Mujeres de todo el mundo: Despiertas, Furiosas y Afiliándose

Las feministas que no tienen paciencia con la ideología de género suelen ser acusadas de «no ser más que unas fachas» en el argot de los hipsters de hoy en día. Las brigadas históricamente analfabetas de jóvenes (en su mayoría, pero no exclusivamente) anglófonos que confunden el transactivismo con el antifascismo puede que no sean capaces de deletrear «homenaje» o «Cataluña», pero están seguros de que, sea lo que sea, exactamente, en lo que consista la historia, definitivamente están viviendo sus vidas del siglo XXI en el lado correcto de ella.

Bueno, en el Gran Libro de Reglas, después de «nunca te involucres en una guerra terrestre en Asia» pon «nunca te pelees con feministas españolas por el fascismo.» La Coeducación Secuestrada: Crítica feminista a la penetración de las ideas transgeneristas en la educación (2022), escrito por cuatro feministas españolas, recuerda a Homenaje a Cataluña de Orwell (1938), tanto por su ojo para los detalles personales conmovedores como por la forma intelectualmente mordaz en que escarba en un paisaje histórico políticamente confuso y tramposo. Silvia Carrasco, Ana Hidalgo, Araceli Muñoz y Marina Pibernat son profesoras universitarias o de secundaria en España. También son miembros de DoFemCo (Docentes Feministas por la Coeducación). La coeducación tiene un significado histórico particular en el contexto español.

https://dofemco.org/

La España republicana cayó en manos de las fuerzas fascistas de Franco en abril de 1939. El 1 de mayo, Franco prohibió las aulas mixtas en España. Los planes de estudios a partir de entonces para los niños y las niñas eran muy diferentes. Esto cambió a mediados de la década de 1970, tras la muerte de Franco, de forma que a las niñas se les permitió que entraran en lo que habían sido las escuelas para niños y que aprendieran lo que había sido el plan de estudios para niños.

Las feministas insistían en que lo que se necesitaba no era esta «educación mixta», sino una verdadera «coeducación». La coeducación, tal como la concebían, implicaba elementos específicos: los estereotipos de los roles sexuales debían ser objeto de una crítica activa, y tanto a los niños como a las niñas se les debían enseñar valores y actividades tradicionalmente asociados a las mujeres al igual que aquellos tradicionalmente asociados a los hombres. El movimiento por la coeducación en este sentido era inseparable del movimiento de liberación de la mujer, y a lo largo de las décadas de los 80 y 90 se encontró con una resistencia considerable en la España posfascista.

O solía hacerlo. En el siglo XXI, el aparato educativo español se ha vuelto increíblemente entusiasta de lo que llama «coeducación», tomando prestado el término utilizado por las feministas. Esta versión de la «coeducación», sin embargo, es irreconocible para las mujeres feministas que la teorizaron, la defendieron y la aplicaron cuando fue posible durante las últimas décadas del siglo XX. Al principio las pilló por sorpresa y ahora están enfurecidas al ver que los responsables de la política educativa española se apropian de la coeducación como «vehículo para la penetración de las ideas transexuales en el sistema escolar.»

Su problema no es con el alumnado. Las autoras explican con gran simpatía y conocimiento de causa por qué el transgenerismo atrae a los jóvenes: la oportunidad de hacerse a sí mismos, la invitación a rebelarse y transgredir los límites, la idea tan a menudo vendida a los jóvenes idealistas de que estar en el lado «queer» de la historia actual es estar en el lado de los vulnerables y los oprimidos, luchando contra la injusticia.

Sin embargo, las autoras están furiosas, justificada y apasionadamente, por el «flagrante abandono de la responsabilidad de proteger el desarrollo y el bienestar infantil y adolescente, libre de estereotipos y prejuicios sexistas que está teniendo lugar en la legislación actual a nivel autonómico y estatal en España». Achacan esta dejación de funciones a una serie de desarrollos jurídicos que se produjeron en España a partir de 2007. Antes de eso, el «género» se abordaba generalmente en la legislación española como «una categoría social que considera a las mujeres inferiores a los hombres, que legitima las múltiples formas de violencia que sufren las mujeres y que constituye una grave violación de los derechos humanos», una formulación que todavía se utilizaba en 2011 en el Convenio del Consejo de Europa sobre Prevención y Lucha contra la Violencia contra las Mujeres y la Violencia Doméstica.

