La ONU está metiendo la pata con la identidad de género

 

¿Quién le ha quitado la SO a la SOGI?

Nota de la traductora: he puesto enlaces explicativos que no están en el artículo original por si no se entienden las referencias británicas. 

¿Quién es el responsable de socavar los derechos de lesbianas y gays en las Naciones Unidas? Pues Víctor Madrigal-Borloz, Experto Independiente de la ONU en Orientación Sexual e Identidad de Género (SOGI). «¿Cómo? ¿No debería proteger los derechos de las personas que se sienten atraídas por otras de su mismo sexo? Ah, pero SOGI es la forma que encontraron para hacer justo lo contrario. Tener un defensor de la orientación sexual y la identidad de género es un poco como tener un defensor del veganismo y de la cría de pollos. No funciona.

Víctor acaba de concluir una visita oficial al Reino Unido, probablemente la última, ya que su segundo mandato está llegando a su fin. Durante los primeros nueve días de su visita de diez días, se reunió casi exclusivamente con entusiastas de la identidad de género. No se trataba, creo, de guardar lo mejor (en su opinión) para el final.

Victor es un apasionado defensor de la autoidentificación de género. Tiene una capacidad impresionante para afirmar una y otra vez, con cara seria, cosas que son falsas. Parece que se lleva bien con Nicola Sturgeon. Acudió en su ayuda en dos ocasiones para promover el malogrado proyecto de ley de reforma del reconocimiento de género en Escocia. Una de las falsedades favoritas de Victor es que la legislación internacional sobre derechos humanos exige la introducción del autoidentificación de género. Esta noción completamente falsa se basa en un documento poco conocido –los Principios de Yogyakarta o YP- que se identifica como «prácticas recomendadas» cuando no es más que un manifiesto activista. El profesor de Derecho de los Derechos Humanos Rob Wintemute, uno de los firmantes en 2006, cambió más tarde su postura al darse cuenta de que no se había tenido en cuenta el impacto sobre los derechos de las mujeres cuando se estaban redactando los YP.

Donde se supone que Victor representa a la SOGI, él se centra en la GI (Identidad de Género) y deja a un lado la SO (Orientación Sexual). Victor es el único Experto Independiente (EI) que tiene un doble mandato que abarca objetivos irreconciliables. Recientemente se ha sabido que recibe financiación de la Fundación Arcus, lo que significa que más que «experto independiente», es el voceras a sueldo de la identidad de género.

Victor sostiene que no hay conflicto entre los derechos de las personas LGB y los que se reivindican bajo la bandera de los «derechos trans». Sea cual sea la definición de «trans» que se elija (y hay tantas como escándalos en el SNP (Partido Nacional Escocés)), es evidente que esto es falso. O las personas nacidas varones tienen cabida en una app de citas para lesbianas, o no. O las personas nacidas mujeres pueden entrar en las saunas para hombres homosexuales -sin revelar su pequeño secreto- o no. O está bien decir que sólo te atraen las personas del mismo sexo, o no, porque decirlo en voz alta es hiriente y te convierte en un transfóbico o en un «racista sexual», como ha llegado a decir Nancy Kelley (que nadie sabe cómo sigue siendo directora general de Stonewall). En este conflicto puedes saltar hacia un lado o hacia el otro, pero no puedes decir que no es necesario saltar.

Victor también insiste -y este es su mantra favorito- en que la autoidentificación no ha causado ningún problema en ningún país del mundo. Se le han enviado páginas de pruebas de lo contrario: abusos en las cárceles de países desde Irlanda a Canadá, explicaciones de que se está volviendo imposible recopilar datos, abusos en el deporte femenino, la autoexclusión de las mujeres creyentes de servicios vitales. Sobre todo, se documenta lo que ocurre cuando a los menores se les vende una mentira. De verdad que no es posible cambiar de sexo. Es difícil escuchar el dolor expresado por docenas de mujeres, y algunos hombres, ahora en la veintena o la treintena, que se atreven a hablar en público de su amargo pesar por haberse creído esa mentira, haber actuado en consecuencia y verse obligados a vivir el resto de sus vidas con los resultados.

El sexo es el sexo, y el género es… ¿quién sabe? Victor lo sabe, al parecer. También quiere venderte el acueducto de Segovia.

LGB Alliance y otros grupos LGB le han enviado numerosos escritos, pero él los entierra y desestima las críticas a la autoidentificación como «narrativas intolerantes y excluyentes». Por supuesto que es excluyente excluir a los hombres de los espacios lésbicos. Esas asquerosas intolerantes. Todo el que defiende los derechos basados en el sexo está tan acostumbrado a que le insulten, que el abuso sólo inspira confianza: nadie que tenga argumentos reales recurre a los insultos.

