Los datos penitenciarios de distintos años y diferentes países parecen mostrar la misma imagen consistente
Muchos países occidentales están trasladando a hombres a cárceles de mujeres y calificando esta violación de los derechos humanos de las mujeres de «progreso.» Sí, esto está ocurriendo de verdad, y lleva ocurriendo desde hace tiempo. De hecho, en algunos lugares, lleva ocurriendo décadas. Solía haber algún tipo de salvaguarda, principalmente que el hombre en cuestión debía someterse a una «cirugía de abajo» antes de que se pudiera realizar el traslado. Aunque un hombre castrado no es una mujer y no tiene más derecho llamarse mujer que uno no castrado, esto al menos creaba una barrera de entrada y hacía que los traslados fueran escasos y poco frecuentes. Con la introducción de la autoidentificación de sexo, esto ya no es así.
Países como el mío, Canadá, permiten ahora a los hombres solicitar el traslado a una prisión de mujeres basándose únicamente en su supuesta «identidad de género» femenina. No todas estas solicitudes se conceden, pero eso es un pequeño consuelo cuando se conceden a hombres como Adam Laboucan, que agredió sexualmente a un bebé de tres meses (artículo en español). El delito de Laboucan puede ser particularmente espantoso, pero no es un caso atípico en este grupo cuando se trata de ser un delincuente sexual.
Cuando se examinan las estadísticas recopiladas durante muchos años en distintos países, se empieza a vislumbrar una cierta imagen de los presos varones identificados como trans: aproximadamente la mitad de ellos están en la cárcel por delitos sexuales. Esta tasa es unas tres veces superior a la de la población reclusa masculina en general.
Quería recopilar estas estadísticas para mí misma, para poder consultarlas rápida y fácilmente en un solo lugar. Pero luego pensé, ¿por qué no hacer un post sobre ello para que otros también puedan consultarlo? Obviamente, todo el mérito y la gratitud son para las personas y organizaciones que solicitaron, publicaron y/o llamaron la atención sobre la información. Mi objetivo era simplemente consolidar toda la información que pudiera. Todo está enlazado, documentado y acreditado, y he hecho todo lo posible para garantizar que los datos sean precisos y se interpreten correctamente.
Empecemos.
Los datos más antiguos que pude encontrar sobre este asunto provienen del Reino Unido y fueron recopilados por Fair Play For Women. En 2017, Fair Play For Women llevó a cabo su propio análisis de los informes de inspección de prisiones y concluyó que aproximadamente la mitad de los reclusos «transgénero» en Inglaterra y Gales estaban cumpliendo condena por delitos sexuales. Esta estimación se confirmó posteriormente a través de una solicitud de libertad de información al Ministerio de Justicia, que demostró que 60 de 125 reclusos identificados como trans tenían efectivamente al menos una condena por delito sexual.
Fair Play For Women obtuvo datos actualizados y corroborados en 2019 que mostraban que 81 de 163 reclusos trans identificados en Inglaterra y Gales tenían al menos un delito sexual. Dado que 129 de esos reclusos cumplían condena en una prisión masculina, se podía extrapolar con alto grado de certeza que los 129 eran hombres. De estos delincuentes, 76 habían cometido delitos sexuales. Los otros 5 estaban alojados en prisiones femeninas, lo que podría significar que eran varones con un certificado de reconocimiento de género. Aunque esto dificultaba calcular el número exacto, era casi seguro que al menos 76 de los 129 hombres transidentificados -58,9%- cumplían condena por delitos sexuales en 2019 en Reino Unido.
Estos datos fueron presentados como prueba por la profesora Rosa Freedman, la profesora Kathleen Stock y la profesora Alice Sullivan a la investigación sobre la Reforma de la Ley de Reconocimiento de Género.
Mientras tanto, empezábamos a ver cifras similares en Canadá. Para entonces, Heather Mason, defensora de las mujeres en prisión, había empezado a hablar. En un importante artículo para Women Are Human, Mason reveló que el 23 de mayo de 2019 tuvo lugar una reunión sobre el traslado de presos con «consideraciones de género» (también publicó notas de la reunión en su cuenta de X). Durante la reunión, la ex Comisionada Adjunta para las Mujeres, Kelly Blanchette, informó que la mitad de todas las solicitudes de traslado de prisiones masculinas a femeninas provenían de delincuentes sexuales. Esto contrastaba con la tasa del 20% de delitos sexuales en la población reclusa masculina general.
Más o menos al mismo tiempo, salían datos de Nueva Zelanda. He encontrado solicitudes de información al Departamento de Prisiones que, en conjunto, muestran tendencias similares a las del Reino Unido y Canadá. La primera solicitud, realizada en abril de 2019, pedía un desglose de las personas transidentificadas en las prisiones neozelandesas. La respuesta mostró un total de 43 reclusos de este tipo: 3 «hombres transgénero», 32 «mujeres transgénero», 1 «no binario» y 7 «sin especificar».
De las «mujeres transgénero», 25 estaban en una cárcel de hombres y 7 en una de mujeres.