En los años posteriores, el «género» se ha reformulado constantemente como algo positivo, una forma de «diversidad» en lugar de un sistema de jerarquía diseñado para oprimir a las mujeres. En 2020, las escuelas de Cataluña aplicaban un programa llamado «Coedúcate» centrado en «aspectos básicos de la coeducación, de las perspectivas de género y de la sexualidad». Aquí, el «género» se introduce como compañero natural de la «coeducación» en lugar de separarlo por ser precisamente esos estereotipos sociales e históricos más corrosivos para los verdaderos objetivos coeducativos.

https://www.educapeques.com/escuela-de-padres/coeducacion-en-el-dia-a-dia.html

Como documentan las autoras, se han puesto en marcha en España políticas casi idénticas en una comunidad autónoma tras otra, siempre con las mismas organizaciones de transactivistas asesorando a las administraciones educativas captadas en la elaboración de las normativas. En todos los casos, esto ha tenido lugar en ausencia de una demanda popular urgente, sin el pleno conocimiento de la ciudadanía, sin la aportación de los educadores sobre las implicaciones en el contexto escolar, con la consulta exclusiva de los grupos transactivistas y sin contraargumentos de las organizaciones feministas, y ha sido consensuado entre los partidos políticos sin un debate parlamentario exhaustivo. Este patrón es familiar para las feministas de todo el mundo que prestan atención, que apreciarán la perfecta encapsulación por parte de las autoras del lenguaje en el que se defienden estas políticas: «ambiguo y grandilocuente».

El claro problema es que este nuevo conjunto de políticas se autodenomina «coeducación» mientras «omite mencionar la discriminación por razón de sexo… sus sujetos y sus protagonistas». En un triste giro histórico, los documentos de formación del profesorado recomiendan ahora una vigilancia de la inconformidad con los estereotipos de los roles sexuales que incluso el más franquista de los maestros de escuela hubiera dudado en embarcarse, instando a los educadores a «detectar a los alumnos que puedan presentar indicios de que su sexo asignado es diferente de su identidad de género» y a comunicarlo al director del centro educativo, quien convocará a la familia para decidir la mejor manera de proceder. Según las autoras, con estas nuevas políticas se insta a los educadores a actuar como «policía de género».

En resumen, esta nueva versión patas arriba de la «coeducación» es terriblemente sexista e irremediablemente homófoba. Las autoras reproducen una imagen que ahora se utiliza en las escuelas primarias españolas para educar a las criaturas sobre el género, que puede variar dentro de un espectro que va desde Barbie hasta Action Man. Describen el caso de una niña vasca de ocho años que, después de asistir a clases en las que usaron esta imagen, se convenció de que debía de ser «trans» y a la que le acabaron recetaron bloqueadores de la pubertad. A los niños y niñas de una edad similar se les muestra el cortometraje argentino «A solas con Tiziana», sobre un niño de ocho años al que le gusta bailar y ponerse falda y un gran lazo rosa en el pelo, y que solía estar triste hasta que consiguió un nuevo documento de identidad del estado que lo etiqueta como niña. Esto, en palabras de los realizadores, es «quién realmente es», lo que, en palabras de las autoras, «simplemente coincide con los estereotipos estéticos occidentales de feminidad representados en todos los medios de comunicación».

Las críticas a estas nuevas prácticas son duramente castigadas, como lo es hacer cualquier mención grosera al hecho de que la oposición a su implantación está compuesta «mayoritariamente por mujeres», o sacar a colación la existencia de un número creciente de desistidoras, entre ellas muchas mujeres jóvenes que han encontrado el feminismo mucho más terapéutico de lo que nunca lo fue la identidad trans para mejorar su angustia por sus cuerpos y sus «experiencias de vida». Si las mujeres no son más que un sentimiento que cualquiera puede tener, ¿cómo es posible una verdadera coeducación? ¿Cómo se pueden combatir los estereotipos de los roles sexuales si «el propio gobierno protege y preserva estos roles, elevándolos a la categoría de identidades?». En el contexto de España, donde el gobierno fascista no es un monstruo distante, sino un sistema bajo el cual muchos españoles adultos crecieron, el retorno de estas políticas de protección y preservación de los roles sexuales es menos fácil de confundir con el progreso de lo que es en otras partes del mundo.

De hecho, una fascinante polémica publicada en mayo de 2023 nombra a España como una nación en la que las feministas están particularmente movilizadas, advirtiendo a los lectores que «el grueso del movimiento feminista antitrans español son mujeres cisgénero bien educadas e intelectuales»: es decir, mujeres que conocen bien su historia y su política -exactamente el tipo de mujeres que contribuyeron a La Coeducación Secuestrada. El verdadero foco de la polémica, sin embargo, es Women’s Declaration International, fundada en 2018 tras el lanzamiento público de la Declaración sobre los Derechos de las Mujeres Basados en el Sexo, y que ahora cuenta con 50 secciones nacionales activas en todo el mundo.

https://www.womensdeclaration.com/en/

Al principio, la escritora Lee Leveille inserta una afirmación sobre el «dinero oscuro» que financia a WDI: el documento proporcionado como fuente de esta afirmación habla de organizaciones cristianas que tienen actividades en el extranjero de diversos tipos, ninguna de las cuales aporta financiación alguna a WDI. El hecho de que, a pesar de todo, se intente hacer esta afirmación es revelador, porque sugiere que Leveille no puede imaginar un proyecto activista al que no se le haya hecho astroturfing en secreto (significado de astroturfing aquí). Que WDI sea lo que es: una organización de gran éxito impulsada por mujeres voluntarias de todo el mundo y alimentada por pequeñas donaciones individuales, es inimaginable.

