Los derechos de género son derechos de la Inteligencia Artificial

 

Blog de Salagre, Jennifer Bilek, AI Rights

Si el sexo puede cambiarse de la noche a la mañana, socavamos el concepto mismo de verdad biológica y equidad.

– Rachel Merton

Socavar la verdad biológica es la misión de la ideología de género.

La infraestructura política LGBTQI+ de hoy en día se está utilizando para impulsar la disociación corporal hacia la simbiosis humana con la IA (Inteligencia Artificial), que Silicon Valley lleva prometiéndonos desde principios del 2000.

Se está haciendo grooming a la infancia para la disociación corporal industrial, para pensar en su anatomía totalmente sexuada como mercancía (pechos, penes, cromosomas, hormonas, vaginas, gametos, etc., intercambiables) para la industria comercial de la reproducción tecnológica, que nos acercará a una fusión completa con las máquinas. Es esencial que la infancia acepte la idea para cambiar nuestra percepción de nosotros mismos como una especie de sexo binario, para que la tecnología pueda superar las capacidades reproductivas de la humanidad hacia esta unión.

Todos los daños que se manifiestan a partir de la ideología de género se derivan del concepto que se obliga a la sociedad a creer, a través de un lenguaje tiránicamente impuesto, de que existe otro tipo de ser que está más allá de varón y hembra. Contrariamente al pensamiento popular, no se trata de que alguien tenga disforia corporal, o una identidad especial, o protecciones para las personas que se sienten atraídas por el mismo sexo. Se trata de una realidad virtual que se construye a partir de un lenguaje institucionalizado que deconstruye lo que significa ser humano, tal y como nos consideramos ahora.

Este es el objetivo de la ideología de género: deconstruir el modo en que la humanidad se concibe a sí misma. La infancia es el epicentro de este adoctrinamiento. La ideología de género -esa ideología que promueve la disociación industrial del cuerpo- se ha institucionalizado en los programas de salud infantil de las escuelas, en sus bibliotecas, en la programación televisiva, en las redes sociales y se presenta allí donde la infancia se encuentra en la cultura. Cambiar la percepción que la infancia tiene de sí misma como sistemas completos, biológicamente sexuados, es lo que hace la ideología de género. Muchos, al haber sido esterilizados tras adoptar identidades sexuales sintéticas, se verán reducidos a futuros consumidores de reproducción tecnológica si desean tener descendencia propia. También se convierten en mercancías voluntarias, ya que congelan sus óvulos y esperma para la futura reproducción tecnológica en previsión de la esterilización por daños médicos. Las transacciones comerciales de los vientres de alquiler, que utilizan los úteros de las mujeres como dispositivos de gestación, también serán importantes para una industria que esteriliza a la juventud. La participación en macabros rituales de castración médica, creyendo que pueden mezclar y combinar partes de su anatomía, hacia una trascendencia de la carne, los moldea como consumidores y los hace verse a sí mismos como mercancías.

CRISPR, la tecnología de edición de genes, ahora nos permite alterar genéticamente a los seres humanos. Los futuros humanos deben estar preparados para esta realidad y la industria del género está lavando el cerebro con éxito a la infancia para esta experiencia. Dado que la tecnología ya está entre nosotros, el grooming se ha disparado, por lo que nosotros (y especialmente la infancia) no podemos escapar de la narrativa de que de repente hay un nuevo tipo de persona que trasciende las fronteras de nuestra realidad sexuada a través de la tecnología médica.

Estamos a punto de ver más cambios extremos en la humanidad de lo que nunca habíamos creído posible. La interconexión IA-humano, la ingeniería genética y la reproducción tecnológica están a punto de cambiar rápidamente nuestra especie. Ajustes sociales como adaptaciones del lenguaje que deconstruyen el binarismo sexual, que borran a las mujeres de la ley, que deconstruyen los límites sexuales de las mujeres, los deportes separados por sexo y los espacios seguros, están todos en marcha para acomodar estas nuevas tecnologías. Su función es adaptar la percepción que tenemos de nosotros mismos a la falta de límites sexuales. En el frente reproductivo humano de las tecnologías emergentes, esto es lo que pretende la ideología de género.

