Pues claro que los «hombres locales» están violando a las mujeres más desesperadas de Gaza

Jean Hatchet, Blog de Salagre
Nuestros cuerpos, sus campos de batalla.

Sabemos que los violadores aprovechan las oportunidades que les brinda cualquier guerra. ¿Por qué las mujeres feministas y sus organizaciones temen nombrar el problema en Gaza?

«¡Nombra el problema!» ha sido durante mucho tiempo el grito de guerra del feminismo radical. La certeza de que, hasta que no podamos decir que el problema es la violencia masculina, el problema seguirá oculto. En una situación en la que el problema no se nombra adecuadamente, las mujeres son «violadas» y se ocultan las características necesarias del violador.

Un informe de Associated Press de hace unos días falla estrepitosamente a las mujeres víctimas de la violencia sexual de los hombres en Gaza.

Las mujeres cuenta que los hombres que distribuyen ayuda tratan de explotarlas sexualmente, las acosan exigiéndoles sexo y las llevan a lugares aislados para violarlas.

Después de ser agredidas sexualmente y violadas por hombres palestinos, fueron traicionadas por las mujeres que recogieron sus historias y por los periodistas que las publicaron.

Hasta el titular del informe es engañoso:

«Las mujeres de Gaza dicen que les prometieron comida, dinero o trabajo a cambio de relaciones sexuales».

Incluso si eliminamos la duda que conlleva la palabra «dicen», nos quedamos con un «intercambio» en lugar de las palabras «violadas» o «agredidas sexualmente». Lo que ocurrió fue que unos hombres agredieron a unas mujeres, no que se llegara a un «acuerdo económico». La violación es lo que estos hombres siguen haciendo, aunque las propias mujeres tengan demasiado miedo para decir que eso es lo que ocurre, debido a la posible reacción violenta y al repudio adicional en sus comunidades locales.

Así que permitidme decir muy claramente lo que está ocurriendo según los borrosos detalles que contiene este informe, que busca culpar a todos menos a los hombres palestinos:

Los hombres palestinos, aprovechando la oportunidad que les brinda un conflicto encarnizado, están violando y agrediendo sexualmente a las mujeres palestinas.

Las mujeres que están desesperadas por conseguir comida para ellas y sus criaturas están siendo violadas por los hombres locales a los que las agencias de ayuda humanitaria han encomendado la responsabilidad de proporcionarles esa comida. Se trata de un acto reprensible de la crueldad más inhumana cometido por hombres que deberían tener más motivos para mostrar empatía hacia esas mujeres que cualquier otro hombre.

Esto debería ser fácil de decir, ¿no?

Al parecer, no lo es para las agencias de derechos de la mujer que trabajan sobre el terreno en Gaza, que deberían estar indignadas por el hecho de que las mujeres sean violadas por hombres de sus propias ciudades, a quienes se les ha otorgado poder sobre ellas con la intención de ayudarlas.

Tampoco es fácil para los periodistas que «investigan y denuncian» este horror, habitual en muchas guerras brutales, y que utilizan palabras cuidadosamente elegidas para ocultar dónde recae la responsabilidad.

Las organizaciones feministas de Palestina deberían querer nombrar el problema. Deberían señalar claramente a esos hombres y crear una indignación ensordecedora por el hecho de que los hombres palestinos encargados de ayudar a las mujeres más vulnerables estén, en cambio, cometiendo actos de violencia sexual contra ellas.

En cambio, Amal Syam, directora del «Centro de Asuntos de la Mujer» en Palestina, dice:

«El asedio de Israel a la Franja de Gaza y las restricciones a la ayuda humanitaria son lo que obliga a las mujeres a recurrir a esto».

Esto es una traición asombrosa. Estas palabras absuelven a los hombres culpables de sus actos de violación y hacen que las mujeres acepten la responsabilidad de la violencia sexual cometida contra ellas.

Ser violada por un hombre no es una elección que una mujer haga.

Es comprensible que las propias mujeres tengan miedo de contar sus historias de primera mano y las hayan canalizado a través de mujeres como Amal Syam, confiando en que estas mujeres, presumiblemente feministas, entenderían lo que se les contaba y las ayudarían. Quizás no para llevar a los hombres ante la justicia, pero al menos para hacer que pararan, para obligar a las agencias de ayuda humanitaria a ver lo que los hombres están haciendo con el poder que se les ha otorgado y quitárselo.

En cambio, Syam ha utilizado su posición para promover una postura política en la guerra contra Israel, en lugar de defender el derecho de las mujeres a estar libres de la violencia masculina en la guerra. Para ella, la culpa es del conflicto, la culpa es de Israel, la culpa es de la crisis humanitaria. La culpa es de todos, excepto de los hombres palestinos que cometen crímenes contra las mujeres. Me repugna. Incluso admite que organizaciones como la suya están más preocupadas por la guerra que por las mujeres, a pesar de que ese es su cometido específico.

«Antes de la guerra, los informes de explotación se producían una o dos veces al año, pero ahora han aumentado drásticamente», dijo Syam, del Centro de Asuntos de la Mujer. Sin embargo, afirmó que muchas organizaciones no destacan las cifras ni el problema.