Esto puede reflejar las experiencias de la autora con organizaciones transactivistas, que de hecho disfrutan de una financiación enormemente generosa. En una proyección similar, Leveille sugiere que las feministas radicales mexicanas amenazaron en una ocasión a hombres que se dicen trans con «bates de béisbol envueltos en alambre de espino». No se da ninguna fuente para la acusación, y su origen probable es un acto en San Francisco organizado por los «Degenderettes», un grupo de transactivistas, que llevaba bates de béisbol pintados de rosa y azul y envueltos en alambre de espino, camisetas salpicadas de sangre y carteles en los que se leía «I punch TERFS», «Golpeo terfas» (un insulto para las feministas que critican a los transactivistas). Más allá de la estrategia de «invertir víctima y agresor», el tono de todo el artículo es de indignación por el hecho de que las mujeres se organicen y participen en estrategias activistas normales. Leveille incluso sugiere que la presentación de solicitudes a la Ley de Libertad de Información por parte de la sección estadounidense de WDI es una «táctica de extrema derecha». ¡No se lo digas al movimiento ecologista, ni a las organizaciones de defensa de los derechos de los consumidores, ni a los periodistas de izquierdas!

Lo cierto es que el transactivismo de la primera década del siglo XXI pilló desprevenido al movimiento feminista mundial. Pero los transactivistas estaban muy equivocados al pensar que el feminismo real era un somnoliento osito de peluche que nunca se podía despertar del todo y poner en alerta total. Ahora estamos completamente despiertas y poseemos todas las cualidades tradicionalmente asociadas a Mama Ursinus. Después de todo, ¿por qué si no estoy yo, una antropóloga afincada en Canadá, haciendo una reseña sobre un libro escrito en español por educadoras españolas?

Lectora, lo has adivinado: ¡la malvada WDI ha vuelto a atacar! (Nuestra principal arma es la sorpresa, junto con una despiadada devoción a Sheila Jeffreys). En 2020, me invitaron a hablar en uno de sus seminarios web internacionales después de haber sido despedida como coordinadora de programas de licenciatura en el Departamento de Antropología de la Universidad de Alberta tras las objeciones de los estudiantes a mi crítica feminista a la ideología de género y al activismo trans. La coordinadora principal del libro aquí reseñado, Silvia Carrasco, fue invitada a hablar de su trabajo con DoFemCo en la misma sesión. Aunque nuestros intereses de investigación son bastante diferentes, ambas somos antropólogas. Conectamos por la frustración que compartimos al ver cómo nuestra disciplina, antaño crítica con el imperialismo, ha sido colonizada por una ideología promulgada por el último Occidente capitalista, financiada generosamente por las grandes farmacéuticas y respaldada por el aparato de política exterior liderado por Estados Unidos. Silvia me invitó a hacer una presentación en una conferencia de Internet organizada en España en 2021, y compartió este libro conmigo cuando salió en 2022. Es, como esperaba, una lectura aguda e informativa. Se ha vendido como rosquillas en España, donde ya va por la tercera edición. Pero además, el libro echa chispas con la energía de un movimiento de liberación de la mujer que ha vuelto a despertar. WDI funciona con el mismo combustible: la capacidad de afecto y solidaridad de las mujeres, unida a nuestra profunda rabia. Quien apueste ahora contra nosotras es un necio.

Carrasco Pons, Silvia, Ana Hidalgo Urtiaga, Araceli Muñoz de Lacalle y Marina Pibernat Vila. 2022. La coeducación secuestrada: Crítica feminista a la penetración de las ideas transgeneristas en la educación. Barcelona: Editorial Octaedro.

Artículo original

7 respuestas

  1. De principio a fin, una lectura lúcida, obligada, sin fisuras que compartiré porque, la única salida a este embrollo retrógrado y destructivo es la pedagogía. Gracias.

    1. Gracias a WDI vemos que no sólo tenemos ésta lucha en nuestro país. Orgullosa de tener cerca a nuestras compañeras de DoFemCo.
      Estamos todas en alerta y en lucha! 💜♀️✊🏽

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