En la deconstrucción del sistema reproductivo humano, al igual que en la deconstrucción de la integridad corporal humana en general, las materias primas de estos esfuerzos van a necesitar adaptaciones jurídicas. Estas adaptaciones jurídicas en desarrollo funcionan en sincronía con el marco jurídico de la IA, que avanza al mismo tiempo. Mientras, los mercados de ideología de género mezclan y combinan la anatomía reproductiva, los óvulos, el esperma, los úteros, las hormonas, y los bebés se convierten en mercancías que deben protegerse legalmente en las transacciones comerciales. Del mismo modo, existe una creciente estructura jurídica para la protección de la IA, sobre todo del lado de la protección de los seres humanos frente a la violación de nuestros datos por parte de la IA. A medida que la IA gana fuerza, el panorama cambiará para protegerla, y/o a las personas que están conectadas a ella a través de la interacción entre humanos e IA.

La ideología de género, que busca borrar el binarismo sexual, preparándonos para la reproducción tecnológica, también sirve al proceso de construcción de una IA que sea más eficiente. Un ejemplo publicado por Reuters, sobre los intentos de Amazon de contratar a los candidatos más cualificados para un puesto de trabajo, mediante el uso de la IA, se convirtió en un experimento fallido en 2015, justo en el momento en que la ideología de género comenzó a extenderse por Estados Unidos a velocidad supersónica. Los modelos informáticos de Amazon fueron entrenados para vetar candidatos observando patrones en los currículos enviados a la empresa durante un periodo de 10 años. La mayoría procedían de hombres, un reflejo del dominio masculino en la industria tecnológica. El sistema de Amazon se enseñó a sí mismo que los candidatos masculinos eran preferibles. La inteligencia artificial de Amazon, al intentar seleccionar a los más cualificados de un grupo de candidatos, reconoció a las mujeres y las eliminó del proceso de selección. Parece que, si hay hombres y mujeres que muestran comportamientos tradicionales específicos de cada sexo, la IA va a tener problemas de sexismo. Tal vez sea mejor acabar con el binarismo sexual para servir a la tecnología y a las empresas que las utilizan. Lo mismo ocurre con la raza, la etnia, la religión, etc.

Se están haciendo robots (IA) que parecen, sienten, hablan y piensan como humanos. Hay robots a la venta para interacciones sexuales que se están haciendo para que parezcan y se sientan como humanos, cultivando nuestra vinculación afectiva hacia las máquinas (más que nuestra actual relación íntima con la tecnología). Algunos en el ámbito tecnológico creen que la IA llegará a ser superior a los humanos, más inteligente, fuerte y rápida que las «personas biológicas». Aunque esto puede ser poco realista, y ciertamente el planeta ya se está resistiendo al saqueo de sus recursos y puede ser reacio a renunciar a más por esta oleada tecnológica, ese es el objetivo. Nadie en Silicon Valley ha tratado de ocultárnoslo.

Comprender que está en marcha la reconfiguración de nosotros mismos como especie sexualmente dimórfica -y especialmente las percepciones de la infancia- para una usurpación tecnológica de la reproducción humana, es difícil. Este proceso de preparación se ha unido al aparato político de los derechos humanos para las personas que sienten atracción por su mismo sexo. Todos los mensajes y la propaganda nos dicen que estos cambios son para una identidad sexual marginada, cuando en realidad esta ideología deconstruye el binarismo sexual, sobre el que existe la atracción por el mismo sexo.

¿Necesitarán sus propios derechos los robots de IA que parecen, hablan, piensan y se mueven de forma similar a nosotros, y que ya están entre nosotros? Puede que sus derechos no coincidan totalmente con los derechos humanos. No serán hombres ni mujeres en el sentido biológico, aunque se les moldee para que se parezcan a nosotros, de modo que nuestra empatía esté condicionada hacia ellos. A algunos robots ya se les «asigna un sexo». Si se les asigna un sexo masculino, ¿tendrán estas entidades derecho a entrar a los espacios de mujeres, si se construyen para parecerse a los hombres? ¿Pensará como un hombre, como ocurre con la IA de Amazon? ¿Cosificará sexualmente a las mujeres, si la información para construirlos proceden de una sociedad sexista?

Las corporaciones internacionales, los gobiernos, los bancos y las empresas de gestión de activos de capital no están cambiando las leyes basadas en la realidad biológica, e interfiriendo en las culturas occidentales, en un esfuerzo por hacer felices a unas pocas personas con problemas de identidad. No lo están haciendo porque de repente aparezcan criaturas a montones con la sensación de haber nacido en el cuerpo equivocado. Cuando menos, se trata de una idea absurda. Lo que no es descabellado es que los derechos de los humanos ampliados ya están en marcha en Chile. Estos neuroderechos en desarrollo separan la información de la mente de una persona de los derechos humanos de toda su integridad corporal.