«La mayoría de nosotras preferimos centrarnos en la violencia y las violaciones cometidas por la ocupación israelí», dijo Syam.

Los dos periodistas de AP que escribieron este artículo también me repugnan cuando escriben:

«A medida que el hambre y la desesperación crecen en todo el enclave, las mujeres en particular dicen que se han visto empujadas a tomar decisiones imposibles».

Estas mujeres no han «tomado una decisión»: hombres viles y despiadados las han coaccionado para mantener relaciones sexuales. En todos los ejemplos, ella ha sido explotada y violada POR ÉL. No porque él esté desesperado, sino porque se le ha otorgado cierto poder sobre una mujer y ha decidido abusar sexualmente de ella. Parece que muchos de estos hombres lo han hecho y que esto es «sólo la punta del iceberg».

A lo largo de este horrible ejemplo periodístico, la violencia sexual cometida contra las mujeres se denomina «interacción», «incidente de explotación» o «intento de explotación» cuando un hombre viola a una mujer. Nunca había visto una ofuscación tan espantosa que pusiera la culpa sobre los hombros de las mujeres, desviara la culpa de los hombres palestinos y la echara toda sobre el Gobierno israelí.

Qué conveniente para los violadores palestinos, que ahora pueden seguir haciendo lo que hacen. Qué desgarrador para las mujeres palestinas a las que violan.

En el cuerpo del informe se esconde lo que debería estar en el titular:

«Las mujeres dijeron que todos los hombres eran palestinos».

Y:

«Las mujeres dicen que han sido explotadas por hombres locales, algunos relacionados con grupos de ayuda humanitaria».

Los propios grupos de ayuda han defraudado a las mujeres. Las mujeres han denunciado valientemente a esos hombres, pero se les ha dicho que necesitan pruebas. Nadie parece querer pedir cuentas a estos viles violadores porque son agresores que contradicen la narrativa popular según la cual los hombres palestinos son sólo víctimas de la guerra, no beneficiarios. Es obvio que algunos pueden ser, y son, ambas cosas.

¿Quizás me he perdido la protesta de las organizaciones feministas y las principales comentaristas feministas aquí en el Reino Unido? Quizás simplemente han olvidado lo que sabemos desde hace décadas, que durante los conflictos los hombres violan a las mujeres tanto como arma como oportunidad. ¿O es simplemente que tienen miedo de nombrar el problema porque es incómodo? Indicar que el problema son los hombres es de repente más difícil cuando dichos hombres son palestinos y cuando algunas de esas mujeres se han unido a las marchas. Supongo que es una verdad incómoda.

En «Our Bodies Their Battlefield» (Nuestros cuerpos, sus campos de batalla), el influyente texto sobre el uso de la violencia sexual en zonas de conflicto, Christina Lamb escribió:

«Cuanto más tiempo llevo haciendo este trabajo, más inquieta me siento, no sólo por los horrores que he visto, sino por la sensación de que a menudo sólo escuchamos la mitad de la historia, tal vez porque quienes recopilan los testimonios suelen ser hombres».

Pero aquí no son los hombres, sino las mujeres de las organizaciones feministas las que han recogido estas historias y han ofrecido una imagen vaga que intenta eludir la culpa de los hombres concretos responsables y, por lo tanto, realmente dice mucho menos que una historia a medias. Los hombres siguen haciendo lo que hacen. Esta historia no sirve para impedirlo.

Entonces, ¿quién va a decir algo? ¿Quién sacará a estos violadores a la calle y los expondrá? Las mujeres violadas han hecho todo lo posible, pero las organizaciones de mujeres las han utilizado para atacar a Israel. Los periodistas han carecido de todo tipo de valentía y han responsabilizado a las mujeres por sus «decisiones», mientras que, al mismo tiempo, apuntan calladamente en dirección a Israel.

En algún lugar, hoy, una mujer desesperada le está tendiendo la mano a un hombre para pedirle ayuda para alimentar a su criatura y él le pondrá su polla en la mano. Sin embargo, tanto la polla de él como la mano de ella son palestinas, por lo que las mujeres de allí y las de aquí mirarán convenientemente hacia otro lado.

Artículo original

4 respuestas

  1. En toda situación de guerra, regímenes autoritarios, situaciones de crisis hay hombres que aprovechan para violar a mujeres y niñas saliendo impunes por sus actos.
    Sin embargo, en mi opinión, este artículo en este momento solo va a generar más islamofobia y racismo por parte del resto de los países y no le hace ningún bien a Palestina.
    Lo que dices es cierto y se sabe cómo ocurre por desgracia en todo el mundo.
    Pero no entiendo porqué escribir esto ahora.

    1. ¿De verdad estás diciendo que, aunque es cierto que los palestinos violan a las palestinas, mejor no hablemos de ello porque no beneficia a la «causa palestina»? ¿Es decir, las mujeres siempre después, sus problemas son secundarios comparados con LA CAUSA?
      El artículo no lo escribí yo, sólo lo traduje. Y lo traduje porque quise.
      Un saludo.

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