Ahora son las mujeres corrientes como nosotras las que estamos siendo CANCELADAS por el lobby trans. Primero fueron a por celebridades como JK Rowling, pero eso no era suficiente, dicen quienes se encuentran en primera línea de la guerra del debate de género.
La campaña para cancelar a Natalie Bird comenzó con una prenda de vestir.
Estaba en la cola de los bocadillos cuando una mujer se acercó preguntando: «¿Por qué llevas esa camiseta?
La camiseta en cuestión decía «Mujer: Hembra humana adulta» en el frente. Para algunos, un hecho indiscutible. Para otros, un capote rojo para un toro. En cualquier caso, resultó ser una elección provocativa para una reunión de demócratas liberales.
«Le dije a la mujer que la llevaba porque quería que hubiera un debate», cuenta Natalie, de 45 años.
«Me preguntó si era una candidata aprobada por el partido y le dije que sí: «Bueno, eso ya lo veremos». ‘
Días después, en diciembre de 2018, Natalie recibió una carta en la que se le comunicaba que se le prohibía presentarse como diputada u ocupar cargos en el partido durante diez años.
¿El motivo? Que había ‘buscado intencionada y deliberadamente provocar una reacción negativa… mediante el uso de una prenda de vestir que iba a resultar ofensiva para algunos miembros del partido’.
«Me quedé atónita», dice Natalie. «Lo único que quiero es que se hable de los derechos basados en el sexo». «Como superviviente de una relación abusiva, sé lo crucial que es para las mujeres poder acceder a refugios y espacios seguros a los que no puedan acceder los hombres. Es un derecho humano fundamental».
Natalie, que afirma que el partido «ha pasado de centrarse en la igualdad de la mujer a hacerlo en los derechos trans», cree que esto está expulsando a cada vez más mujeres de la política.
«Por decir lo que pienso, he sido intimidada, acosada, perseguida… y he recibido el doble de castigo [con la prohibición de diez años] que la gente que comete fraude electoral», afirma.
Natalie no está sola. Cada vez son más las mujeres que parecen condenadas al ostracismo por defender los derechos de la mujer basados en el sexo.
La escritora J. K. Rowling es uno de los casos más sonados, e incluso los actores de las películas de Harry Potter han denunciado sus opiniones.
La profesora Kathleen Stock fue expulsada de la Universidad de Sussex tras ser tachada de «transfóbica» y Maya Forstater (artículo en español) perdió su contrato con un comité de expertos por expresar sus opiniones «críticas con el género». Más tarde consiguió una indemnización de más de 100.000 libras.
Y lejos de ser sólo unos pocos casos bien conocidos de mujeres «canceladas», hay potencialmente cientos más en todo el Reino Unido que están siendo demonizadas por mantener sus propias opiniones críticas con el género, lo que significa que creen que el sexo biológico es más importante que la «identidad de género» en áreas como el deporte femenino, la salud y los espacios seguros.
Por hablar claro, sus carreras, sus vidas sociales, su bienestar mental e incluso su seguridad física se ven amenazados.
Natalie, que vive con sus dos hijos en Manchester, decidió arriesgarlo todo y alzar el puño en 2017, planteando la necesidad de espacios seguros para mujeres segregados por sexo en una reunión de los Lib Dem (nota de la traductora: los Demócratas Liberales son el tercer partido del Reino Unido en número de votantes).
«Después de plantear mis preocupaciones sobre los refugios para mujeres, dos mujeres trans prominentes dentro de los Lib Dems intentaron expulsarme del partido. No lo consiguieron.»
‘Es por eso que me puse la camiseta en 2018 y posteriormente decidí hacer un crowdfunding para un caso legal contra el partido. Hay mujeres de clase trabajadora que no pueden permitirse perder su trabajo por hablar. Por ellas sigo expresando lo que siento sobre estos temas».
Natalie está financiando su caso mediante crowdfunding (https://www.crowdjustice.com/case/natalie-bird-legal-fund/).
El Mail se puso en contacto con los demócratas liberales, que declinaron hacer comentarios.
Pero esta cultura de la cancelación no se limita a la política. Louise Distras, de 36 años, cantautora de Wakefield (West Yorkshire), cree que la industria musical está «tan capturada por la ideología de género que ya no saben lo que es una mujer».
Y añade con ironía: «Sin embargo, la ‘turba’ siempre persigue más a las mujeres que hablan claro que a los hombres. Así que, en realidad, sí saben lo que es una mujer».