En casi todos mis posts y entrevistas hablo de Martine Rothblatt, un personaje fundamental en el desarrollo de la estructura jurídica de la IA como personas, así como de lo que se denominan «derechos de género», el derecho a disociarse del cuerpo. Es más importante de lo que la gente ha sido capaz de aceptar hasta ahora. Se autodenomina transexual-transhumanista y se ha apropiado de simulacros sintéticos de la biología femenina. Rothblatt es la figura clave detrás del desarrollo de leyes para la IA en Estados Unidos, así como de la ética que tiene que ver con la ingeniería genética. Cree que la IA es humana sin carne y, además de haber construido un robot de su mujer, ha escrito y dado un montón de conferencias sobre cómo trascender nuestra realidad sexuada, y en última instancia nuestra humanidad, con la tecnología.

Rothblatt ha trabajado para la NASA, y ha sido cofundador de la radio por satélite Sirius XM, ha estado involucrado en el proyecto del genoma humano de la ONU desarrollando un enfoque basado en la ética para los cyborgs que ya están evolucionando. Lleva mucho tiempo defendiendo teóricamente los derechos de la IA, ha creado una religión de culto tecnológica, Terasem, y ha creado la ideología de género que niños, niñas y jóvenes están adoptando actualmente mediante adoctrinamiento masivo. Él, junto con otros abogados travestis, creó la estructura legal para aquellos que deseaban trascender la realidad biológica sexuada a principios de la década de 1990. Como figura de renombre en los campos de la medicina, la biotecnología, la ingeniería genética, las tecnologías de IA, la vigilancia tecnológica y las realidades virtuales, se ha ganado el respeto de muchos de sus colegas. Respondiendo a la pregunta «¿Cómo reaccionará la gente ante los seres virtuales?» en una entrevista de 2014 para Technology Review, respondió: «Las reacciones que recibo me dicen que la discriminación va a ser inevitable. La gente dice: ‘No me importa lo sofisticado que sea, nunca tendrá la misma humanidad que la carne’. Recuerda mucho a otros innumerables ejemplos de represión. Cuando la esclavitud era común en el siglo XIX, se decía que los negros no tenían el mismo tipo de consciencia que los blancos. Era un punto de vista dominante. Esto hace eco de la tesis de Rothblatt en Sexual Apartheid, publicado en 1995, en donde pedía la deconstrucción del binarismo sexual y comparaba nuestra realidad material de dimorfismo sexual con el Apartheid sudafricano.

Este lenguaje también imita el del Plan de la Casa Blanca para una Declaración de Derechos de la IA:

«Los algoritmos no deben discriminar y los sistemas deben utilizarse y diseñarse de forma equitativa. La discriminación algorítmica se produce cuando los sistemas automatizados contribuyen a un trato diferente injustificado o impacta desfavorablemente en las personas en función de su raza, color, etnia, sexo (incluyendo embarazo, parto y condiciones médicas relacionadas, identidad de género, condición intersexual y orientación sexual), religión, edad, origen nacional, discapacidad, condición de veterano, información genética o cualquier otra clasificación protegida por la ley».

El apego humano a la identidad racial, cultural, nacional y sexual, se enmarca como «política de identidad». Están volviendo cuir (deconstruyendo) nuestras identidades con mandatos corporativos para acabar con la identidad en todos los niveles, para suavizar las diferencias, en lugar de ajustarse a la diferencia, para subsanar los mismos problemas a los que Amazon se enfrentó con su IA. Esto no es más que una colonización completa de la humanidad, una destrucción de los límites hacia una fusión con la IA.

El Proyecto Trevor, un campamento de adoctrinamiento de ideología de género para criaturas vulnerables, que se hace pasar por ayuda para jóvenes LGBTQI+ con ideas suicidas, ha sido financiado con 1,5 millones de dólares por Google, una de las primeras empresas transhumanistas, específicamente para una plataforma de IA. Ray Kurzweil, de Google, famoso por sus especulaciones sobre la llegada de la singularidad y la fusión de la humanidad con la inteligencia artificial, fue mentor e inspirador de Martine Rothblatt.