En LGB Alliance llegamos a estar tan preocupados por el incumplimiento de Victor de su mandato sobre orientación sexual, sus tergiversaciones y su desprecio a nuestras preocupaciones que en enero de este año presentamos una larga y detallada queja en varios idiomas al Presidente del Consejo de Derechos Humanos y la publicamos en nuestro sitio web.

Esta visita al Reino Unido, el canto del cisne de Victor en su nefasto mandato, fue una última oportunidad para repetir las muchas cuestiones que le hemos planteado a lo largo de los años. Nos alegramos de que se reuniera con Joanna Cherry KC MP, Presidenta del Comité de Derechos Humanos, que sin duda pudo corregir sus malentendidos sobre la legislación internacional de derechos humanos. Su agenda del último día incluía, maravilla de las maravillas (¿algo que ver con aquella queja?), una reunión con algunas de las personas a las que ha ignorado o menospreciado durante todo su mandato: Kate Harris, de LGB Alliance, Dennis Kavanagh, de Gay Men’s Network, y Paula Boulton, de Lesbian Labour. El objetivo de los grupos LGB era formular algunas preguntas muy concretas para obtener respuestas breves y coherentes, no el tipo de galimatías butleriano que suele soltar («Por supuesto, el cuestionamiento de lo binario provoca importantes sensaciones de vértigo cuando el cuestionamiento de lo binario parece buscar el desmantelamiento de las estructuras binarias»). Queríamos que dijera sí o no a si los homosexuales deberían tener derechos, cosas sencillas como ésa.

A estas alturas no tenía mucho sentido mostrarse conciliador. Años de educadas  peticiones no habían dado ningún resultado. Así que le repetimos sin rodeos todo lo que llevábamos años diciéndole. Curiosamente, declaró ignorarlo todo. ¿El «techo de algodón» (la dificultad que tienen los hombres que se dicen trans para conseguir que las lesbianas follen con ellos)? Nunca lo había oído. Detransicionadores homosexuales: no forma parte de su mandato por razones de «inclusión»? Hmmm … por favor, manda detalles de tales personas. ¿Keira Bell, Sonia Appleby? Nunca ha oído hablar de ellas. ¿Una cita de la Dra. Hilary Cass sobre lesbianas que se sintieron presionadas a hacer la transición? Silencio. ¿Se ha reunido con la Dra. Cass? No quiso decirlo. ¿La clínica GIDS cerrará porque una revisión del NHS la encontró peligrosa? No lo había oído. ¿David Bell? ¿Quién es ese? ¿La homofobia es un factor clave que lleva a los adolescentes a buscar la transición de género? Aquí Victor levantó una mano y lo descartó rotundamente. Imposible. ¿Polémica por la app de citas HER? ¿Quién es HER? ¿El caso Hoyle en Tasmania en el que una reunión de lesbianas fue declarada ilegal? No, no sabía nada de eso. Esto último es un poco revelador, ya que de hecho se menciona en uno de los informes del propio Victor.

Victor también quería que entendiéramos algunas cosas. Una de ellas es que los niños deben tener la capacidad de tomar decisiones sobre sus cuerpos. Interesante. ¿Se aplicaría eso también a las leyes que rigen la venta de alcohol y cigarrillos, y las drogas legales o ilegales? ¿Por no hablar de las leyes sobre la edad de consentimiento? Es de suponer que sí. Con este planteamiento de «autonomía corporal», todo el concepto de salvaguardia se va al garete.

Lo que Víctor no sabe, o no quiere saber, o se niega a reconocer, es que no se puede promover la autoidentificación de género sin socavar los intereses de las personas con orientación sexual hacia el mismo sexo. Los fanáticos de la autoidentificación dicen que dos hombres que se identifican como mujeres pueden ser una pareja de lesbianas. Sus detractores, como LGB Alliance, Lesbian Labour y Gay Men’s Network, afirman que se trata de un disparate homófobo.

El puesto de Victor se está anunciando. ¿Puede ocuparlo alguien que vea las contradicciones y se atreva a mantener debates abiertos sobre ellas? ¿Aceptaría la ONU a una persona así? Ya lo veremos.

Artículo original

2 respuestas

  1. No tengo ninguna esperanza de que el sucesor de Víctor cambie la postura oficial de la ONU. Las noticias que están llegando sobre este organismo son muy preocupantes.
    Los «expertos» que acaban de redactar un informe para la ONU sobre modificar las legislaciones mundiales para aceptar el consentimiento sexual de los menores son los mismos que redactaron de la Principios de Yogyakarta.
    Creo que la situación tiene que empeorar más todavía para que se extienda el escándalo y haya reacciones.

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