Muchas mujeres han escrito elocuentemente a lo largo de los años sobre su objeción a la palabra «cis». Según aquellos que nos la quieren imponer, es solo el equivalente a usar la palabra «heterosexual» para definirse a uno mismo si no se es gay: sin esta palabra algunas personas podrían verse tentadas a usar la palabra «normal» para su sexualidad, posicionando así al otro como «anormal». Hasta aquí es comprensible, pero hay una diferencia fundamental en la función de las palabras «hetero» y «cis». ‘Heterosexual’ tiene un significado definible, que es ‘heterosexual: atraído por el sexo opuesto’. Incluso si la homosexualidad no existiera, la heterosexualidad seguiría siendo una definición significativa: no tienes que creer en la homosexualidad para que exista la heterosexualidad.
‘Cis’, sin embargo, depende de un sistema de creencias para darle un significado, y es esto lo que lo hace más que un descriptor neutral. Cis es la abreviatura de cisgénero, y la definición habitual (aparte de ‘no trans’) es tener ‘un género que coincida con tu sexo asignado al nacer’. Inmediatamente hay dos supuestos principales que cuestionar: el sexo no se «asigna» al nacer, se registra, y el «género» es un concepto que es rechazado por muchas personas y que, en cualquier caso, es imposible de definir. Llamarme cisgénero no solo dice que soy alguien que ‘no es trans’, sino que me vincula a un sistema de creencias que no comparto y que veo como activamente dañino, especialmente para las mujeres y las niñas. Esta es una razón perfectamente comprensible para rechazar la palabra ‘cis’ y ese debería ser el final de la misma… pero hay más.
El etiquetado no deseado de ‘cis’ se impone, te guste o no. Muchas mujeres se oponen a ser relegadas a un subconjunto de su propia clase de sexo, cuando la palabra «mujer» era suficiente y ya tenía un significado. Para un movimiento dedicado a la idea de creer siempre que las personas son lo que dicen ser, hay una notable falta de aceptación de la posición «no soy cis». Según la ideología hay que ser cis o trans, y esta imposición de género es una de las cosas más regresivas que tiene la ideología trans. No me pasé toda la vida tratando de escapar de las etiquetas del género femenino, como para que ahora me fuercen a usar la restrictiva etiqueta cisgénero.
Si te fuerzan a aceptar la palabra ‘cis’, tienes que admitir que las mujeres vienen en variedades masculinas y femeninas. ‘Cis’ es la otra cara de la moneda del mantra ‘las mujeres trans son mujeres’, ya que asegura que la categoría de mujeres contenga a ambos sexos. En este sistema, una «mujer trans» es una mujer masculina y una «mujer cis» es una mujer femenina, y estos son ahora subconjuntos iguales de la categoría «mujer». Al usar la palabra cis, dejamos que los hombres entren en la categoría de sexo femenino, y significa que ya no puedes ser solo una mujer, tienes que tomar una decisión sobre qué sexo de mujer eres.
Un argumento que he estado viendo con mucha frecuencia cuando las mujeres se oponen a los hombres en sus espacios, es que no son a los «hombres cis» a quienes se les permitirá entrar, sino a las «mujeres trans». Cis sirve aquí para diferenciar entre los hombres que son realmente hombres (hombres cis) y los que son realmente mujeres (mujeres trans), y al mismo tiempo pone a las «mujeres trans» y a las mujeres en la misma categoría. Sin embargo, sin el sistema de creencias que dice que las mujeres pueden venir en variedades masculinas y femeninas, no siempre es posible distinguir entre un «hombre cis» y una «mujer trans», especialmente ahora que el ancho de banda de la palabra «trans» se ha ampliado tan exponencialmente. Al aceptar la palabra ‘cis’ has perdido los medios para diferenciar entre hombres y mujeres, porque ambos ahora vienen en ambos sexos.
Pregunta: «¿Cuál es la diferencia entre un hombre cis y una mujer trans?»
Respuesta: «La que él diga».
