El presidente saliente sacrificó los derechos de las mujeres y la seguridad de la infancia en el altar de la ideología de género.
La cuestión trans ha agarrado al electorado estadounidense por los genitales. En el período preelectoral, los republicanos se habrían gastado más de 65 millones de dólares en anuncios de televisión que ponían de relieve la locura del Partido Demócrata por el impulso de la «inclusión trans». ¿Y quién puede culparlos? A los estadounidenses cuerdos seguramente les iba a costar votar por un partido que ha defendido los peligrosos fármacos que bloquean la pubertad infantil, ha invitado a exhibicionistas trans a la Casa Blanca y ha alojado a violadores varones en prisiones de mujeres (artículo en español). ¿Y qué aficionado a los deportes estadounidenses quiere ver a hombres robar los trofeos destinados a las mujeres en atletismo, natación o ciclismo?
Bajo la administración Biden-Harris, los llamados derechos trans han sido santificados, convirtiéndolos en una misión sagrada para la izquierda convencional. El año pasado, Biden afirmó en el Día de la Visibilidad Transgénero que «los estadounidenses transgénero moldean el alma de nuestra nación». En el mismo discurso, Biden afirmó que hay una «epidemia de violencia contra las mujeres y niñas transgénero», aunque toda la evidencia sugeriría que son las mujeres y niñas de verdad las que más peligro corren por su cruzada por los derechos trans, ya que los derechos basados en el sexo se socavan y los espacios de las mujeres se abren a cualquier hombre que diga ser mujer.
Mientras Biden se prepara ahora para abandonar el escenario político mundial, vale la pena echar un vistazo al daño que ha hecho al ondear la insípida bandera trans tricolor azul celeste, blanco y rosa colorete. La posición del presidente fue clara desde el primer momento. En su primer día en el cargo, regaló alegremente los derechos de las mujeres cuando votó a favor de una orden ejecutiva, titulada «Prevención y lucha contra la discriminación basada en la identidad de género o la orientación sexual«. Al tratar la discriminación basada en la «identidad de género» como equivalente a la discriminación por sexo, la orden eliminó efectivamente los derechos basados en el sexo de las casi 900.000 mujeres que trabajan en el gobierno federal, y de otras más que dependen de los servicios estatutarios. Un año después, su administración propuso cambios similares al Título IX. El Título IX se estableció para defender los derechos de las mujeres en la educación. Pero la versión actualizada, en cambio, elimina los baños, los deportes y los vestuarios separados por sexo en las escuelas financiadas con fondos federales.
Las ramificaciones para las mujeres afectadas por las políticas transinclusivas de Biden han sido obscenas. Como la revista Reduxx ha informado constantemente, los prisioneros varones más peligrosos y depredadores son ahora alojados rutinariamente con reclusas de sexo femenino que luego son castigadas si se quejan.
Elizabeth Chesak, presidenta de la organización feminista Women’s Declaration International USA, dice que las políticas transinclusivas de Biden son tremendamente impopulares y que muchos tribunales federales de distrito han bloqueado su promulgación. «Según una encuesta realizada el año pasado en nombre de WDI USA, la mayoría de los estadounidenses, incluidos los demócratas, están de acuerdo en que una mujer es una hembra humana adulta», me dice.
«Independientemente de que Biden realmente crea o no que una mujer puede tener pene, es evidente que sus políticas de derechos humanos están impulsadas por ideólogos transgénero. Una vez más, muchas de nosotras nos sentimos desprotegidas por los dos partidos principales, ya que los republicanos quieren restringir el acceso al aborto y los demócratas se han vendido a la ideología de la identidad de género, que las feministas radicales ven como un movimiento por los derechos de los hombres. Los demócratas van a seguir viendo a las mujeres abandonar el partido en tanto que la izquierda política muestre a las mujeres que las ven como nada más que una idea en la cabeza de un hombre».
Algunas de las iniciativas de Biden han rayado en lo cómico. Cuando organizó un evento del Orgullo LGBTQIA+ en la Casa Blanca, uno de los asistentes, un modelo e influencer conocido como Rose Montoya, mostró sus machotetas y bailó provocativamente. Biden tardó tres días en decir que Montoya ya no era bienvenido. También sacó tiempo de su apretada agenda presidencial para hablar con el sonriente influencer trans Dylan Mulvaney, un hombre gay que se comporta como una parodia grotesca de una adolescente que busca atención. Cuando entrevistó a Biden, Mulvaney estaba celebrando su «día 221 de ser una chica». Más tarde arruinó la marca Bud Light cuando fue presentado como uno de sus nuevos embajadores.
Muchas de las acciones de Biden que han sido anunciadas como grandes pasos para los «derechos trans» han sido francamente escalofriantes. El nombramiento del transactivista Rachel Levine, primero como secretario adjunto de Salud, y luego como almirante y jefe del Cuerpo Comisionado del Servicio de Salud Pública de EE. UU., ha permitido que la peligrosa ficción de la «infancia transgénero» se inserte en los protocolos médicos de todo EE. UU. Levine ha hecho repetidamente la falsa afirmación de que «no hay discusión entre los profesionales médicos» en torno a la atención de la infancia que se identifica como transgénero y que «la atención de afirmación de género para la juventud transgénero es esencial y puede salvar vidas». En los años transcurridos desde el nombramiento de Levine, los detransicionadores han comenzado a presentar demandas contra los profesionales de la salud que les extirparon los senos, los órganos sexuales y les recetaron hormonas. El daño a estos y estas jóvenes se sentirá mucho después de que Levine y Biden hayan dejado el cargo.
En esencia, el Partido Demócrata ha sacrificado los derechos de las mujeres y la seguridad de la infancia en el altar de la ideología de género, regalando a los republicanos un gol cantado.
Joe Biden fue el primer comandante en jefe transactivista de Estados Unidos. Esperemos que sea el último.
4 respuestas
Excelente artículo. Gracias!
A ti, Sol. Un abrazo.
Actualmente los políticos que se dicen de izquierda son todos unos degenerados, pero el decrépito Biden es el abanderado de los pervertidos. Pese a que el ganador es un bastardo de mucho cuidado, me alegro del resultado electoral, me regala cierta esperanza de cambio en estos tiempos tan aciagos para las mujeres.
Nunca pensé que vería a Trump como el mal menor. Qué tiempos, Maribel, qué tiempos.