Una madre estadounidense de mediana edad castra el décimo sitio web más visitado del mundo.
En diciembre de 2020, Pornhub, el mayor proveedor mundial de pornografía gratuita y el décimo sitio web más visitado del mundo, fue efectivamente castrado por una madre estadounidense de mediana edad. Armada únicamente con un portátil y una brújula moral, la activista Laila Mickelwait obligó al sitio a eliminar el 80% de su contenido. Takedown es la historia de cómo lo hizo.
Takedown describe de forma detallada cómo Mickelwait obligó a Pornhub a admitir que se había beneficiado a sabiendas -junto con algunos de los mayores proveedores de servicios de pago del mundo, como Mastercard y Visa- de abusos a menores, violaciones y trata de seres humanos.

La cruzada de Mickelwait contra Pornhub no surgió de la lectura de Andrea Dworkin; no es una estridente liberacionista de la mujer. Es cristiana, y recuerda que quería seguir los pasos de su difunto padre, un hombre comprometido con los derechos humanos. En consecuencia, el objetivo de su campaña es la abolición del tráfico ilegal más que una objeción ideológica a la pornografía.
Este enfoque puede hacer que el libro resulte menos interesante para la minoría de lectoras feministas radicales como yo, pero también es sin duda la clave de su extraordinario éxito. Con un pragmatismo astuto, Mickelwait aprovechó la repulsión de la corriente dominante de Estados Unidos, para iniciar una petición que consiguió más de dos millones de firmas. Esto lanzó el movimiento Traffickinghub.
Traffickinghub derrotó a la multimillonaria Pornhub, cuya empresa matriz MindGeek (ahora llamada Aylo) poseía más de 100 sitios «tube» (sitios web para subir y reproducir vídeos pornográficos). Lo que Mickelwait sacó a la luz acabó obligando a la empresa a eliminar el 80% de su sitio web, 10,6 millones de vídeos y más de 30 millones de imágenes.
Gracias a los chivatazos de gente dentro de Pornhub y a su propia investigación, Mickelwait, que ha trabajado durante más de una década para la organización de lucha contra la trata de personas Exodus Cry, consiguió lo que abogados, políticos y periodistas no habían conseguido. Consiguió que Pornhub admitiera que había almacenado todos los vídeos de abusos sexuales a menores que habían aparecido en el sitio. Además, su trabajo sacó a la luz un sistema de pésima calidad por el que se podían subir contenidos sin controles significativos; el resultado fue que las imágenes de delitos tanto contra adultos como contra menores inundaron el sitio.
Los encargados de eliminar contenidos ilegales debían revisar 700 vídeos en cada turno. Un informante de Pornhub le confesó que «el proceso de revisión consistía en avanzar rápidamente la imagen con el audio desactivado». Los vídeos de delitos reales volvían a aparecer cuando los que subían los contenidos simplemente creaban nuevas cuentas.
En cuanto despegó la campaña Traffickinghub, las supervivientes empezaron a ponerse en contacto con Mickelwait para pedirle ayuda con la eliminación de los vídeos de los crímenes cometidos contra ellas. En un capítulo especialmente devastador, Mickelwait describe cómo tres valientes jóvenes fueron atacadas en distintas partes del mundo en un breve espacio de tiempo.
Sofía, una joven de 16 años de Guatemala, se puso en contacto con ella para contarle que su familia la había vendido para la prostitución a la edad de nueve años y que los vídeos de sus abusos se habían publicado en Pornhub. Pocos meses después de que empezara a concienciar sobre los delitos facilitados por Pornhub, recibió una paliza cuando paseaba por un parque. Esta era la tercera agresión física cometida contra una víctima vocal que Mickelwait documentaba en pocos días. Sin embargo, a pesar de la intimidación y los intentos de desacreditarlas en Internet, las víctimas de Pornhub dieron testimonios que fueron vitales para la campaña.
Más tarde, Mickelwait se enteró de que Sofía había sido víctima de trata en un burdel de Honduras. Esto apunta a un mal social mucho mayor que apuntala toda la pornografía: la escala industrial de la explotación sexual de mujeres y niñas en todo el mundo.