Una vez que ‘cis’ ha servido para mezclar los sexos en una nueva clasificación determinada por género, un problema mucho mayor se vuelve claro. Los dos subconjuntos de mujeres (cis y trans) resultan no ser tan iguales después de todo. Cis está siendo utilizado para postular un eje de opresión que subvierte el orden habitual de las cosas y coloca a las mujeres como las opresoras de los hombres: si las mujeres vienen en variedades cis y trans, son las cis las que tienen el privilegio. El privilegio cis significa que las personas cis oprimen a las personas trans, por lo que naturalmente se deduce que los hombres son los más oprimidos de todas las mujeres. Una vez que esto está establecido, está claro que a las mujeres, con todos sus privilegios, ya no se les puede permitir organizarse solas sin sus «hermanas» masculinas. Grupos como ‘Sisters not Cisters’ (Hermanas, no Cishermanas) han surgido para asegurarnos de que nunca más podamos tener nada solo para nosotras.
El resultado es que a las mujeres se les llama la atención cada vez que priorizan a las «mujeres femeninas», o dejan de lado a las «mujeres masculinas», en actividades que antes se entendían perfectamente que eran solo para mujeres. Lo que una vez hubiera sido celebrado como progresista por centrar a las mujeres, ayudar a promover la justicia, nivelar el campo de juego o corregir el «hombre por defecto», ahora es un signo de «transfobia». Karen Ingala-Smith sufre abusos periódicos en Twitter porque su proyecto ‘Counting Dead Women’ (Contando a las Mujeres Muertas) hace precisamente eso, y a Jean Hatchet le pasa lo mismo por sus paseos en bicicleta para recaudar fondos para ‘Ride for Murdered Women’. Las cuentas de Twitter de ‘Women’s Art’ y ‘Great Women of Mathematics’ han tenido ataques similares de aliados trans que no pueden soportar ver la palabra ‘mujer’ usada sin la inclusión de hombres. El Día Internacional de la Mujer se ha convertido en una oportunidad más en las redes sociales para insistir en que los hombres deben ser incluidos en la categoría de mujeres.
Es un doble vínculo: se espera que adoptemos la categorización de «mujeres cis», pero luego no se nos permite organizarnos como «mujeres cis».
Las personas trans, por otro lado, pueden tener reuniones y días especiales, días de visibilidad y todo tipo de eventos y celebraciones solo para personas trans, sin amenazas de bomba ni violencia o protesta. A los grupos trans no se les exige la «inclusión» de otras categorías, solo se les exige a las mujeres. Cuando nos critican por «excluir», no reconocen que estamos perdiendo algo a lo que tenemos derecho, y a menudo algo en lo que dependemos. «Solo para mujeres» ha significado un lugar de seguridad o de santuario o de curación desde que las feministas de la segunda ola lucharon por nuestros derechos como mujeres, hace décadas.
El Instituto de la Mujer es la última organización de mujeres en declararse trans inclusiva, lo que significa que ya no es solo para mujeres. No es solo el caso de que las organizaciones de mujeres tengan la opción de incluir o no a los hombres, ahora el hecho es que cualquiera que decida que no, va a ser perseguido hasta que ceda, o hasta que acepte la etiqueta de tránsfobo intolerante para siempre. Estamos muy cerca del punto en el que cada vez que hagamos algo por las mujeres tendremos que incluir a los hombres. Muchas mujeres están contentas con esto, deseando activamente incluir a hombres que se identifican como mujeres, y esta es su elección. Sin embargo, la elección, para las mujeres que no quieren, o no pueden, incluir a los hombres, está disminuyendo. Estas mujeres son a menudo las más desfavorecidas y vulnerables: sobrevivientes de abuso sexual o violencia doméstica, presas, mujeres que necesitan refugio y mujeres de ciertas religiones, por ejemplo. Para otras mujeres es solo una cuestión de preferencia: la presencia de hombres en la habitación cambia la dinámica: los hombres dominan, hablan más alto, interrumpen más; a veces no quieres eso, pero se te está imponiendo cada vez más.