Unos meses más tarde, una segunda solicitud pedía un desglose de los delitos de los presos autoidentificados como transgénero actualmente en la cárcel. La respuesta mostraba que, de los 35 presos que «se identificaban como transgénero» (excluyendo, por tanto, las categorías no binaria y no especificada), 15 habían cometido un delito sexual.
Incluso si queremos ser lo más generosos posible y suponer el improbable caso de que los tres «hombres transgénero» hayan cometido un delito sexual, aún quedarían 12/32 «mujeres transgénero» con un delito sexual, lo que supone una tasa del 38%.
Nótese que es probable que esta cifra fuera más alta -posiblemente hasta el 47% (15/32)- y nótese también la tasa bastante alta de delitos violentos.
En 2021, Keep Prisons Single Sex USA (Mantened las Cárceles Segregadas por Sexo USA) nos demostró que esa mayor tasa de delitos sexuales entre los hombres que se dicen trans en prisión también se da en Estados Unidos. El grupo hizo una solicitud de registros públicos a la Oficina Federal de Prisiones y recibió datos que mostraban que la tasa de «delitos sexuales» entre los reclusos «trans de hombre a mujer» (es decir, hombres) era del 48,47%. Esto se compara con una tasa del 11,2% en la población reclusa general (que incluye tanto a hombres como a mujeres) y sólo del 4,71% para las mujeres que se dicen trans.
From a recent public records request:
Incarcerated males identifying as «trans» are significantly disproportionately likely to be in for «sex offenses.»
1/3 pic.twitter.com/GixZFXlRm4— Keep Prisons Single Sex USA (@NoXY_USA) December 15, 2021
A finales de 2022, de forma bastante sorprendente, el Servicio Penitenciario de Canadá publicó dos informes exhaustivos y muy condenatorios sobre los «delincuentes con diversidad de género» en el sistema penitenciario federal. La periodista Genevieve Gluck llamó la atención sobre este hecho.
A report released by the Canadian Correctional Service in 2022 revealed that 82% of “gender diverse” prisoners with a history of sexual offending were men who identified as «trans women». pic.twitter.com/Rc173nWTFD
— Genevieve Gluck (@WomenReadWomen) January 28, 2023
El primer informe se titulaba «Análisis de los delincuentes de género diverso». Revelaba que había 99 «delincuentes de género diverso» en la cárcel entre el 27 de diciembre de 2017 y el 13 de marzo de 2020, compuestos por un 62% de «mujeres trans», un 21% de «hombres trans» y un 17% de «otros».»
El segundo informe, «Delincuentes de género diverso con antecedentes de delitos sexuales», reveló además que el 33% de estos 99 delincuentes de «género diverso» tenían antecedentes de delitos sexuales, de los cuales el 82% eran «mujeres trans.» Esto significa que el 44% de los hombres encarcelados que dijeron ser mujeres trans eran delincuentes sexuales. Gluck también destacó el hecho de que «la mayoría (85%) cometieron delitos que causaron la muerte o daños graves a su(s) víctima(s), mientras que el 70% infligió daños psicológicos a su(s) víctima(s)». La mayor proporción de víctimas eran menores o mujeres.
Y esto sólo para los hombres que se identificaron específicamente como «mujeres trans». Nótese que el 17% de los «delincuentes de género diverso» con delitos sexuales se incluyeron en un grupo de «otros», que el informe definió como, «género fluido, no conforme con el género no/no binario, intersexual, dos espíritus o no especificado». Dependiendo de cuántos de este grupo de «otros» eran hombres, podría cambiar el número total de delincuentes sexuales varones identificados como trans. Y, de hecho, así fue.
A principios de 2023, la periodista Christina Buttons, que escribía para el Daily Wire, se puso en contacto con el Servicio Penitenciario de Canadá para aclarar el sexo biológico de estas personas:
Marie Pier Lécuyer, asesora principal de relaciones con los medios del Servicio Penitenciario de Canadá, explicó que «de los 33 delincuentes de género diverso identificados con antecedentes por delitos sexuales, el 84,9% (28) eran hombres y el 15,1% (5) eran mujeres en el momento del estudio».
Haciendo cuentas, esto significa que el 46% de los varones que se dicen trans, u hombres que se identificaban como algo distinto a varón en la prisión federal canadiense, habían cometido delitos sexuales. Buttons también señaló que el 92% había sido encarcelado por delitos violentos. Esto contrasta fuertemente con el 25,8% de la población reclusa masculina general que cumple condena por delitos violentos.
En 2023, también pudimos conocer algunos datos procedentes de Australia. Fair Go for Queensland Women informó que, a 30 de junio de 2023, había 65 hombres que se dicen trans en el conjunto de prisiones masculinas de Queensland. De esa cifra, el 55% estaban recluidos por los cargos más graves de delitos sexuales o violentos (en comparación con el 48% de los hombres y el 35% de las mujeres).
Si se consideran las agresiones sexuales con agravantes por sí solas, las cifras eran del 23,1% para los hombres que se dicen trans, frente al 12,81% para la población reclusa masculina general, casi el doble.
Nótese que, en Queensland, la agresión sexual con agravantes se refiere a una agresión sexual con armas o en compañía de un cómplice. Esto sin duda significa que la tasa de agresión sexual en sí es mucho más alta.