En un caso que recuerda al intento de cancelación de la estrella del pop Roisin Murphy a principios de este mes, Louise ha sido tachada de «Terf» (feminista radical transexcluyente) por compartir sus opiniones en Internet, y las emisoras de radio se han negado a poner sus canciones, las revistas se han negado a incluirla, y ella siente que su propia agencia de contratación de conciertos no la ha apoyado.
Roisin Murphy, ex vocalista del grupo Moloko (artículo en español), fue acosada por transactivistas tras publicar lo siguiente en Facebook: ‘Por favor, no me llaméis terf. Pero los bloqueadores de la pubertad son una m****a, es completamente desolador, las grandes farmacéuticas se van riendo de camino al banco. Los menores confusos son vulnerables y necesitan protección, eso es un hecho».
Publicó una disculpa rastrera, pero su discográfica suspendió la promoción de su nuevo álbum, Hit Parade, y una fuente confidencial dijo que iba a donar el dinero a una organización benéfica trans, aunque no está claro si es así.
Posteriormente se cancelaron dos conciertos que iban a coincidir con el lanzamiento del álbum.
«Ninguna de nosotras se levantó un día y decidió que sería divertido ir a la guerra, pero estamos en primera línea como mujeres, nos guste o no», dice la cantante Louise, cuyos temas sonaron en Radio 1.
«Como mujer solista, me he visto en situaciones especialmente peligrosas con hombres y he sido agredida en más de una ocasión».
«No me importa que la gente piense que soy transfóbica. Si los hombres quieren reivindicar ser mujeres, siempre va a haber un enfrentamiento cuando se trata de defender los derechos de las mujeres, que tanto nos han costado conseguir».
«Todo empezó cuando compartí mis opiniones en Twitter sobre la cultura de la cancelación, la libertad de expresión y la identidad de género».
«Las plataformas y organizaciones centradas en la mujer que antes me apoyaban empezaron a llamarme transfóbica y una emisora nacional se negó a poner mi canción Girl In The Mirror (Chica del Espejo), aparentemente porque hablaba de la condición de ser mujeres y niñas».
«Los periodistas musicales no quieren hablar conmigo porque creen que soy transfóbica, pero me niego a autocensurar mis opiniones al respecto».
«Pedí a mi agencia de contratación que me ayudara a poner en marcha medidas para mantenerme segura en mis futuros conciertos, y respondieron enviándome un correo electrónico con una serie de enlaces para «educarme» sobre por qué la cultura de la cancelación puede ser algo bueno».
«En otro correo electrónico, me aconsejaron que me «distanciara» del debate por el bien de mi carrera».
«Desde que dejé clara mi opinión, no me han conseguido ningún concierto para promocionar mi nuevo álbum».
«Estaba destrozada por todo esto», admite. «No hay duda de que he perdido dinero. Pero me niego a callarme sobre lo que está pasando».
La agencia de contratación de conciertos de Louise, Midnight Mango, niega sus acusaciones y afirma: «Como agencia de contratación musical, ofrecemos un asesoramiento equilibrado y práctico en el que tenemos cuidado de no discriminar».
«Tenemos en marcha una sólida política de Igualdad, Diversidad e Inclusión, así como una política de Cultura de la Cancelación. Se señala que las opiniones críticas de género son una creencia protegida… y lo respetamos plenamente’.
La artista Sonya Douglas, de 52 años, es otra de las mujeres cuyo medio de vida está amenazado. Fue expulsada del podcast de arte Critically Speaking por negarse a dar sus pronombres y, según un tuit del podcast, por «compartir contenido transfóbico». Las repercusiones han sido de gran alcance.
Casada y con una hija adolescente, Sonya, de Cardiff, afirma: «Antes de que el podcast saliera en directo, me pidieron una biografía completa que incluyera mis pronombres: ella/él/elle etc.».
«Creo que la tontería de los pronombres forma parte de la erosión de los derechos de la mujer, porque si un hombre puede llamarse «ella», ¿cómo podemos las mujeres identificarnos y protegernos?
«Decidí no poner nada y me limité a decir: «No es importante cómo la gente se refiera a mí». Pero sabía que lo había arriesgado todo al alzar el puño».
Más tarde, ese mismo día, el equipo del podcast le envió un correo electrónico: «Me dijeron -a una mujer galesa negra- que eran un equipo «inclusivo y diverso» y que ya no me incluirían en la plataforma».
A esto le siguió un tuit en el que explicaban que «una de sus artistas» sería eliminada del podcast y que iban a hacer una donación a una organización benéfica trans.
