OAKLAND, California (AP) – Ocho reclusas de un centro penitenciario de San Francisco Bay Area, apodado el «club de la violación» tanto por las presas como por los trabajadores, presentaron el miércoles una demanda contra la Oficina Federal de Prisiones, alegando que los abusos sexuales y la explotación no han cesado a pesar del procesamiento del ex alcaide y de varios ex funcionarios.
La demanda presentada en Oakland por los abogados que representan a las reclusas y el grupo de defensa California Coalition for Women Prisoners incluye también al actual alcaide y a 12 antiguos y actuales guardias. Alega que la Oficina de Prisiones y el personal del centro de Dublín no hicieron lo suficiente para impedir los abusos sexuales que se remontaban a la década de los 90.
El año pasado, una investigación de Associated Press descubrió una cultura de abusos y encubrimiento existente durante años en esta prisión, situada a unos 34 kilómetros al este de Oakland. Ese informe dio lugar a un mayor escrutinio por parte del Congreso y a promesas de la Oficina Federal de Prisiones de que solucionaría los problemas y cambiaría la cultura de la cárcel.
Según Amaris Montes, abogada de Rights Behind Bars (Derechos Entre Rejas) que representa a las demandantes, la Oficina de Prisiones no ha abordado la mala conducta generalizada en sus filas ni ha protegido la seguridad de las personas a su cargo.
«Las reclusas han tenido que soportar violaciones, manoseos, voyeurismo, desnudamientos forzados, comentarios sexuales explícitos a diario y muchas cosas más», afirmó.
La demanda solicita que terceras partes supervisen la prisión para garantizar que las reclusas tienen acceso a un lugar confidencial donde denunciar los abusos. También pide que todas las víctimas tengan acceso a atención médica y mental y a asesoramiento jurídico.
Las demandantes, que solicitan al tribunal que certifique el caso como una demanda colectiva, también quieren la libertad por motivos humanitarios para las víctimas y que a las que viven ilegalmente en el país se les expida un «visado U», un programa especial de visados para víctimas de delitos.
El portavoz de la Oficina de Prisiones, Donald Murphy, dijo que la oficina no hace comentarios sobre litigios pendientes o investigaciones en curso.
En marzo, un juez condenó al ex alcaide Ray J. García a 70 meses de prisión por abusar sexualmente de tres reclusas y obligarlas a posar desnudas para fotos en sus celdas. García fue uno de los ocho trabajadores de la prisión, entre ellos un capellán, acusados de abusar de las reclusas y el primero en ir a juicio.
Montes afirmó que persiste una cultura de abusos sexuales en ese centro de baja seguridad y que las reclusas que denuncian infracciones siguen sufriendo represalias, como el aislamiento y la incautación de todas sus pertenencias.
«Fuimos a visitar la prisión ayer y escuchamos más historias de abusos sexuales recientes en esta última semana», dijo Montes. «La Oficina de Prisiones ha tratado de abordar a oficiales individuales y está tratando de hacer que parezca que es un problema de criminales o manzanas podridas, pero en realidad es un problema sistémico».
Una ex reclusa del centro federal dijo que fue víctima de abusos sexuales por parte de un funcionario que la manipuló con promesas de que podía conseguirle la libertad por razones humanitarias. Associated Press no identifica a la gente que dice haber sufrido abusos sexuales a menos que acepte ser nombrada.
También fue testigo de abusos sexuales a otras reclusas y de represalias contra las que denunciaban la mala conducta de los funcionarios.
Dijo que estuvo encarcelada en la prisión entre 2019 y 2022 por una condena por tráfico de drogas. Dijo que fue puesta en aislamiento y perdió todas sus pertenencias cuando su compañera de celda denunció haber sufrido abusos sexuales.
«Se suponía que debían protegernos porque estábamos bajo su custodia, pero personalmente sufrí abusos y vi cómo los funcionarios abusaban de las mujeres, especialmente de las que llevaban más tiempo allí. Vi cómo las acosaban, las agarraban, las manoseaban», dijo en español, con la voz entrecortada.