A medida que Traffickinghub cobraba impulso, empezó a atraer la atención de los grandes de la industria. El periodista Nick Kristoff escribió sobre lo que Mickelwait había descubierto para el New York Times. Su artículo, «Las criaturas de Pornhub», atrajo la atención del inversor activista y multimillonario gestor de fondos de cobertura Bill Ackman. Al intervenir Ackman, las compañías de tarjetas de crédito abandonaron el sitio con el rabo entre las piernas.
En la actualidad, Pornhub se enfrenta a acciones legales de casi 300 víctimas en 26 casos en Estados Unidos, Canadá y el Reino Unido, así como a múltiples demandas colectivas en nombre de miles de víctimas infantiles. Las potenciales indemnizaciones se medirán en miles de millones. Sin embargo, a pesar de estos cálculos, Mickelwait es realista: «El sitio sigue en línea, sus ejecutivos siguen en libertad y faltan leyes que impidan los sitios imitadores».
Takedown es un testimonio de la tenacidad de Mickelwait y de la valentía de las víctimas de Pornhub. Pero la extraordinaria lucha que documenta es también un recordatorio de que personas con sistemas de creencias y agendas dispares pueden unirse por causas morales. El libro, y el trabajo de Mickelwait en general, son un poderoso recordatorio de la decencia humana básica que nos une a todos.
6 respuestas
Muchas gracias por traer este tema a tu blog y a Laila y su lucha. Esa plataforma seguiría con aún más medios para delinquir ante el desconocimiento general si no hubiera sido por su empeño.
Desde que conocí la existencia de la pornografía siempre me repugnó y me he manifestado en contra y discutido con cualquiera que la viera o defendiera, y eso, antes de tomar conciencia de ser feminista, que fue lo que definitivamente me armó con herramientas para luchar para que desaparezca.
La pornografía cuenta, cómo no, con las élites a su favor: las políticas, económicas y las académicas. Solo hay que ver la tibieza con la que los políticos se preocupan por el acceso de menores a la pornografía y la vehemencia con la que defienden que la pornografía es ficción para adultos y que censurarla o abolirla o prohibirla es puritanismo. Respecto a la academia, existe profesorado universitario de ambos sexos, y hasta a nivel de catedráticos, que no solo defienden la pornografía, sino que argumentan desde revistas de prestigio que se baje la edad de acceso a la misma a 16 años “porque total ya están accediendo”. Mismo argumento que también usan para abogar por bajar la de consentimiento sexual a 13 años “porque total ya lo están haciendo”.
“Curioso” que esas profesoras y profesores también defiendan la fantasía de la “identidad de género”, la prostitución, la explotación de mujeres embarazadas, «desestigmatizar el s a d o”, despenalizar el “grooming” o eliminar del Convenio de Estambul y de la Ley 1/2004 contra la violencia de género, la prohibición de realizar procedimientos de justicia restaurativa, es decir que haya encuentros, mediación y acuerdos extrajudiciales, entre víctimas y agresores.
Es un frente global contra la defensa y protección de los menores y de las mujeres. ¿Cómo ha llegado tanta gentuza (indecente) y con esos discursos a tantos puestos de poder e influencia y por qué no hay desde esos mismos ámbitos una respuesta contundente (y decente) en contra?
Muchas gracias por tu interesante comentario, María.
Tengo muy poca fe en los seres humanos: en cuanto les pones delante la cantidad adecuada de dinero o de poder, tiran sus principios por la ventana. Y en el porno y todo lo demás que mencionas, hay muchísimo dinero en juego.
En la sociedad patriarcal, no hay un solo día de descanso para nosotras.
Es tristísimo darse cuenta.
Es muy interesante, gracias por toda esta información.Estás en contacto con Rosa Cobo, de la RAIEPP?
Sería muy interesante. Precisamente estoy haciendo un curso sobre Feminicidio con la escuela Celia Amorós y RAIEPP, y tiene relación con pornografia, trata y prostitucion.
Puedo compartir esto con las compañeras?
Gracias y un saludo
Luisa Moreno
Hola, Luisa. Sé del trabajo de Rosa Cobo, y qué interesante suena el curso que estás haciendo. Por supuesto que puedes compartir la traducción, es un honor. Hay más artículos acerca del mismo tema, por si te apetece jugar con el buscador.
Te agradezco tus palabras y te mando un saludo cariñoso.