Tim Gill, de la Fundación Gill, una de las ONGs LGBT más importantes de Estados Unidos, es fundador de la empresa de software informático Quark Press. Vendió sus acciones para crear la Fundación Gill y ha contribuido a impulsar la ideología de género, que deconstruye el binarismo sexual, en nuestras intuiciones y culturas con miles de millones de dólares. Ahora invierte en sistemas domésticos de IA. Junto con su marido, Scott Miller, son los mayores financiadores de los derechos de los homosexuales [cultura queer] en Estados Unidos.

Miller fue nombrado embajador de EE.UU. en Suiza y Liechtenstein en 2021, bajo el mandato del presidente Biden, que arrastró de su predecesor, Obama, una fuerte implementación de políticas para aquellos que buscan renegar de su realidad sexuada. El 1 de enero de 2022, Suiza puso en marcha un nuevo proceso eficaz y simplificado de reconocimiento del cambio de género [sexo] basado en la autodeterminación. No requiere divorcio, cirugía o condiciones médicas para los individuos. Permite el cambio entre el género [sexo] femenino y masculino; los géneros [sexo] no binarios no están reconocidos en la legislación suiza. Bélgica, Dinamarca, Islandia, Irlanda, Malta y Noruega tienen una legislación similar.

Hasta finales de 2021, las leyes suizas sólo permitían a las personas que deseaban renegar de su realidad sexuada cambiar su sexo registral mediante procedimientos judiciales. No en vano, Gill y su marido Miller, invierten en nuevas tecnologías reproductivas.

Además de ser un importante centro farmacéutico, Suiza es conocida como el Silicon Valley de la robótica, y el área metropolitana de Zúrich es líder en robótica, visión por ordenador e inteligencia artificial.

La estrategia de nombrar embajadores estadounidenses en países que aún no están totalmente de acuerdo con la autoidentificación del género [sexo], para obligarles a mejorar sus leyes para acomodar este rechazo de la realidad biológica, es recurrente bajo el partido demócrata respaldado por Big Pharma y Silicon Valley.

El nombramiento de Miller como embajador en Suiza copia el del ex alcalde de Chicago, Rahm Emanuel, en Japón, también elegido bajo el mandato de Biden. Entre 2008 y 2010, Emanuel fue jefe de gabinete de Obama. Obama fue sacado del anonimato por la multimillonaria familia Pritzker, con la que Rahm Emanuel mantiene vínculos políticos muy estrechos, y que ha difundido la ideología de género por Estados Unidos y Canadá, al tiempo que mantiene estrechos vínculos con Israel. Japón nunca ha tenido una comprensión cultural de lo que los estadounidenses llaman transgenerismo, aparte de ser un trastorno mental, pero ahora está avanzando hacia la autoidentificación de género. Como he escrito antes, la familia Pritzker está profundamente comprometida con avanzadas tecnologías médicas y está impulsando la ideología de género en las escuelas primarias con un plan de estudios financiado por las principales corporaciones tecnológicas.

En 2020, JB Pritzker, gobernador de Illinois, dio un paso audaz al aprobar 230 millones de dólares en financiación de IA, con el objetivo de posicionar a Illinois a la vanguardia de la próxima generación de avances científicos y tecnológicos.

David Pressman, nombrado embajador de Estados Unidos en Hungría por Joe Biden, no está teniendo tanta suerte en Hungría, donde el primer ministro, Viktor Orban, no intenta congraciarse con la ideología LGBTQI+. Ávido partidario de Trump, el apoyo de Orban a Trump no le gusta nada a Pressman, miembro del colectivo LGBTQI+, como informó Politico en julio de 2024. Pressman presionó a la comunidad húngara, haciendo referencia a una declaración conjunta de 35 países que expresaban «su grave preocupación por la persecución de las personas LGBTQI+ en Hungría, y pedía al gobierno que eliminara sus leyes, políticas y prácticas discriminatorias», durante un desfile del Orgullo en Budapest, en junio de 2024.

Con una ideología negadora del cuerpo ligada a una estructura de derechos civiles para las personas atraídas por el mismo sexo, para impulsar una distopía tecnológica, todos estamos en el medio del océano haciendo agua. Pero si podemos deshacernos de la ilusión de que esto es un movimiento benévolo para los marginados y armarnos con información acerca de cómo esta fuerza tiránica está operando, podemos idear formas creativas para resistirlo. No nos queda otro remedio; debemos resistirnos.

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2 respuestas

  1. Brillante, a la vez que terrorífico, análisis de lo que se nos viene encima con el dogma queer y las leyes de borrado de las mujeres (me niego a llamarlas de identidad de género).
    No nos queda otro remedio que la resistencia.

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