución regional ya se ha negado a contratar a 5 Soldiers, para el cual comienzan las audiciones en diciembre, diciendo que no querían que su personal se sintiera “poco seguro”.

“¡Supongo que lo voy a averiguar cuando haga la audición!” dice. “Pero he tenido muchas conversaciones con personas interesadas en trabajar en 5 Soldiers”. Siete teatros del Reino Unido se unieron a K2CO como socios, incluido Sadler’s Wells. En marzo, JK Rowling le tuiteó: «Rosie, demostraste que estabas preparada para perderlo todo en esta pelea y no podría admirarte más».

Aún así, ¿cómo reaccionaría Kay si volviera a ocurrir lo mismo en los ensayos, a pesar de los estatutos? “Me siento tan diferente después de haber pasado por esto”, dice ella. “Creo que la próxima vez trataría de sentarme más y escuchar de una manera más socrática para descubrir la raíz de las quejas de la gente en vez de la manifestación final de las mismas. Ahí parece ser donde está el punto sensible”.

Lo que más la motiva es la historia de sus abuelos. “Mi abuelo era un intelectual que huyó de Polonia durante la Segunda Guerra Mundial y se unió al Ejército Libre Polaco. Los orígenes de mi familia son de refugiados polacos; esto es de lo que hablábamos a la mesa cuando éramos pequeños. Así que cuando ves que te vienen estas cosas, piensas, eso ya me lo sé. Y no me da la gana”.

La nueva compañía de danza de Rosie Kay está en k-2co.com

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