En cuanto a «compartir contenido transfóbico», Sonya lo niega. Por aquel entonces, dije que estaba orgullosa de apoyar a Maya Forstater, J. K. Rowling y Keira Bell.
«Recuerdo que Kathleen Stock me retuiteó, así que sin duda había tuiteado sobre sus casos y mi apoyo hacia ellas».
Más tarde, de forma inesperada, fue expulsada de un comité directivo del gobierno galés encargado de buscar más diversidad en una junta predominantemente masculina y blanca.
Sonya afirma que amigos y colegas también le dejaron claro más tarde que no conseguiría financiación para su arte, y que a ellos también les habían advertido que no colaboraran con ella.
Esto se tradujo en que ya no pudo seguir trabajando y se vio obligada a cerrar su empresa.
Tuvo que depender de «algunos encargos de cuadros o de mi muy comprensivo marido».
«Actualmente acepto pequeños encargos artísticos y he sido incluida en una nueva antología poética llamada Unbridled».
Sonya cree que Gales está «capturada» por lo que ella llama «terrorismo de género». «Una cosa que siempre se me ha dado bien es usar mi voz», afirma. Y no me van a parar».
Critically Speaking declaró: «El podcast Critically Speaking apoya firmemente a las personas trans. Nos dimos cuenta de que una colaboradora había compartido contenido transfóbico en las redes sociales en numerosas ocasiones».
«Tomamos la decisión editorial que reflejaba los valores del podcast y de sus creadores. Se siguió pagando a la colaboradora por su trabajo, pero no se la incluyó en la emisión final».
El espíritu de lucha de Sonya es compartido por otra artista, Claudia Clare, de 61 años (claudiaclare.co.uk), que a principios de este año llevó a la Craft Potters Association (CPA) y a la University for the Arts London (UAL) a los tribunales después de que la echaran de una exposición y le dijeran que ni siquiera podía entrar en el edificio por sus opiniones críticas con el género.
«Gané», dice, «y se vieron obligados a disculparse, a pagar una indemnización y la mayor parte de mis costas legales. Pero fue muy estresante y duró 16 meses».
Y añade: «Siempre he sido feminista, sobreviví a una violación cuando era joven, y siempre he hablado abiertamente en las redes sociales de mis opiniones críticas con el género.
«Durante mucho tiempo intenté ver las dos caras de la moneda, pero los transactivistas nunca podían responder adecuadamente a mis preguntas. Me convencí de que estaba en el lado correcto’.
Sin embargo, a partir de 2017, Claudia, ceramista, empezó a notar que no la invitaban a los eventos habituales de cerámica.
Entonces, en febrero del año pasado, «las cosas estallaron de verdad» cuando la CPA la llamó por teléfono para decirle que se rescindía su invitación para exponer obras y dar una conferencia en un evento de Ceramic Art London.
Una semana más tarde, los organizadores reconocieron que la cancelación se debía a «mis creencias críticas con el género, porque mi presencia en el acto podría molestar a algunos estudiantes de la UAL».
«Me habían cancelado por «miedo» a una protesta», explica. «Me dijeron que ni siquiera se me permitiría entrar en el edificio como visitante para ver el trabajo de otras personas».
«Me quedé destrozada, no sólo por la decisión, sino por el hecho de que la CPA -una asociación que se suponía que debía apoyarme- me abandonara».
«La mayoría de mis contemporáneos también se callaron de repente cuando descubrieron el motivo de mi cancelación. Me sentí como si me hubieran dado una patada en el estómago».
«Desarrollé migrañas y una ansiedad terrible, y tuve que recurrir a la medicación. Nunca la había necesitado en mi vida».
Reflexionando sobre el éxito de su batalla legal, dice: «Intentaron convertirme en un ejemplo para asegurarse de que otras mujeres guardaran silencio sobre el tema de la mujer y sus derechos, pero me niego a ser una paria».
Mientras tanto, otras se han visto excluidas después de que miembros «transidentificados» se hayan unido a grupos antes exclusivamente femeninos.
A Kelly Frost, de 47 años, lesbiana cofundadora de un evento social mensual para mujeres lesbianas y bisexuales de su zona, el pub anfitrión le comunicó que ya no podían utilizar el local debido a la transfobia.
Creado en 2016, el evento llegó a tener 2.000 miembros e incluso dio lugar a dos matrimonios.
Pero en 2018 empezaron a aparecer una serie de hombres biológicos -que decían ser lesbianas- y pronto «el diez por ciento de las «mujeres» de nuestro grupo eran en realidad hombres», cuenta Kelly, fabricante de atrezzo teatral.