Las implicaciones de esto son de gran alcance. Cuando los servicios se anuncian como «solo para mujeres», o se espera que lo sean debido a la convención social, surge la posibilidad de que una mujer que necesita un entorno libre de hombres, por cualquier razón, en algún momento se encuentre inesperadamente con un hombre, posiblemente cuando esté en un estado de desnudez o vulnerabilidad. Muy pocas mujeres en esta posición sabrán cuáles son las nuevas reglas. No todo el mundo está en Twitter. Ninguna mujer puede decir en nombre de ninguna otra mujer que ahora está bien que «solo para mujeres» signifique «ambos sexos». Nadie tiene ese derecho. Cada mujer da su consentimiento por sí misma y solo por sí misma.
La ley de igualdad en el Reino Unido protege ciertas características que tradicionalmente han sufrido discriminación. Aunque el «sexo» como característica protegida puede utilizarse para proteger a cualquiera de los dos sexos, en realidad la discriminación sexual discrimina principalmente a las mujeres. La base fundamental de los derechos de las mujeres es una distinción entre los sexos, permitiendo espacios y servicios de un solo sexo cuando esto sea «un medio proporcionado para lograr un objetivo legítimo». Es el servicio al que se juzga por estos criterios, no al individuo que desea utilizarlo, y hasta ahora el objetivo de proporcionar un espacio de curación en el que recuperarse de la violencia masculina siempre ha cumplido con esos criterios. Por lo tanto, los espacios de un solo sexo están «permitidos» por la ley, incluso si la prestación de los mismos discrimina a otro grupo protegido.
Se ha sugerido muchas veces (como un argumento serio) que el objetivo de mantener los baños y vestuarios de las mujeres solo para mujeres implicaría inspeccionar los genitales de cada personas a la puerta, como si no supiéramos ya determinar el sexo de cualquier persona con la que nos encontramos sin necesidad de revisarles los cromosomas ni de mirar qué tienen en los pantalones. Fotos de «mujeres trans que pasan» (que no se distinguen de las mujeres) se usa como un «te pillé», como si la feminización exitosa de un solo hombre refutara el binario sexual masculino y femenino. Sin embargo, no es así; todo lo contrario: destaca lo difícil que es escapar de los confines del sexo biológico, con su combinación de diferencias visuales obvias y sutiles. El problema es que vosotros podéis decir ‘mujer trans’ pero nosotras vemos ‘hombre’.
Otra vez ¿Cuál es la diferencia, entre un ‘hombre cis’ y una ‘mujer trans’?
La que él diga.
No existe una definición de «mujer cis» en la ley. ‘Mujer cis’ no es una característica protegida. La elección de utilizar la definición «cis» convierte a «mujer» en una categoría de dos sexos para la cual la ley no puede ofrecer protección de un solo sexo. Se podría decir que ese es el objetivo. La categoría protegida de sexo se vuelve inviable, y con ella los derechos básicos de las mujeres. Los derechos distintos para las mujeres se vuelven imposibles si «mujeres» incluye a «hombres». Si el uso de la palabra ‘cis’ se normaliza, entonces como hembras siempre estaremos unidas a los machos.
Toda manifestación de la palabra ‘cis’ es perjudicial para las mujeres. No hay beneficios. Tenemos todo que perder. No os rindáis, no uséis el término ‘mujeres cis’.
2 respuestas
Gracias como siempre por tomarte el tiempo de traducir. Estoy muy enojada, me siento impotente al ver como ese colectivo recibe apoyo de mujeres, ellos no serían nada sin el apoyo de mujeres, porque es que nos necesitan. Siempre habrá algo que se pueda hacer, después de todo, ellos son unos cobardes y a nosotras la vida nos ha obligado a ser valientes y muy fuertes.
Magnífico artículo Claro, didáctico y contundente Gracias por traducirlo y publicarlo