Volvamos a los Estados Unidos donde, en 2023, Keep Prisons Single Sex USA hizo otra solicitud FOI, Libertad de Información, a la Oficina Federal de Prisiones. Una vez más vemos que la tasa de delitos sexuales para los presos «trans de hombre a mujer» (es decir, hombres) es aproximadamente la mitad, un 47,18%. La tasa de delitos sexuales para la población reclusa general también se mantuvo bastante estable, en el 12,2%.
Por las mismas fechas, el Oversight Project reveló que había recibido datos que mostraban que el 50,3% de las «mujeres transgénero» (es decir, hombres) de las prisiones del DOC de Wisconsin habían sido «condenadas por al menos un cargo de agresión sexual o abuso sexual», lo que corroboraba aún más estos índices.
¿Qué conclusión sacamos de estas cifras? Los transactivistas se limitan a ignorarlas, pero ellos no están preocupados por la seguridad y los derechos humanos de las mujeres encarceladas. Cualquiera que afirme que le importan debe lidiar con las estadísticas.
Abarcando varios años y varios países, estas estadísticas nos muestran que aproximadamente la mitad de los hombres encarcelados que dicen ser transgénero son delincuentes sexuales. Este porcentaje es entre el doble y el cuádruple que el de los presos que no declaran una identidad trans.
¿Por qué es tan importante? Porque estos hombres solicitan, y de hecho a veces se les concede, el traslado a prisiones femeninas. A menudo se les presenta como muy vulnerables, cuando parece que en realidad son más peligrosos que otros hombres, y cometen delitos sexuales y violentos en porcentajes aún más elevados. Lejos de tener el patrón de delincuencia del sexo femenino que pretenden ser, sus tasas son incluso peores que las de sus compañeros varones.
Puede haber y ha habido objeciones a estas cifras. Algunos dicen que el número de presos que se dicen trans es demasiado pequeño para sacar conclusiones reales. Esto podría ser razonable si no fuera que ahora tenemos datos de al menos cinco países diferentes, algunos en momentos distintos, que muestran tasas similares. Descartar de plano que aquí esté pasando algo es estar voluntariamente ciego.
Otros dicen que las cifras están distorsionadas por la cantidad de presos trans-identificados que no están «fuera del armario». De nuevo, este podría ser el caso. Podría haber muchos más hombres que se identifican en secreto como trans pero no quieren decirlo. Pero para que este hipotético escenario tuviera un impacto lo suficientemente significativo en el patrón delictivo de los presos varones que se dicen trans como para reducirlo incluso a los niveles masculinos generales, tendría que haber muchos de ellos y prácticamente todos tendrían que no ser delincuentes violentos o sexuales.
También está el hecho de que un gran número de reclusos podrían estar autoidentificándose como trans para conseguir el traslado a una prisión femenina y cumplir condena más cómodamente e incluso para tener acceso a más víctimas. Heather Mason conoce un caso de este tipo en Canadá, y no me cabe duda de que debe haber más. En efecto, el informe canadiense «Delincuentes de género diverso con antecedentes de delitos sexuales» señala que: «Casi todos (94%) habían cometido sus delitos mientras vivían como su sexo biológico».
Pero lo único que hace esto es poner en entredicho el mantra transactivista de que «¡eres trans si dices que lo eres!» y revelar la estupidez de las políticas que permiten estos traslados (así como de la práctica de codificar la «identidad de género» en la política y la legislación en general).
Se mire como se mire, trasladar a estos hombres a prisiones de mujeres es una política mala e inhumana. Es nada menos que un castigo cruel e inusual infligido a las mujeres que están dentro.
Mi opinión personal es que la mayoría de estos hombres son autoginéfilos, y no me sorprende en absoluto que los hombres que dejan que su fetiche sexual dirija sus vidas tengan más probabilidades de ser delincuentes sexuales. De hecho, estoy estupefacta ante la amnesia social colectiva que parecemos tener cuando se trata de estos hombres. Antes sabíamos que los asesinos en serie eran más propensos a tener el fetiche de travestismo, por ejemplo (que es sólo una de las muchas formas en que se manifiesta la autoginefilia). Francamente, nada de esto debería sorprendernos.
Tengo que añadir -y normalmente odio las evasivas, pero este es un tema muy serio- que no creo que estas cifras de presos reflejen a todos los autoginéfilos o a todos los hombres que se identifican como mujeres/como trans. No, no creo que la mitad sean delincuentes sexuales. El pequeño número de hombres que se identifican abiertamente como trans y que están en la cárcel por delitos muy graves es un grupo muy específico que sin duda tiene diferencias significativas con la población de hombres en general que se identifican como trans.
Pero nada de esto importa cuando se trata de la conversación sobre las cárceles. Los hombres no deben estar en las cárceles de mujeres. No hace falta decir nada más al respecto. Sin embargo, dado que muchas personas, incluidas las que están en el poder, no parecen entenderlo, esperemos que algunos datos les ayuden a despertar. Si no es así, entonces son una causa perdida y deberían dejarse de lado hasta que un día se les caiga la cara de vergüenza.