Empezaron a recibir quejas, así que decidieron tomarse un descanso y suspender los actos.
«Aprovechamos ese tiempo para gestionar el número de miembros, dando de baja a las que llevaban más de un año sin asistir, así como a los hombres», explica Kelly.
«Enviamos un mensaje a las miembros que quedaban diciéndoles que cuando volviéramos a abrir el club, sólo habría mujeres».
«Al día siguiente, llamó el dueño del bar. El local estaba sufriendo acoso en las redes sociales debido a acusaciones de «transfobia».
«Se lo expliqué y fue muy comprensivo. Hacía mucho negocio con nosotras -alrededor de 1.500 libras por noche (alrededor de 1.750 euros)-, así que nos dijo que siguiéramos adelante».
«Pero cuatro días después recibí otra llamada, esta vez de su pareja, para decirme que estaban recibiendo aún más insultos. Los trolls nos acusaban de «intolerantes» y «nazis».
«El propietario dijo que al «excluir a las mujeres trans» no estábamos siendo inclusivas y que eso no encajaba con los valores del local. Dijo que no podían permitirse perder clientes, así que no podíamos volver a utilizar el pub».
«Estaba muy enfadada y disgustada. A otros grupos se les permite reunirse en exclusiva, por tener características protegidas en la Ley de Igualdad».
«Por ejemplo, conozco grupos para mujeres embarazadas o para mujeres negras, e incluso hay eventos exclusivos para trans. Ni se me ocurriría presentarme a ninguno de ellos. Entonces, ¿por qué no podemos tener un evento sólo para mujeres?»
Se niega a rendirse, así que ahora organizan los eventos en secreto: «Otras organizadoras de eventos lésbicos han recibido amenazas de muerte y violación por parte de hombres descontentos por no estar incluidos, así que, por nuestra propia seguridad, lo hacemos en secreto».
«Es una situación aterradora y deprimente. Estamos en 2023 y las lesbianas se ven obligadas a reunirse en secreto».
Los grupos en línea también están en el punto de mira. Y si piensas que sólo las mujeres que expresan opiniones específicamente críticas con el género están en la línea de fuego del lobby trans, te equivocas.
Hasta el más inocuo de los comentarios puede meterte en un buen lío y llevarte al ostracismo de mujeres a las que considerabas tus amigas y compañeras.
Lexi Ellingsworth, de 43 años y gestora de proyectos, fue bloqueada tras publicar un mensaje inspirador en lo que creía que era un grupo de contactos exclusivo para mujeres, nada menos que el Día Internacional de la Mujer.
El grupo tenía un grupo privado en Facebook para unas 100 mujeres, en el que «se las animaba a publicar cosas y a relacionarse con otras miembros».
«Publiqué algo inspirador para las demás mujeres del grupo: una foto de Solitude, una estatua de una guerrera embarazada que luchó contra las tropas francesas en el siglo XIX», explica.
Escribí algo así como «Esta estatua me recuerda la fuerza de las mujeres y de lo que somos capaces… y siempre lucharé por las mujeres y las niñas». ‘
Lexi fue bloqueada inmediatamente, y le dijeron que el grupo tenía miembros que se identificaban como trans – «un término con el que nunca me había topado»- porque querían ser «inclusivos».
«Me quedé sorprendida y confusa… ¿Cómo podía estar mal publicar algo a favor de las mujeres en el Día Internacional de la Mujer?»
«Más tarde, tres mujeres se pusieron en contacto conmigo en privado para decirme que me habían acusado de transfobia porque me había centrado en «las mujeres y las niñas» y en el embarazo, lo que no era «inclusivo» para los hombres que se identifican como mujeres, lo cual es ridículo. Los hombres no pueden quedarse embarazados ni dar a luz, se identifiquen como se identifiquen».
«Aún no estoy del todo segura de qué hice mal».
Es un sentimiento del que seguramente se harán eco cientos de mujeres después de compartir opiniones sinceras que muchos considerarán perfectamente razonables.
12 respuestas
Es tremendamente provocador por parte del transgenerismo el cancelar a feministas por el hecho de definirse como mujer, hembra humana. Es una postura intolerante e injusta ya que el feminismo siempre ha sidoi aliado de los transexuales, pero es cierto que es critico con el transgenerismo como negocio que daña a lxs niñxes y borra a las mujeres.
Hola Lola, soy muy crítica con la palabra «transexual», es un concepto engañoso: puesto que los seres humanos no pueden cambiar de sexo, la «transexualidad» no existe. Son meras operaciones estéticas y manierismos estereotipados y sexistas. Yo, como feminista, nunca he sido aliada de hombres que nos imitan para ejercer el onanismo.
Gracias, Nuria. Me haces pensar. ¿Entonces como nombrar y distinguir a los y las que se operan (en un intento de asemejarse) y que no tienen que ver con el transgenerismo?. De hecho se sienten invisibilizadxs.
Por otro lado, desde el movimiento feminista he asistido en Barcelona a las manifestaciones del movimiento LGTB (reivindicativa y diferente hasta ahora de la de Madrid) hasta la que celebró la ley de matrimonio gay. A partir de ahí, tomada por el transgenerismo, he dejado de sentirme solidaria.
Vas a tener que explicarme qué quieres decir con «las que se operan (en un intento de asemejarse) y que no tienen que ver con el transgenerismo», porque creo que tenemos conceptos diferentes: si se operan, es porque dicen creerse lo que no son, es decir, trans. Cómo nombrarlos? como lo que son: hombres operados, hombres que se dicen trans. Nunca mujeres trans, porque un hombre no es un tipo de mujer, y tampoco me gusta «transfemenino», porque la feminidad es un comportamiento estereotipado que se espera de nuestro sexo, no una identidad de quita y pon. Hablo de hombres, porque son la mayoría y lo que más nos afecta. Las chicas que dicen no serlo necesitan mucha terapia y tengo cierta simpatía. Por los hombres, ninguna. De hecho, lo de que se sienten invisibilizados me hace gracia, cuando son los que están patrocinados por todas las compañías mundiales, los gobiernos de occidente, las ONGs y las instituciones.
El transgenerismo nos lo colaron con el matrimonio gay: venía en la letra pequeña y nadie se había dado cuenta. Acaba de pasar en Suiza: hubo un referendum para votar sobre la aceptación del matrimonio homosexual, la gente votó sí, obviamente, y pum, el país se encuentra de repente con que los adolescentes de 16 años se pueden «cambiar de sexo» sin el permiso de los padres.
El transgenerismo es un movimiento violento. Son los camisas pardas del Patriarcado. La única forma de conseguir sus objetivos es borrar a las mujeres y acabar con el feminismo. Va a ser una época difícil para las mujeres, pero el feminismo lleva siglos defendiendo los derechos de las mujeres! No pasarán!!!
Mucho nos queda por hacer, Anselmo, no nos imaginábamos que iba a salir por aquí.
Muy interesante el artículo, gracias por hacer esta recopilación. En las redes voy leyendo casos de mujeres acostadas por el movimiento trans, pero vistos los casos uno detrás de otro, impacta más. Se puede ver que esta secta afecta a todos los niveles la vida de las mujeres.
Gracias por leerlo. Conocí a una de ellas en el Reino Unido, así que no pude contener las ganas de traducirlo. Estamos llegando a ese nivel en España, da miedo.
Tenaz. Pero no nos vamos a callar. Somos mujeres y defenderemos nuestro derecho a serlo. A expresar nuestro sexo, maravilloso. Tenemos útero, vagina, somos capaces de albergar la vida, entre muchas otras posibilidades que nos da el sexo, y esa diferencia es tan evidente que así nos cancelen a todas seguirá siendo la verdad, evidente, palpable.
Ni nos vamos a callar ni nos vamos a rendir. Un saludo, Laura.
La misoginia y el odio hacia las mujeres biológicas del movimiento trans son más que evidentes, pero lo terrible de esto es que como hombres que son tienen muy mala leche y han declarado totalmente la guerra a las mujeres para silenciarlas, creo que ninguna mujer y ningún hombre deberíamos permitir que el transactivismo siga adelante, son nazis sin escrúpulos.
Y es un hecho de que la mayoría de los trans odian a las mujeres, por eso hay que pararlos.
Muy bueno el artículo, gracias por traer este tema, leyéndolo he sentido rabia por lo que estos misóginos les están haciendo o intentando hacer a las mujeres.
Por fin están saliendo a la luz más casos, porque ha habido muchísimos a lo largo de los años, parece que ahora los medios empiezan a hablar de ellos, y eso es un buen paso. La información es imprescindible para prepararnos para la lucha. Hay estudios que demuestran que los hombres que se dicen trans son de hecho aún más peligrosos, tenemos que pararlos, y necesitamos toda la ayuda posible. Gracias por leer, Salvador.